Aunque ambas cosas suelen ir de la mano, una cosa es la cantidad de lluvia que caiga y otra muy distinta los destrozos que provoque. Y es que existen algunas soluciones para tratar de minimizar los impactos de las precipitaciones torrenciales. De hecho, la Agenda Urbana Española establece que uno de las prioridades es adaptar el modelo territorial y urbano a los efectos del cambio climático para prevenir posibles desastres. Y ya hay ejemplos concretos. No es ciencia ficción, son casos reales de ciudades (en algunos casos, españolas) que han puesto en marcha proyectos con este objetivo. El municipio de Valencia cuenta con algunos de estos sistemas, pero los pueblos de su alrededor, que en este caso han sido los grandes afectados, no han podido beneficiarse de ellos.

Tanques de tormentas

En toda España hay repartidos unos 470 tanques de tormentas, en ciudades como Sevilla, Valencia, Alicante o Bilbao. Se trata de enormes depósitos que recogen el agua de las primeras lluvias, que son las más contaminantes, los días que hay precipitaciones intensas. Y una vez allí la almacenan y la van trasladando poco a poco hasta las depuradoras para evitar que colapsen. Después ese agua se trata y por último se vierte a los ríos.

Manuel Rodríguez Quesada, subdirector de Conservación de Infraestructuras del Canal de Isabel II, explicó en El Independiente que Madrid es la referencia en el uso de estas infraestructuras: "En el municipio de la capital hay 36 tanques, y en toda la región la Comunidad gestiona 65. Entre ellos están los dos más grandes del mundo, que son los de Arroyofresno y Butarque. Esto hace que tengamos la red de tanques de tormenta más grande del mundo". Por poner en contexto, el de Arroyofresno tiene capacidad para albergar la misma cantidad de agua que si llenáramos el Bernabéu ocho veces.

La red madrileña de tanques tiene actualmente capacidad para albergar alrededor de 1,7 hectómetros cúbicos actualmente (1.700.000 metros cúbicos de agua). Y la previsión es que esas cifras vayan aumentando. No es casual: la capital necesita estas construcciones para proteger el río Manzanares, que no tiene apenas capacidad de autodepuración al tener un caudal tan pequeño.

Con todo, los tanques también tienen límites. "En los últimos 15 años se ha sobrepasado su límite siete veces, y se ha vertido el agua directamente al río sin pasar por la depuradora. Pero aún así se vierte en mejores condiciones que antes, porque por el camino ya hay un primer lavado de residuos", comenta Rodríguez. Precisamente por eso en Madrid la mayoría de tanques están ubicados a la vera del río. Pero eso no tiene por qué ser siempre así. En Barcelona, por ejemplo, muchos están colocados en las zonas que se suelen inundar por las lluvias. "Madrid no está preparada para una lluvia que suceda una vez cada 500 años, porque ninguna ciudad lo está. Pero está bastante dimensionada", recalcó Rodríguez.

Parques inundables

En 2015 se inauguró en Alicante La Marjal, el primer parque urbano inundable de España, un recinto creado para "solucionar un problema hidráulico como son las inundaciones que producen las lluvias torrenciales en la ciudad", tal y cómo informó Aguas de Alicante. El parque cuenta con un vaso retenedor formado por un estanque que almacena habitualmente 6.674 m2 de agua regenerada procedente de las depuradoras. Y durante la lluvia, se inunda la zona de vegetación de ribera adyacente hasta alcanzar su capacidad máxima.

La base de estas infraestructuras está en que la vegetación logra amortiguar las inundaciones, mientras que los terrenos sobre los que se ha construido en muchas ocasiones los parques urbanos, hechos con materiales como cemento, se convierten en una pista de aceleración que impide la infiltración del agua, aumentando su velocidad y los efectos de la inundación. 

La creación de parques inundables es una opción por la que están apostando fuerte regiones como el País Vasco, que impulsó que municipios como Bilbao, Balmaseda, Hondarribia, Areatza, Tolosa o Durango siguieran el mismo camino. En el caso de Alicante, este sistema fue clave para evitar daños mayores el 21 de agosto de 2019, el día más lluvioso registrado en la ciudad en los últimos 160 años, almacenando 22.000 m3, aproximadamente un 50% de su capacidad total.

La compañía Agbar ha realizado varios proyectos en esta misma línea. Por ejemplo, en Rojales (otro municipio alicantino de poco más de 16.000 habitantes), construyeron una zona húmeda compuesta por lagunas artificiales naturalizadas en el parque de El Recorral. Y en Sant Joan les Fonts (Girona), restauraron los humedales artificiales que forman parte de la depuradora de Begudà.

Ciudades esponja

Las iniciativas anteriores pueden englobarse dentro del concepto de las ciudades esponja, que según la definición de la ONU son aquellas que "aprovechan la infraestructura urbana verde, desde la revegetación de superficies impermeables hasta los techos verdes y humedales construidos, para dar resultados positivos en términos de disponibilidad de agua, calidad y reducción de inundaciones". La idea básica es evitar que el agua de lluvia inunde las ciudades mientras se implementan formas de conservarla para su eventual reutilización, en lugar de simplemente enviarla por el desagüe.

Hay muchos ejemplos. En Suecia encontramos el considerado primer barrio sostenible de Europa, Hammarby, que ha logrado crear un ecosistema circular para el agua, la energía y los residuos. En el caso de la lluvia, han edificado infraestructuras para aprovecharla para el riego y para el uso doméstico, y un humedal para evitar las inundaciones.

No hay que irse muy lejos para encontrar otro caso. En Vitoria tienen el conocido como Anillo Verde, un conjunto de parques que rodean la ciudad compuestos por ríos, arroyos, humedales, cultivos, bosques-isla y pequeñas aldeas típicas de la Llanada Alavesa. Consta en total de 90 km de itinerarios peatonales y ciclistas, incluido el itinerario Vuelta al Anillo Verde, de 33 km.

Pero si hay un país de referencia en este tipo de sistemas es China. "No se puede luchar contra el agua. Hay que adaptarse a ella", declaró Kongjian Yu, arquitecto paisajista y profesor de la Universidad de Pekín, en una entrevista con The New York Times el pasado marzo, donde el experto relataba como a través de su empresa Turenscape han supervisado el desarrollo de cientos de parques acuáticos urbanos en China, donde se canaliza la corriente de las crecidas repentinas para que penetre en el suelo o sea absorbida por humedales artificiales.

Xi Jinping, presidente de China, inauguró de manera oficial el programa de ciudades esponja en 2015, con proyectos piloto en 16 ciudades chinas. Desde entonces se ha ampliado a más de 640 lugares en 250 municipios de todo el país. La meta, al menos en teoría, es que para 2030 el 70% de la lluvia que cae en las ciudades esponja de China durante fenómenos meteorológicos extremos se absorba en el lugar en vez de acumularse en las calles.