Los periodistas especializados en ciencia y medio ambiente se han convertido en los peores portadores de noticias del panorama informativo. El día a día de Miguel Ángel Criado, periodista de El País, es tratar con científicos y especialistas que certifican que el mundo que conocemos está en transformación y que ese cambio sucede ante nuestra pasividad. El principal síntoma de ese cambio es la subida de las temperaturas del planeta. Lo que no es otra cosa que calor, más calor, mucho calor.
Ese calor es la consecuencia de la subida de las temperaturas que sentimos en nuestra piel, como el pasado verano, cuando se registraron en España cuatro olas de calor. De este síntoma tan evidente nace el título del libro de Criado, Calor ¿Cómo nos afecta la crisis climática? (Debate), un volumen que delimita el impacto del cambio que afronta el clima en nuestro territorio. El cambio climático en la península, el que sufrimos ya y el que van a padecer nuestros descendientes y al que se tendrán que adaptar nuestras ciudades, nuestras costas y nuestro campo.
Pregunta: El calor, la subida de las temperaturas, ¿marcará el futuro de nuestro país y lo que queda de nuestras vidas?
Respuesta: No, no es que el calor vaya a determinar nuestro futuro, ya está marcando el presente. Quizás aún no lo percibamos mucho, pero en el mundo natural hay infinidad de señales. ¿A alguien se le ha ocurrido mirar al cielo, ha visto golondrinas? No hay y este es el tiempo en el que deberían de estar por aquí. Y si no nos importa mucho el mundo natural, pues pensemos en el campo que vive una crisis profundísima.
P: ¿Son conscientes los españoles del problema que nos va a causar el cambio climático?
R: Creo que no. No es que yo sea un gurú, generalmente los humanos tendemos a mirar hacia otro lado cuando los problemas son medianamente lejanos. El problema es que cuando llegue lo peor del cambio climático igual ya no estaremos nosotros. En una ocasión un experto de Yale me dijo que él no veía a los estadounidenses apretándose el cinturón para que los ciudadanos de otros países pudieran evitar las peores aristas del cambio climático, pero añadía una derivada que explica mejor la inacción. Quienes van a sufrir más el cambio climático no somos nosotros, nosotros no estaremos, serán las próximas generaciones y no está en la condición humana pensar en el porvenir de los demás. Ese es el punto donde soy más pesimista, es un problema generacional.
P: Se ha convertido en un mantra contra los periodistas medioambientales el acusarlos de catastrofistas. ¿Hay una manera “buena” de informar sobre los impactos del cambio climático?
R: Las noticias malas no nos suelen gustar. Hay que contar las cosas que se están haciendo para adaptarse o para mitigar el impacto, no para evitarlo, porque ya no lo vamos a evitar, hay que centrarse en mitigar su impacto y en adaptarnos. Hay muchos animales y muchos sistemas naturales que se están adaptando y ahora nos toca a nosotros, las sociedades humanas, adaptarnos, también, a lo que viene.
Quienes van a sufrir más el cambio climático no somos nosotros, nosotros no estaremos, serán las próximas generaciones
P:El campo y la agricultura están en el centro de las transformaciones que afronta Europa y crea importantes tensiones sociopolíticas. ¿Está el campo español preparándose para los problemas del cambio climático?
R: En nuestro entorno quien peor lo va a pasar va a ser el campo español. No hablo de otros países, sino en España, el peor sector, con mayor impacto, será en el campo. La España vaciada se va a quedar más vaciada todavía, los expertos dicen todos lo mismo: no habrá agua. Muchos de los cultivos desaparecerán porque no va a haber agua. El cereal de secano no va poder subsistir por el ascenso de las temperaturas, no va a poder convertir se en regadío porque no habrá agua. Pero también quiero destacar ejemplos positivos; en los últimos 250 años las vides en la rioja se plantaban orientadas al sur para aprovechar el sol, ahora se plantan orientadas al norte, me parece un buen ejemplo de nuestra capacidad de adaptación.
P: El negacionismo ha encontrado poderosos anclajes en la sociedad. ¿Será suficiente la ciencia para hacer contrapeso?
R: El negacionismo está en nuestra naturaleza humana. Negar lo que nos incomoda, lo que cuestiona nuestra forma de vida, lo que lo que nos obliga a replantearnos nuestro crecimiento económico y nuestro nivel de vida. Ese es el problema. El negacionismo existe porque el cambio climático nos perjudica y preferimos no hacer nada y negar lo evidente. Decía el politólogo Lluís Orriols que hay otro negacionismo, una especie de una segunda oleada de gente que se pueden ver perjudicados no tanto por el cambio climático, sino por las medidas que tomemos para mitigarlo o para adaptarnos. Este es el nicho al que se dirigen los partidos de ultraderecha, van a buscar gente que necesita respuestas y ellos se la quieren dar por el camino más corto.
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