El cambio climático, la biosfera, la capa de ozono, la contaminación química, la acidificación de los océanos, los ciclos del fósforo y el nitrógeno, el consumo de agua dulce, los cambios en el uso del suelo y los aerosoles atmosféricos. En el año 2009 un grupo de expertos, liderados por el científico sueco, Johan Rockström propuso que esos eran los nueve límites planetarios, que regulaban la Tierra y hacían posible la vida tal y cómo la conocemos.
Desde entonces los expertos han estudiado cada uno por separado, así como la interacción de unos con otros. Y han ido actualizando su estado. La última vez que lo hicieron fue en septiembre de 2023, y las conclusiones eran preocupantes: seis de los nueve límites planetarios ya habían sido transgredidos, y todos ellos (salvo el estado de la capa de ozono) habían empeorado sus resultados.
El Independiente ha hablado de este asunto con Rockström, considerado el 'padre' de los nueve límites. Se trata de uno de los expertos en cambio climático más importantes del mundo, que ejerce como director adjunto del Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático (PIK) de Alemania. A sus espaldas acumula galardones y reconocimientos de todo tipo, e incluso forma parte del jurado de algunos de los premios más prestigiosos en materia de medio ambiente del mundo, como el Gulbenkian para la Humanidad, que este año quiso distinguir, entre otros, al profesor Rattan Lal.
Pregunta. ¿Podemos analizar la salud del planeta simplemente observando los límites planetarios?
Respuesta. Es una buena pregunta. Por supuesto, todo depende de cómo definas qué es la salud del planeta. Si lo haces como yo, midiendo cómo de cerca está la Tierra del estado que ha tenido en los últimos 12.000 años, desde que terminó la última Edad de Hielo, que es el que ha permitido el desarrollo de todas las civilizaciones tal y cómo las conocemos, entonces te diría que la respuesta es que sí.
Hemos identificado los nueve sistemas que científicamente tienen evidencia de que regulan el estado del planeta. Y somos capaces de cuantificar cuáles son los espacios operativos seguros de cada uno. Si podemos permanecer dentro de ellos, tenemos una alta probabilidad de mantener el planeta sano. Pero si estos límites se sobrepasan el planeta perderá capacidad para hacer frente a los gases de efecto invernadero e incluso a los impactos naturales, como las erupciones volcánicas o los terremotos. Corremos el riesgo de cruzar puntos de inflexión que pueden conducir a cambios irreversibles e imparables que, en el peor de los casos, pueden alejar al planeta de ese estado estable.
Los límites planetarios se han establecido para medir la salud del planeta, y yo diría que hemos recorrido un largo camino hasta ser capaces de hacerlo. Pero también es cierto que todavía hay muchas incertidumbres científicas. Aún nos queda mucha ciencia por delante para conseguir una precisión mayor.
P. La última actualización de los límites planetarios, el año pasado, fue sin duda la más preocupante. ¿Es porque los gobiernos del mundo no hacen nada o por la inercia que sabemos que tiene el clima?
R. Es principalmente porque los gobiernos, las naciones, las empresas y la economía mundial no está haciendo lo suficiente. No es que el mundo no esté haciendo nada, pero estamos lejos de hacer lo suficiente. Para mantenernos dentro del límite del 1,5ºC del Acuerdo de París necesitamos reducir las emisiones globales en un 7% al año, pero a día de hoy seguimos aumentándolas un 1% al año. Todos los países del mundo firmaron ese acuerdo, igual que el de la COP28, que pretende acelerar la eliminación gradual del petróleo y el gas. Pero seguimos sin ver ningún progreso.
Una tercera parte de nuestra deuda climática está siendo amortiguada por la naturaleza, y la estamos destruyendo
Esto es un fracaso político global. Y hay que decirlo. No se trata de la inercia de los sistemas climáticos, que en cierto modo nos salva porque puede ralentizar los impactos del cambio climático. Aunque también es muy peligrosa porque nos hace creer que los impactos climáticos no son tan malos como en realidad son.
Es muy probable que en los próximos cinco o diez años superemos inevitablemente el umbral de los 1,5°C de calentamiento. Así que debemos reconocer que darle la vuelta a esto es una necesidad urgente, y en gran parte se trata de liderazgo político acelerar esa transición. Y digo acelerar porque estamos viendo que hay cierto progreso, pero va demasiado lento.
P. Para usted, ¿cuáles son los límites más importantes? ¿Existe algún límite que por sí solo pueda comprometer la habitabilidad del planeta?
