El pasado martes Greenpeace colgó una pancarta en la Puerta de Alcalá que generó una gran polémica. En la lona aparecían las caras de los candidatos de los cuatro principales partidos políticos españoles, a los que se les lanzaba una pregunta: "¿El cambio climático os la suda?". De inmediato comenzaron a llegar críticas que acusaban a la organización de ser equidistante. Y aunque Greenpeace se defendió diciendo que las muecas que tenían los políticos en la lona demostraban lo contrario (Abascal y Feijóo sonreían a modo de mofa, mientras que Sánchez y Díaz tenían cara de sufrimiento), no todo el mundo pareció comprar esa explicación.
"Quizás tendríamos que haber sido más explícitos. A veces acertar es complicado. Pero no era nuestra intención equiparar partidos, sino lanzarles la misma pregunta a todos para que la contestaran", explica Eva Saldaña, directora de Greenpeace España, que aún así parece satisfecha con el resultado de la campaña: "Pretendíamos poner el foco en que hoy el cambio climático ya mata. Hay que cambiar la mentalidad y provocar conversaciones que no se están dando. Nos jugamos la vida en esta emergencia climática. Y desde que pusimos la pancarta se ha hablado más de estos temas".
Lo cierto es que no es la primera vez que se acusa a Greenpeace de equidistancia política. De hecho, fuentes internas de la organización confirman a El Independiente que, tras la campaña de la pancarta en la Puerta de Alcalá, decenas de socios tramitaron solicitudes para darse de baja precisamente por este motivo. Pero hay que entender qué es Greenpeace. Fundada en 1971, su objetivo fue siempre poner el foco en el medio ambiente, y no sólo en el cambio climático, que comenzaría a ser noticia varias décadas después. A día de hoy la organización es todo un gigante del sector, con presencia en 55 países y más de 3,2 millones de socios en todo el mundo (147.000 sólo en España).
"Las organizaciones tan grandes tienen una serie de intereses que hacen que delimiten mucho sus actuaciones. En ocasiones es un mero interés económico, porque no les interesa perder socios. Al final uno de los objetivos de Greenpeace es mantener todo ese entramado casi empresarial que tienen. Así que tienen que medir mucho más que nosotros sus acciones, porque repercuten en sus finanzas", afirma Bilbo Bassaterra, pseudónimo de uno de los fundadores de Futuro Vegetal que, sin embargo, no considera que la pancarta fuera tibia políticamente. "En cambio, nosotros sabemos que muchas de las cosas que hacemos no les gustan a todo el mundo. Y por eso hay gente que no quiere donarnos dinero ni colaborar con nosotros. Pero es que ese no es nuestro objetivo", añade.
Una ola de nuevos movimientos activistas
Futuro Vegetal pertenece a la nueva generación de organizaciones ecologistas que se han extendido en los últimos años por Europa después de la pandemia, como Última Generación o Just Stop Oil. Todas ellas son herederas del gran renacimiento activista encabezado por dos movimientos que nacieron en 2018 y se expandieron por el continente en 2019: Extinction Rebelion (que tiene una gran implementación en Reino Unido y cuya facción animalista sirvió de inspiración para el nacimiento de Futuro Vegetal) y Fridays For Future, impulsado por Greta Thumberg.
Estos nuevos colectivos tienen poco que ver con las antiguas organizaciones ambientalistas. Para ellos no se puede dar respuesta a la emergencia climática actual con los métodos de activismo e incidencia política tradicional como los que usan Greenpeace y otras organizaciones ecologistas como WWF, SEO BirdLife, Ecologistas en Acción o Amigos de la Tierra. Por ello, justo antes de que los activistas de Extinction Rebellion realizaran su primera gran manifestación en el Parlamento Británico, una de sus primeras actuaciones fue ocupar la sede de Greenpeace en Londres para repartir flores y pasteles entre los empleados. Reclamaban a su dirección que les dieran su apoyo.
En España, en los últimos meses las actuaciones de Futuro Vegetal han generado mucho impacto. Se trata de "colectivo de desobediencia civil" fundado en enero de 2022, por lo que nació cuando el cambio climático ya era una realidad. Y esa urgencia es, precisamente, la que dirige sus acciones.
Futuro Vegetal es un movimiento descentralizado, líquido, que no está registrado oficialmente en ningún lugar y que pone el foco en la movilización ciudadana como respuesta ante la desconfianza política. El propio Bassterra explica que ni siquiera él sabe qué actuaciones están planificando algunos de sus compañeros. En total, unos 40 voluntarios forman parte del colectivo. Aunque también tienen una "bolsa de activistas frecuentes" de 300 personas que colaboran habitualmente, y más de 1.000 "simpatizantes", que han participado alguna vez en alguna acción con ellos.
"Hemos hecho colaboraciones en algunas campañas con Greenpeace, y la verdad es que funcionaron bien. Pero es difícil, porque nosotros hacemos acciones más cuestionables desde el punto de vista comunicativo. O más radicales, si lo prefieres. Y al final o nosotros tenemos que rebajar nuestras pretensiones o ellos tienen que aumentar límites que no quieren trasgredir", afirma Bassaterra. Y añade: "Funcionamos mejor cuando colaboramos con Ecologistas en Acción, porque ellos también son una organización descentralizada y la relación es bastante fluida con los distintos grupos. Con Greenpeace cuando trabajamos con la matriz se hace más difícil".
La acogida de las grandes organizaciones
Desde Greenpeace celebran esta oleada de nuevos movimientos climáticos y ambientalistas. "Estamos ante un problema muy grave, una superposición de varias crisis. Y las distintas organizaciones estamos actuando cada una desde donde estamos considerando. Extinction Rebellion, Futuro Vegetal y el resto están jugando un papel importante, elevando el tono del mensaje y consiguiendo gran notoriedad", asegura Saldaña, que no se muestra preocupada de que la mayor agresividad de estas nuevas organizaciones pueda provocar un rechazo social hacia el activismo climático.
Sin embargo, la directora de Greenpeace España defiende el trabajo de su organización: "Nuestra posición es que la emergencia climática no es cuestión de ser de izquierdas o derechas. Somos una ONG independiente que lucha para que, gobierne quien gobierne, los partidos incorporen propuestas concretas Pero esto no quiere decir que no nos posicionemos", explica. "Hay dos partidos que están en la senda de la acción climática responsable, que son PSOE y Sumar. El PP no sabemos muy bien qué propone en cuanto a propuestas para retrasar la acción climática. Y luego está Vox, que es un partido negacionista y que restringe los derechos humanos fundamentales. Y eso es una inmoralidad", concluye Saldaña.
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