El 8 de abril de 2023 se cumplen 50 años desde el fallecimiento de Pablo Picasso. El "genio" que define el cubismo y cuya historia personal tiene episodios verdaderamente oscuros. Uno de los temas que forma parte de los debates actuales es cómo separar al artista de la obra. Si es ético seguir alabándole cuando se sabe cómo, por ejemplo, mantenía relaciones sexuales con menores. Además, eran conocidas sus innumerables infidelidades y maltrataba emocional y físicamente a las mujeres con las que estaba.
Se habla una y otra vez de "las mujeres de Picasso", en ocasiones, sin nombres, sin rostros, solo meras anécdotas. Aunque se hace para nombrar a un grupo muy específico, contribuye a su invisibilización. Sobre todo si se tiene en cuenta que, revisando la carrera de alguna de ellas, ya tenían su propia fama antes de relacionarse con el pintor.
Se suele hablar de las ocho mujeres que marcaron su vida. Aquí, nos centraremos en aquellas cuya vida ya era exitosa y un foco de arte y talento antes de conocer al pintor. Para ello, hemos hablado con Eugenia Tenenbaum, la historiadora del arte que ha publicado esta misma semana un libro titulado Las mujeres detrás de Picasso. En su obra explica cómo ellas participaron en que Pablo se convirtiera en Picasso, ofreciendo la perspectiva de género para entender que existieron no gracias al pintor, sino a pesar de él.
Fernande Olivier, pintora y escritora
Fernande Olivier fue su primera pareja conocida. Una mujer que se cambió el nombre para huir de su primer marido, y que tenía ingresos muy reducidos. La joven fue toda su vida modelo y musa de artistas, y muy conocida en los círculos parisinos. Era aspirante a pintora, pero también escribía en unos diarios que años más tarde hizo públicos.
La fama de Picasso llegó después de que se separaran, por lo que aquellas apreciaciones de Fernande se convirtieron en información realmente interesante. La artista había capturado al pintor en la intimidad y sus escritos, por los que ganaba un dinero que necesitaba desesperadamente, ayudaban a conocer al genio. Sin embargo, los dos libros que publicó fueron una respuesta a la censura que el que fuera su pareja intentaba imponerle.
Los abogados de Picasso consiguieron frenar la publicación de un serial sobre Picasso en el periódico Le Soir, escrito por Fernande. En 1933 ven la luz los seis capítulos de estas memorias, reunidos en un libro titulado Picasso et ses amis. Pero el artista impide que la cosa vaya a más pagando a la que fuera su pareja para evitar que siguiera haciendo públicos ciertos detalles de su vida.
No es hasta 1988, tras la muerte de ambos, cuando se publica Recuerdos íntimos (escritos para Picasso). Y el pasado año el museo de Montmartre organizó en octubre la primera exposición dedicada únicamente a la figura de Fernande, a menudo olvidada.
Gabrielle Lespinasse, actriz y cantante
El romance de Picasso y Gabrielle Depeyre, que se cambió el apellido a Lespinasse, no se conoció hasta después de su muerte. Gaby, como la llamaba el pintor, era cantante y actriz en un cabaret parisino según el poeta André Salmon. Pero fue durante la primera Guerra Mundial, cuando permanecían alejados de la capital francesa en la costa de Saint Tropez, cuando vivieron un romance secreto.
Picasso y Gaby mantuvieron una relación en los últimos meses de vida de Eva Gouel, a pesar de que la parisina era supuestamente su gran amor. No fue hasta que la sobrina de Lespinasse vendió sus propiedades que se descubrieron las cartas de amor en el dorso de sus pinturas.
Entre las frases que se recuperaron estaba una petición de matrimonio que, evidentemente, Gabrielle Depeyre rechazó. Terminó casándose con el pintor Herbert Lespinasse al año siguiente.
Olga Khokhlova, bailarina
En esta época también habría salido con Émilienne Pâquerette, modelo del momento, que también había sido actriz. Y con Irène Lagut, pintora con la que estuvo durante algunos meses.
Pero después llegó Olga Khokhlova (pronunciado Jojlova). Fue la primera esposa de Picasso, con quien tuvo también su primer hijo. Era aristócrata rusa, y se conocieron en Roma cuando el pintor participaba en los decorados y vestuario de una representación de Parade para la compañía Diaghilev. La artista era bailarina de ballet, aunque dejó su profesión tras comenzar su relación con el pintor.
Muchos dicen que fue porque el malagueño la obligó a dejar la danza, pero la autora del libro Las mujeres detrás de Picasso nos desvela que no fue así. Lo que realmente ocurrió fue que se lesionó y tras la operación no pudo volver a bailar al mismo nivel. Sin embargo, posiblemente el pintor le hubiera impedido seguir trabajando si ella hubiera querido hacerlo, y la ley le respaldaba.
Con ella descubrió las altas esferas de la cultura en París. Fue gracias a Olga y sus relaciones aristocráticas cuando empezó a tener su sitio en el mundo del arte más lucrativo. Empezó a vivir una vida más cómoda y privilegiada, y se juntaba con grandes personalidades que aumentaban su fama.
A pesar de que el matrimonio duró diez años, todo cambió tras el nacimiento de Paulo, su primer hijo en común. Se sabe que Picasso le prohibió a Olga que visitara a su familia, cimentando el aislamiento que le permitía manipularla más fácilmente. Rápidamente el pintor retomó además su costumbre de ser infiel, de la que todas sus parejas fueron víctimas.