R. Quizás lo que más me preocupa a día de hoy es el límite que hace referencia al cambio climático, que hemos transgredido muy seriamente. Tenemos que volver al espacio seguro de lo que yo llamo la biosfera, que es la biodiversidad. También hay que mantener el ciclo global del agua dulce y no consumir más de la que necesitamos para mantener los paisajes tan húmedos como sea posible. Y tenemos que dejar de sobrecargar todo el planeta con nitrógeno y fósforo.
Esos limites: nitrógeno y fósforo, agua dulce, tierra y biodiversidad están en números rojos hoy en día. Y todo esto debilita al planeta. Justo cuando necesitamos que esté más fuerte que nunca, está, por lo que sabemos, en su punto más débil desde que los seres humanos comenzaron a caminar sobre él. Esto nos pone en riesgo. La naturaleza que está intacta en la Tierra absorbe el 31% del dióxido de carbono de las emisiones de combustibles fósiles y otras actividades humanas. Una tercera parte de nuestra deuda climática está siendo amortiguada por la naturaleza, y la estamos destruyendo.
A partir de ahí, hemos identificado lo que llamamos los límites planetarios centrales, que son la biodiversidad, el clima y las nuevas entidades. ¿Por qué los llamamos así? Porque son los únicos que tenemos pruebas de que pueden por sí solos cambiar el estado del planeta, generando un efecto dominó en todos los límites planetarios. Así que, por supuesto, nos preocupa especialmente que estos tres límites estén también fuera del espacio seguro. Y también las interacciones entre ellos.
P. De los límites que ya hemos superado, ¿cuál cree que será el más complicado de controlar y llevar de nuevo a una zona segura?
R. Sin duda es la biodiversidad y las funciones ecológicas, que es cuando destruimos demasiado los ecosistemas. La razón es doble. Por un lado es algo tan diverso, tan complejo y tan local que es muy difícil medir exactamente cuánta biodiversidad estamos perdiendo y cuáles son los riesgos, pero también es difícil o imposible encontrar una solución.
Incluso si el planeta nos sorprende por tener una capacidad de resistencia mucho más grande de lo que estamos viendo, estamos poniendo en riesgo el futuro de la humanidad
Con el desafío climático es más fácil: hay que dejar de producir gases de efecto invernadero. No es algo que hayamos resuelto, pero ya hemos recorrido un largo camino. Pero sabemos que el 80% de la biodiversidad del planeta Tierra se encuentra en regiones geográficas gestionadas en gran medida por comunidades indígenas. Por lo que nos enfrentamos a cuestiones mucho más complejas y diversas.
Esta es una de las razones por las que la frontera de la biodiversidad es tan importante. La segunda es que si pierdes una especie nunca podrás recuperarla, es una pérdida permanente. Por eso es tan importante actuar con urgencia en la protección de la vida diversa.
P. En el otro extremo, tenemos la degradación de la capa de ozono, que es el límite que tenemos más controlado. ¿Debería ser el ejemplo a seguir?
R. Es un ejemplo a seguir subestimado. Cuando los científicos detectaron el agujero de ozono se sorprendieron mucho, y al principio no pensaron que las observaciones fueran correctas. Pero cuando se demostró que era cierto y se vio que éramos los humanos quienes lo estábamos causando ocurrió algo muy positivo. Nadie había visto el agujero de ozono, pero el mundo confió en la ciencia, la política escuchó se y actuó en consecuencia firmando el protocolo de Montreal para solucionarlo.
Hace hace poco creo que era difícil comparar aquello con la transición climática de ahora, pero yo diría que ya hemos llegado a un punto similar. Cuando resolvimos la crisis de la capa de ozono se marcaron tres casillas: ciencia, política y soluciones. Curiosamente, desde hace cinco o siete años, estas tres casillas también están marcadas para la crisis climática actual, con la firma del Acuerdo Climático y de la declaración de Dubái. Los 95 países del mundo han firmado para eliminar gradualmente los combustibles fósiles e incluso acelerar su eliminación gradual. Y eso es comparable al protocolo de Montreal.
La última pregunta que debemos hacernos es si tenemos soluciones. Y la respuesta es que sí. Tenemos todas las soluciones para la transición hacia sistemas alimentarios sanos y sostenibles, y hay muchas publicaciones científicas sobre estos modelos económicos circulares. Así que es una elección.
