«Qué puntualidad», dice sorprendido al recibir la llamada de El Independiente cuando el reloj marcaba las 12:00 en punto. No le des más whisky a la perrita -La esfera de los libros-, recorre la vida y peripecias de Raúl del Pozo a través de historias y testimonios que enriquecen su lectura.
Aunque admite que todavía no lo ha terminado porque le «asusta» leer sobre sí mismo, considera que la obra a la que Jesús Úbeda y Julio Valdeón han dado forma desde el barro es «un himno al periodismo», una profesión que «está bastante amenazada económica y políticamente».
Para Jesús, «Raúl es un tótem del periodismo y su historia no debía ser comida rápida», sin embargo, la idea de hacer de su vida una biografía canónica «le espantó».
Aunque fue complicado sacarle información, pues como aclara Julio, Raúl «rehuía hablar de sí mismo», del Pozo considera que «ellos dicen que no decía nada, pero eso ha dado más suspense al libro».
Citando a Oscar Wilde, Raúl tiene fe ciega en que «la mejor manera para que no te conozcan es contar tu vida», y eso es precisamente lo que ha hecho en No le des más whisky a la perrita. Con un ímpetu innegable y una sabiduría palpable, no quiere que se le trate de usted en la llamada, pues «cuanto más viejo soy más joven me siento».
La vanidad es una enfermedad, procuro no contar batallitas
RAÚL DEL POZO
La modestia, algo que ensalza la obra de Úbeda y Valdeón, es uno de sus grandes principios. Raúl considera la vanidad como una «enfermedad», rehuyendo así de «contar batallitas».
Si hay algo que No le des más whisky a la perrita retrata es el punto álgido del periodismo del siglo XX, cuando «decíamos lo que nos daba la gana», señala Raúl. Ahora, admite que en la profesión «hay menos libertad» y que «los periódicos están hundidos y el papel puede desaparecer».
A la situación de la carrera que tanto ha dado a Raúl hay que sumarle el actual panorama económico y sanitario que azota nuestro país y el resto del globo. «Los políticos se ponen a hacer retórica y argumentarios electorales cuando estamos rodeados de muertes. No se han dado cuenta todavía de que hay más de 30.000 fallecidos», señala contundente.
Del Pozo considera que la pandemia y el virus son «los peores enemigos que hemos tenido», estando sumergidos así en «una serie de catástrofes que empezaron con el referéndum de Cataluña».
Ahora hay menos libertad, no vivimos una época buena para el periodismo
RAÚL DEL POZO
Con una trayectoria longeva dentro y fuera de los diarios, platós y templos de la locución, Raúl admite que se «arrepiente de muchas cosas». Todas ellas, y en especial las que recorren su montaña rusa profesional y personal, se cuentan en la obra de Úbeda y Valdeón, con un título que hace homenaje a Dana, la perrita de Raúl «que no paraba de ladrar y de fastidiarme las grabaciones», relata Jesús.
Para Jesús y Julio el reto no era otro que estar a la altura de una figura que había sido esencial para ambos. Una de las grandes dificultades fue compaginar calendarios y horarios entre océanos: Úbeda trabajó desde Madrid y Valdeón desde Nueva York. Sin embargo, y confirmado por el propio protagonista de su obra, el resultado acompañó al desafío que tuvieron por delante.
Desde la riqueza de personalidades que intervienen en la narración -Javier Rioyo, Manuel Vicent, Jesús Quintero, Rafael Ramonet, Antonio Lucas, Marta Robles, Jiménez Losantos, Alberto Rojas o Felipe Alcaraz-, hasta frases icónicas como «la mejores mujeres de Madrid se encuentran en el Museo del Prado», la obra de "no ficción" que recorre su vida se convierte en un pasaje de anécdotas vívidas con las que el lector puede acompañar a su protagonista.
Los políticos no se han dado cuenta de que hay más de 30.000 muertos
RAÚL DEL POZO
«Raúl es uno de los grandes escritores en lengua española del último medio siglo, y quien quiera conocer lo que fue tendrá que leerle», explica Julio. Si es posible, en la obra que ha coescrito con Úbeda.
«Es un tío noble, generoso, simpático y encantador. Él detestará estos elogios, pero que se fastidie: las verdades duelen», admite Jesús. Para Raúl del Pozo, «los enemigos son constantes y muy leales en su enemistad, pero los peores son los amigos porque son los que cuentan cosas», como ha demostrado No le des más whisky a la perrita.
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