Las discusiones entre ellos eran violentas y muy públicas, pero no se separaron hasta que la amante del pintor, una adolescente que se encontró por la calle, se quedó embarazada. Sin embargo, Picasso se negó a seguir la ley francesa y dividir su patrimonio, por lo que el final de su relación no se hizo oficial hasta la muerte de la bailarina.
Dora Maar, pintora y fotógrafa
Dora Maar es probablemente la más conocida de las parejas de Pablo Picasso. Ya antes de que empezara su relación era conocida en los círculos culturales franceses, al nivel de artistas como Man Ray. Sin embargo, era una mujer torturada por el contexto histórico. Su verdadero nombre estaba aderezado con el apellido croata de su padre, Markovitch, y sonaba judío. Una circunstancia que, en el tiempo de auge de los nazis y antes de la Segunda Guerra Mundial, era un auténtico peligro.
La fotógrafa vivió con mucho miedo en un periodo de entre guerras con el inevitable trauma que conlleva. Pero además, en una época donde la lucha entre fascismo y comunismo era de vida o muerte, Dora era militante de izquierdas, nos cuenta Eugenia Tenenbaum. Fue ella quien animó a Picasso a reflejar el horror de Guernica. Se lo había pedido al pintor el Gobierno republicano español, y formaría parte de la exposición internacional de París de 1937.
No contenta con eso, fotografió todo el proceso de creación entre el 11 de mayo y el 4 de junio de 1937 en el estudio de Picasso ubicado en la Rue des Grands-Augustins. Ese trabajo se puede ver a día de hoy en el museo Reina Sofía y ayuda a engrandecer la figura del genio.
La serie de fotografías, por la habilidad de Dora Maar, es la clave para entender Guernica. Gracias a ella se aprecia como una obra que se conforma al hilo de los acontecimientos que la desencadenan.
Sin embargo, ese favor que le hizo Dora Maar a la obra de Picasso, nunca fue correspondido. De hecho, la artista no se sentía nada identificada con los retratos que el pintor hacía de ella, ni tampoco quería abandonar la fotografía como el malagueño le insistía. Sin embargo, la fama y talento de Dora ha llegado a nuestros días porque ella se expresó a través de una cámara.
Según la autora del libro Las mujeres detrás de Picasso, hay dos posibilidades a tener en cuenta sobre por qué el pintor rechazaba a Dora como fotógrafa. Primero es que probablemente consideraba este arte como menor, mientras que las artes plásticas le parecían más prestigiosas. Y segundo es que podría sentir cierta envidia de la fama y talento que demostraba su pareja.
Si con Olga explotó su lado más aristocrático y beneficioso económicamente, Pablo Picasso consiguió junto a Dora labrarse la fama que tiene ahora. La de icono de la Europa de la resistencia.
Françoise Gilot, pintora, crítica de arte y escritora
La única que sigue con vida, habiendo cumplido el pasado mes de noviembre los 102 años. Françoise conoció a Picasso cuando era estudiante de pintura pero su obra ya tenía suficiente nivel y relevancia como para haber vendido alguna pieza. Tenía tan solo 21 años, mientras que el artista tenía 61, y terminó abandonando el arte para dedicarse solo a él.
La teoría de que la carrera de Françoise Gilot no se desarrolló más por su relación con Picasso está muy extendida. Cuando la artista terminó abandonando al pintor, retomó los pinceles y se enfrentó con aún más problemas.
El artista malagueño quiso vetarla de los círculos de arte, exigiendo a los marchantes de arte que no adquirieran piezas suyas. Además, llevó a cabo una campaña de desprestigio que, sin embargo, no consiguió terminar del todo con su carrera. Eso sí, con la publicación de las memorias de Françoise, que el pintor intentó impedir por todos los medios, Pablo Picasso se desentendió de los dos hijos que compartían.
No solo musas
Actualmente, una exposición sobre Marie Laurencin, Sonia Delaunay y Françoise Gilot, llamada "No solo musas", recorre diferentes localidades madrileñas. Se trata de una exposición itinerante que entre el 21 de marzo y el próximo 12 de abril estará en la Casa de Cultura Asunción Balaguer de Alpedrete.
Es imprescindible contextualizar la obra de Picasso
La sociedad profundamente deprimida entre guerras, con la segunda ola del feminismo aún dejando cabos sueltos, fue el enclave perfecto para que la figura de Picasso arrasara con el recuerdo de estas mujeres. Sin embargo, cincuenta años después de su muerte y más de 140 tras su nacimiento, la idea del genio busca ser redefinida. Contextualizada.
Según explica Eugenia Tenenbaum, tenemos que echar luz sobre el maltrato bien documentado que Picasso ejercía sobre estas mujeres. No solo se encuentran las pruebas en sus cartas u obras, también en los testimonios de las víctimas y los testigos. Prácticamente todos sus contemporáneos y biógrafos lo mencionan.
Pero no es una cuestión de "censurar sus obras ni quitarlas de los museos", nos insiste la autora del libro. Se trata de poner en contexto una figura a la que hemos subido a un pedestal. Ofrecer una visión completa sobre la personalidad de este hombre que está en lo más alto de la lista de artistas españoles. Enseñar y favorecer el entendimiento de cómo vivía su vida Pablo Picasso.
Y sobre todo, darle espacio a aquellas cuyo espacio fue siempre emborronado por su relación con Picasso.
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