Desgraciadamente, muchos no es que sean negacionistas o escépticos, sino que simplemente creen erróneamente que ganan más manteniendo el statu quo actual. Por supuesto, cambiar es un reto. Habrá ganadores y perdedores, y hay que admitirlo y ser honestos. Pero si hay alguna excusa para no actuar, yo diría que no. Tenemos los componentes que tuvimos en Montreal para resolver la crisis climática.
P. Si se superan los límites planetarios, ¿hasta qué punto es difícil devolverlos a una zona segura? ¿Y cuándo puede alcanzarse un punto de no retorno?
R. Esa es una pregunta muy difícil. Hace unos años publicamos un estudio en el que planteamos la siguiente pregunta: si el calentamiento antropogénico causado por la combustión de fósiles alcanza los 2 grados centígrados, ¿cómo responderá el planeta? Nuestra estimación en ese momento fue que 2 grados centígrados tal vez eran suficientes para desencadenar otra subida adicional de 0,4 grados, lo que podría iniciar una cascada de consecuencias que podrían llevarnos lejos del estado que tenemos ahora.
Se están llevando a cabo muchas investigaciones, y en el Instituto Postdam estamos intentando profundizar en este tema. La gran pregunta es qué ocurriría con el océano en particular y con su capacidad extraordinaria de amortiguación. Pero ese punto es bastante incierto. Por eso mi conclusión es que tu pregunta necesita una respuesta, pero mientras tanto, ¿por qué arriesgarse? Incluso si el planeta nos sorprende por tener una capacidad de resistencia mucho más grande de lo que estamos viendo, estamos poniendo en riesgo el futuro de la humanidad.
P. ¿Cuándo realizarán una nueva actualización de los límites planetarios y cuáles cree que serán entonces los resultados? ¿Seguiremos empeorando?
R. En septiembre de este año publicaremos el llamado Plan de Vigilancia de los Límites. Se trata de una especie de actualización que realizamos conjuntamente con las Naciones Unidas. Lo haremos de forma independiente, pero durante la semana del clima de Nueva York. Queremos actualizar las señales cada año a partir de ahora. Veremos si somos capaces de hacerlo.
P. En enero de este año usted participó en un estudio que proponía un nuevo paradigma para salvaguardar los sistemas reguladores de la Tierra: los bienes comunes planetarios. ¿En qué consiste?
R. Los bienes comunes globales son sistemas que están fuera de las jurisdicciones nacionales. Lo que significa que no son de nadie, y por lo tanto la propiedad es colectiva entre todos los ciudadanos del planeta Tierra. Antes se incluían en esta definición la alta mar, la Antártida, el espacio y la atmósfera. Pero ahora hemos llegando a la conclusión de que tenemos que redefinirlos basándonos en la ciencia.
El mundo debería ayudar a Brasil a ser capaz de proteger la selva para el bienestar de la humanidad
Para nosotros los bienes comunes planetarios son todos los sistemas medioambientales de los que dependemos todos para nuestro propio bienestar. La selva amazónica, el vuelco de la corriente del golfo y la capa de hielo occidental, entre otras, entran en esta definición, porque aunque estén dentro de las jurisdicciones nacionales, todos dependemos de ellos para vivir.
Si tú eres el presidente Lula en Brasil, por supuesto que tienes el control total de tu propio activo, la parte de la selva amazónica que te corresponde, pero también estás al servicio de la humanidad siendo guardián de un bien común planetario. Y ese servicio yo diría que debería otorgar una compensación a Brasil. El mundo debería ayudar a Brasil a ser capaz de proteger la selva para el bienestar de la humanidad.
P. La última. Forma parte del jurado del Premio Gulbenkian para la Humanidad, y usted mismo ha ganado muchos otros galardones. Qué importancia concede a los premios medioambientales?
R. En primer lugar, demuestran que la ciencia es muy importante y que la sostenibilidad es fundamental para el bienestar humano y nuestro futuro en el planeta Tierra. Y en segundo lugar, muchos de los premios medioambientales que se conceden hoy en día en el mundo, como el Gulbenkian, relacionan la sostenibilidad con la salud humana, la estabilidad y lo que es importante para la humanidad. Es decir, nuestra vida, nuestra salud, nuestra seguridad y nuestra estabilidad. Y eso es muy importante.
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hace 4 meses
Sólo hay que leer esta entrevista para constatar que este señor no es ningún científico, es un propagandista político. Es un peligro público, porque son discursos catastrofistas como el suyo, los que alimentan a los ecotalibanes y en lo que se apoya la Agenda 2030 y sus políticas intervencionistas.
Y este medio dándole crédito y, de paso, un altavoz.