"Mi abuelo tuvo que ir a una guerra, a nosotros nos ha tocado este churro de pandemia". Cada generación tuvo su némesis, pero la sociedad contemporánea no se había enfrentado a un enemigo tan silencioso como mortal. Jordi Sánchez Zaragoza (Barcelona, 1964) estuvo 24 días en coma inducido en la UCI del Hospital Universitario Fundación Jiménez Diaz luchando contra el Covid-19, pero en su llamada con El Independiente desprende la energía contagiosa y efervescente de la que hace gala en cada una de sus actuaciones y personajes.
"Me paso la vida en el AVE y ahora mismo estoy disfrutando muchísimo de este descanso en casa", afirma el actor. "Hago gimnasia, me voy a caminar por la montaña, pero soy bastante inquieto y creo que dentro de un mes ya me habré cansado y tendré ganas de trabajar", indica entre risas.
Entre rodajes, tomas y viajes, publica Nadie es normal (Editorial Planeta), un relato de bizarras historias y reflexiones mundanas de fácil lectura y asegurado entretenimiento. En él, el actor aúna su experiencia como dramaturgo y escritor con su capacidad para la comedia. Las que, asegura, son sus dos grandes pasiones. "Siempre me ha gustado escuchar, cotillear, chafardear y preguntar", pero el actor se había ceñido a "escribir teatro" hasta la fecha. "Me encontré con numerosas historias independientes y decidí publicarlas. Nadie es normal se podría llamar Todo el mundo es normal", puntualiza.
Afirma que la ventaja de la literatura, al igual que la de la representación, es que el lector o espectador nunca puede trazar la fina línea que separa la realidad de la ficción, pero en su libro "siempre hay algo personal", pues "escribir sobre cosas que no conozco y de las que no tengo una vivencia cercana no es algo que suelo hacer", relata. Entre cantos de amor a su familia y trabajo, Jordi Sánchez recopila relatos que convierten a aquellos que los leen en voyeurs.
Otro de los cantos de Nadie es normal es la reivindicación de lo cotidiano como extraordinario, y de cómo la adversidad propulsa la relativización. "El Covid es un rollo, no sirve para nada y no te aporta nada", afirma el actor tras su reciente ingreso. "No necesito que me caiga un Covid del cielo para darme cuenta de que mi vida estaba en un buen momento, pero me ha caído y ha sido muy desagradable", indica. "He salido airoso, pero no hace falta que me pasen desgracias para darme cuenta de que no soy un desgraciado", explica crítico en referencia a la corriente de poner en perspectiva la fortuna únicamente tras el infortunio.
No necesito que me caiga un Covid del cielo para darme cuenta de que mi vida estaba en un buen momento, pero me ha caído y ha sido muy desagradable"
Además del necesitado reposo después de un mes de lucha entre camillas y pruebas médicas, Jordi Sánchez destaca poder volver a caer en las redes de uno de los placeres más infravalorados, la comida: "Después de un mes de comer por sonda y con papillas, disfruto al poder comerme una paella o unas lentejas ricas". Los pequeños placeres.
El apoyo que ha recibido durante su estancia en la UCI ha sido, además, una fuerza motora extra. "Abres el móvil después de estar 24 días durmiendo en el coma inducido y te encuentras, primero, con mensajes de amigos y conocidos muy bonitos, y luego, con muchos otros de seguidores de la serie o de tu carrera", indica emocionado. "El afecto te arropa y te hace sentir muy bien".
Haber vivido de primera mano la pandemia le hace reflexionar acerca de aquellos que no ven suficientes evidencias para confirmar la existencia de dicha. O lo que se ha bautizado como otro tipo más de negacionismo. "Dicen que esto no es Covid, que es una gripe más fuerte… pues bueno, será una gripe más fuerte, ponle el nombre que quieras, pero está ahí", relata. "La imagen del Palacio de Hielo de Madrid lleno de gente muerta, eso no se puede negar", balbucea.
La magia de la televisión
Para la cena fina, la lubina. Para la elegante, el bogavante. Para Jordi Sánchez, interpretar a Antonio Recio en La que se avecina ha propiciado que reciba un aluvión de halagos hasta en los probadores de una tienda. "Si estás en unos grandes almacenes y te entran en el vestuario, pues dices, ‘oye chico, espérate que me acabe de probar los pantalones’", ríe mientras lo relata al otro lado del teléfono. "Eso me pasa mucho, pero forma parte de la popularidad que genera la televisión. En el fondo es agradable que te paren y te digan ‘me gusta lo que haces, tu trabajo me divierte, tu personaje me encanta’. Son piropos", afirma.
La gente ha entendido que Antonio Recio es una crítica a este tipo de personajes y no a los colectivos contra los que se mete"
El actor explica que se aprende a gestionar la fama, sobre todo porque es un éxito que únicamente le aporta beneficios. "Es distinto a si eres un político, lo has hecho mal y te insultan por la calle. A mí no me ha insultado nadie, a pesar de que el personaje dice barbaridades", replica. Recio, que no deja títere con cabeza en La que se avecina, es un personaje muy vocal y dicharachero, pero Sánchez considera que el espectador "ha entendido que Antonio Recio es una crítica a este tipo de personajes y no a los colectivos contra los que se mete, que son todos".
El actor considera "normal" que la gente le identifique con su papel en LQSA, a pesar de haber trabajado en teatro como escritor y en otros proyectos no relacionados directamente con la comedia: "En diez años de teatro puedes haber hecho 100.000 espectadores y en una emisión de La que se avecina haces dos millones, este es el peso y la fuerza que tiene la tele", explica.
A pesar de la predilección popular por el personaje encargado de regentar una pescadería, Sánchez admite que le "gusta hacer de todo": drama, comedia o "dramedia". "La gente normalmente te llama para que hagas lo último que te ha visto hacer", afirma. "Siempre me dan más comedias. Siempre. Yo feliz con que me las den y con que me den dramas cuando crean que me necesitan. Por eso somos actores".
En diez años de teatro puedes hacer 100.000 espectadores y en una emisión de La que se avecina dos millones, este es el peso que tiene la tele"
(A)puesta en escena
Jordi Sánchez también tiene las manos metidas en la masa teatral. Asesinos Todos, la obra que protagonizan Carlos Sobera y Neus Asensi, y que se representa en el Teatro Reina Victoria de Madrid, es un libreto que el actor ha escrito junto con Pep Antón Gómez. "El público vuelve", afirma en referencia a la respuesta de los espectadores en plena época de restricciones, pero considera que el gremio lo está "pasando muy mal porque el aforo es el que es". "Espero que la nueva normalidad se pase rápido y volvamos a la antigua. Esto es un despilfarro económico", retrata.
A pesar de todo, considera que "los que lo están haciendo bien son los del teatro" al respetar las plazas que tienen asignadas para mantener las medidas sanitarias interpuestas por cada Comunidad. "Hay gente que pasa de todo, hay gente que está en una edad complicada, porque tirarte un año con una mascarilla es un rollo y si tienes 20 años tienes muchas ganas de fiesta", apunta en referencia a ciertos comportamientos de la población. "Yo no seré el que, cuando vea a un chaval por la calle sin mascarilla, le diga póntela, pero tiene que ser responsable".
Entre telón y cámaras, Jordi Sánchez afirma en su recién publicado libro que es un afortunado por poder vivir de aquello que ama. Eso sí, siempre dividido entre sus dos grandes pasiones. "Vivo en Barcelona y si me quedo haciendo teatro en Madrid me quedo sin familia", comenta entre carcajadas.
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