En septiembre de 2023 expertos de todo el mundo detectaron una misteriosa señal sísmica que duró nueve días seguidos. Un equipo internacional de científicos, entre los que estaban los sismólogos Alice Gabriel y Carl Ebeling, del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego (EEUU), se unió para resolver el misterio. Y lo han conseguido.

Las conclusiones las han publicado este jueves en un artículo de la revista científica Science, que cuenta una historia sorprendente: en un fiordo del este de Groenlandia, la cima de una montaña se derrumbó en el mar y desencadenó un megatsunami de unos 200 metros de altura. La ola gigante se balanceó hacia adelante y hacia atrás dentro del estrecho fiordo durante nueve días, generando ondas sísmicas que reverberaron a través de la corteza terrestre, desconcertando a los científicos de todo el mundo.

Este chapoteo rítmico es un fenómeno conocido como seiche, y en este caso, afortunadamente, no provocó heridos. Aunque las olas sí causaron destrozos por valor de unos 200.000 dólares en una estación de investigación desocupada en la isla de Ella (Groenlandia).

"Cuando nos embarcamos en esta aventura científica, todo el mundo estaba desconcertado y nadie tenía la menor idea de qué causaba esta señal", relató Kristian Svennevig, geólogo del Servicio Geológico de Dinamarca y Groenlandia (GEUS) y autor principal del estudio. "Todo lo que sabíamos era que estaba de algún modo relacionado con el deslizamiento de tierra. Y sólo pudimos resolver este enigma gracias a un enorme esfuerzo interdisciplinario e internacional".

El cambio climático preparó el terreno para el deslizamiento de tierra al derretir el glaciar en la base de la montaña, desestabilizando los más de 25 millones de metros cúbicos de roca y hielo –suficientes para llenar 10.000 piscinas olímpicas– que finalmente se estrellaron en el mar. A medida que el cambio climático continúa derritiendo las regiones polares de la Tierra, podría provocar un aumento de deslizamientos de tierra grandes y destructivos como este. "Está alterando lo que es típico en la Tierra y puede desencadenar eventos inusuales", afirmó Gabriel, cuyo trabajo en este estudio fue apoyado por el Consejo Europeo de Investigación, Horizonte Europa, la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) y la NASA.

La amenaza del cambio climático en las regiones polares

Cuando las redes de monitoreo sísmico detectaron por primera vez esta señal en septiembre de 2023, fue desconcertante por dos razones principales. En primer lugar, la señal no se parecía en nada al garabato ajetreado que producen los terremotos en los sismógrafos. En cambio, oscilaba con un intervalo de 92 segundos entre sus picos, demasiado lento para que los humanos lo percibieran. En segundo lugar, la señal se mantuvo fuerte durante días seguidos, mientras que los eventos sísmicos más comunes se debilitan más rápidamente.

La comunidad mundial de científicos de la Tierra comenzó a debatir en línea sobre las posibles causas de las extrañas ondas sísmicas. El debate dio lugar a informes sobre un enorme deslizamiento de tierra en un fiordo remoto de Groenlandia que se produjo el 16 de septiembre, aproximadamente en el momento en que se detectó por primera vez la señal sísmica. Para determinar si estos dos fenómenos podrían estar conectados y de qué manera el equipo, dirigido por Svennevig combinó registros sísmicos de todo el mundo, mediciones de campo, imágenes satelitales y simulaciones por computadora para reconstruir los extraordinarios eventos.

El equipo, compuesto por 68 científicos de 41 instituciones de investigación, analizó imágenes satelitales y terrestres para documentar el enorme volumen de roca y hielo en el deslizamiento de tierra que desencadenó el megatsunami. También analizaron las ondas sísmicas para modelar la dinámica y la trayectoria de la avalancha de roca y hielo a medida que descendía por el barranco glacial y se adentraba en el fiordo. Para comprender el tsunami y el seiche resultante, los investigadores utilizaron superordenadores para crear simulaciones de alta resolución de los eventos.

Finalmente, estas simulaciones lograron reproducir fielmente la altura del megatsunami del mundo real, así como las lentas oscilaciones del seiche de larga duración. Al integrar estas diversas fuentes de datos, los investigadores determinaron que la señal sísmica de nueve días fue causada por el deslizamiento de tierra masivo y el seiche resultante dentro del fiordo Dickson de Groenlandia.

"Fue emocionante trabajar en un problema tan desconcertante con un equipo interdisciplinario e internacional de científicos", comentó Robert Anthony, geofísico del programa de Riesgos Sísmicos del Servicio Geológico de Estados Unidos y coautor del estudio. "Al final, se necesitó una gran cantidad de observaciones geofísicas y modelos numéricos de investigadores de muchos países para armar el rompecabezas y obtener una imagen completa de lo que había ocurrido", remató.

Los hallazgos del estudio demuestran los riesgos complejos y en cascada que plantea el cambio climático en las regiones polares. Si bien no había personas en la zona cuando se produjo el deslizamiento de tierra y el megatsunami, el fiordo está cerca de una ruta que suelen utilizar los cruceros, lo que pone de relieve la necesidad de vigilar las regiones polares a medida que se acelera el cambio climático. Por ejemplo, un deslizamiento de tierra en el fiordo Karrat, en el oeste de Groenlandia, en 2017 desencadenó un tsunami que inundó la aldea de Nuugaatsiaq, destruyó 11 casas y mató a cuatro personas.

Gabriel dijo que los resultados también podrían inspirar a los investigadores a revisar el registro sísmico para buscar eventos similares ahora que los científicos saben qué buscar. Encontrar más seiches podría ayudar a definir con más claridad las condiciones que dan origen al fenómeno. "Esto demuestra que hay cosas que todavía no entendemos y que no hemos visto antes. La esencia de la ciencia es tratar de responder a una pregunta a la que no sabemos la respuesta; por eso fue tan emocionante trabajar en esto", afirmó Ebeling.