Han pasado 13 años desde el terremoto y el posterior tsunami que sufrió Japón, que provocaron a su vez el accidente nuclear de la central de Fukushima, considerado el segundo peor de la historia solo por detrás de Chernóbil. Entre otras muchas cosas, aquello generó grandes cantidades de agua radiactiva, que se fueron acumulando en la planta y mezclándose con agua de lluvia y de torrentes subterráneos. Hasta que la situación se tornó insostenible.
Cerca de 1,33 millones de toneladas de agua se acabaron almacenando en las instalaciones de la central, que estaban casi al tope de su capacidad. Es por ello que el gobierno japonés decidió verterlas al océano Pacífico. Después, eso sí, de someterlas a un tratamiento que permite eliminar prácticamente la totalidad de sustancias radiactivas. La excepción es el tritio, un isótopo natural del hidrógeno que se sabe que es menos dañino que otros materiales radiactivos, como el cesio o el estroncio.
Desde el principio Japón ha sostenido que las aguas contienen niveles de tritio que entran claramente dentro de los márgenes de seguridad de la agencia nuclear de la ONU, algo que ha ratificado el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que ha asegurado que el proceso "tendrá un impacto radiológico insignificante en las personas y el medio ambiente". Con los permisos necesarios, el país nipón ha puesto en marcha este jueves el proceso de vertido, que está previsto que se alargue durante los próximos 30 años.
Pero, aún con todo, se ha generado una gran polémica, especialmente en los países del entorno. Corea del Norte protestó. China, Hong Kong y Corea del Sur han levantado vetos a productos pesqueros japoneses. Anonymous lanzó un ciberataque contra la planta nuclear de Fukushima para protestar por el plan del Gobierno japonés. Y en Seúl hubo 16 detenidos por intentar entrar en la embajada nipona para protestar. Aunque la sensación generalizada de la población puede resumirse entre preocupación e incertidumbre.
Pero sin duda el país más crítico ha sido China: "El océano sostiene a la humanidad. No es una alcantarilla para el agua contaminada. Instamos a Japón a que ponga fin a sus malas acciones, cancele el plan, se comunique con los países vecinos con sinceridad y buena voluntad, elimine el agua contaminada de manera responsable y acepte una supervisión internacional rigurosa".
Las autoridades chinas consideran que Japón es un "saboteador del sistema ecológico" y un "contaminador del medio marino mundial", que ha tomado una decisión "egoísta" sin consultar al resto de países, algo que podría traer una serie de consecuencias desastrosas.
"La eliminación del agua contaminada de Fukushima es una cuestión importante en materia de seguridad nuclear. El Gobierno japonés no logró demostrar la legitimidad y la legalidad de la decisión de descargar hacia el océano. Y tampoco logró demostrar que la descarga sea segura e inofensiva para el medio ambiente marino y la salud de las personas, y que el plan de monitoreo es sólido y efectivo", expresaron.
El ministro de Exteriores japonés, Hayasi Yoshimasa, ha pedido a China que use argumentos científicos cuando quiera protestar. Pero los chinos contestaron poniendo el foco en los preparativos de un "fondo de compensación" por parte del Gobierno japonés hacia la industria pesquera de Fukushima, estimado en unos 550 millones de euros. "Si no hay problemas con el vertido, ¿por qué compensar a la industria pesquera?", comentaron.
La opinión de los expertos
SMC ha realizado una ronda de consultas entre diversos expertos en materia de radiactividad. Y lo cierto es que coinciden, a nivel general, en sus opiniones.
"La liberación de tritio de las instalaciones nucleares en las vías fluviales se ha realizado y se realiza en todo el mundo sin que haya pruebas de implicaciones para el medio ambiente o la salud humana. Japón cuenta con un sólido plan de gestión, que ha sido aprobado por el OIEA, la NRC japonesa y otros organismos. El control exhaustivo e independiente del medio ambiente en torno al lugar de vertido de Fukushima aliviará parte del miedo que se ha generado en torno a este asunto", aseguró Tony Hooker, director del Centro de Investigación, Educación e Innovación en Radiación de la Universidad de Adelaida (Australia).
"El principal problema del vertido es que suena mal, pero en realidad no lo es. Durante seis décadas se han producido vertidos similares en todo el mundo y nunca ha ocurrido nada malo", expresó Nigel Marks, catedrático de Física y Astronomía en la Universidad de Curtin (Australia). "Quienes se oponen a la liberación han sugerido alternativas poco realistas y han esgrimido toda una serie de contraargumentos, pero ninguno de ellos resiste el escrutinio científico", añadió.
Según explicó el experto, el océano Pacífico contiene 8.400 gramos de tritio puro, mientras que Japón liberará 0,06 gramos de tritio cada año. Una "minúscula cantidad de radiación extra" que no supondrá "la más mínima diferencia". "El marisco capturado durante toda una vida a pocos kilómetros de la desembocadura del océano tiene el equivalente a la radiación de tritio de un bocado de plátano", detalló Marks.
Tony Irwin, profesor asociado honorario de la Universidad Nacional de Australia, Director Técnico de SMR Nuclear Technology Pty Ltd y presidente del Panel de Ingeniería Nuclear de la División de Sydney de Engineers Australia, quiso comparar este vertido con otros vertidos realizados por centrales nucleares en los últimos años, para dar más contexto.
"La central nuclear de Kori, en Corea del Sur, vertió en 2019, más de cuatro veces el vertido previsto para Fukushim. Y la planta de reprocesamiento francesa de La Hague vertió en 2018 en el Canal de la Mancha más de doce veces el contenido total de todos los tanques de Fukushima, de nuevo sin daño para las personas o el medio ambiente", aseguró Irwin.
"En la atmósfera se crea más tritio del que producen los reactores nucleares, que luego cae en forma de lluvia. Cada año cae en Japón una cantidad de tritio en forma de lluvia diez veces superior a la que se vierte ahora. El vertido es ultraconservador", expresó el experto, que considera que, de todas maneras, es importante que hecho de que el OIEA mantendrá una presencia continua in situ para supervisar de forma independiente el proceso.
En cambio Robert Richmond, director del Laboratorio Marino Kewalo de la Universidad de Hawái en Manoa y miembro del Grupo de Expertos Científicos del Foro de las Islas del Pacífico, no opina igual.
"La decisión de Japón de seguir adelante con el vertido del agua tratada y contaminada radiactivamente no es sorprendente, pero sí decepcionante. Tanto Japón como el OIEA pueden convertir una situación difícil en una oportunidad para explorar y desarrollar mejores enfoques para los desastres nucleares que el vertido en el océano", expresó Richmond.
Y añadió: "Teniendo en cuenta el deterioro documentado de la salud de los océanos y de las comunidades que dependen de ellos, deberíamos esperar algo mucho mejor de quienes ocupan puestos de autoridad y responsabilidad. Esta decisión viola el espíritu de la Década Oceánica de la ONU y el recientemente aprobado Tratado de Alta Mar de la ONU, así como los derechos de las comunidades indígenas del Pacífico".
El experto concluye que desastres nucleares de este tipo seguirán sucediendo, y advierte que esta decisión "socava la premisa de que la industria de la energía nuclear es viable y responsable en su capacidad para hacer frente a sus propios errores y residuos". Por todo ello, considera que las generaciones futuras sufrirán las consecuencias de decisiones como esta basadas en "la conveniencia, la política y el beneficio por encima de las personas".
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