Este miércoles se ha publicado El chico de las musarañas, el libro que empezó a escribir Aless Lequio tras su diagnóstico de cáncer y que Ana Obregón ha terminado. Un emocionante relato que recorre los momentos más oscuros del cáncer que acabó con su vida un 13 de mayo de 2020.
Es la actriz quien empieza el libro, pero los textos de Aless, que en el libro ocupan de la página 159 a la 231, han sido respetados íntegramente en su versión original. El joven intenta contar su historia en primera persona, cambiando los nombres y con su característico sentido del humor.
Para explicarse empieza contando el porqué del título. Según cuenta, el "plano terrenal" le resultaba aburrido y prefería las musarañas. El primer capítulo, titulado Valientes cabrones, empieza: "Soy un chico capaz. Capaz de perderme en el pensamiento y olvidarme de quién me dirige la palabra, dónde estoy o por qué tengo un tenedor en la mano custodiando un pelotón de tomatillos resecados".
"Me quedo entre absorto y embobado, con cara de artimaña intelectual y a veces incluso sonrío hacia tierra de nadie. Igualito que un lunático de la López Ibor", comenta. Procede entonces a detallar cómo nombra a sus "musarañas" y las describe con detalle. Pero al volver a la tierra empieza a explicar cómo fue la visita la hospital que lo cambió todo, la que descubrió que no tenía unas simples hemorroides sino un absceso que terminó siendo un tumor.
Cambiaba los nombres de los protagonistas
Un 23 de marzo en el que, junto a su novia, se dirige al hospital después de semanas de malos diagnósticos y mucho dolor. La visita empieza con discusiones, porque Aless (que se hace llamar Tom en el libro) no ha impreso la cita correctamente y Raquel Rodríguez (a quien llama Karen) está nerviosa.
Tras un primer tacto rectal que resulta en que se organice una colonoscopia, Aless decide llamar a su madre. "Dicen que me han encontrado algo raro en el recto, pero ¡no te asustes!", le cuenta. Una historia que Ana Obregón recuerda de otra manera, pero que desde la perspectiva del joven incluye momentos muy divertidos, como la primera llamada de la actriz a Alessandro Lequio desde el hospital.
En un diálogo que va entre bromas se plantea todos las posibles opciones con las que Ana hubiera podido guardar el número de Lequio en su móvil. Como todos los nombres del libro están cambiados se entiende que no son los mismos, pero resultan igual de simpáticos: "Pesado Padre Tom", "El Conde Bombón" o "No contestar nunca".
La parte de Aless Lequio, escrita de manera totalmente diferente al resto del libro, que es más un diario de Ana Obregón, dura solo tres capítulos. Sin embargo, toda la novela está llena de pequeñas cartas o mensajes que dejó en notas por la casa o en su móvil.
El miedo tras el diagnóstico
Por ejemplo, esta carta que escribió al amor de su vida que nunca llegó a conocer: "Te escribo porque no te conozco. Si te conociera, las teclas de mi ordenador tendrían tanto polvo acumulado que mis frases serían un sinsentido, pero ese no es el caso. Hoy mis palabras pecan de elocuencia. Vivo anclado a la posibilidad de conocerte, pero ya no sé si lo haré en lo que me queda de vida".
"Ojalá estas palabras puedan crear un pedacito de realidad para poder llevarme el boli a la cama pensando que al menos exististe en mi imaginación. Dentro de mí. Tengo cáncer, pero lo peor de todo, tengo miedo. Ya no sé si algún día seré capaz de sentir cómo eres y lo que podríamos llegar a ser, pero lo que sí puedo hacer ahora, en este mismo momento, es transmitir cómo no eres, y, por lo tanto, acercarme un poquito más a la idea de lo que serías. Sé que no eres el amor de mi vida, porque serías mi vida entera. Porque seríamos uno. Porque sería para siempre", finaliza.
El mensaje para su madre
En otro momento del libro, Ana rescata una carta que su hijo le dio poco después de conocer que su cáncer estaba en remisión en marzo de 2019. "Este año me he sentido más cerca de ti que en toda mi vida", le dice en un texto que escribió por su cumpleaños. "Me he dado cuenta de que hay muy poca buena gente en el mundo y que ser bueno trae mucha más felicidad que la maldad, los engaños y el egoísmo. Todo esto me lo has enseñado tú".
"Nunca te va a faltar de nada, mamá, y no veo la hora de ganar suficiente dinero para verte disfrutar de tu vida sin trabajar, lo que haría un buen hombre. Te quiere muchísimo, Aless", finaliza la carta.
Un año más tarde, Aless estaba con fiebre, muy débil, e ingresado en el hospital. Era el día de la madre y estaban probando un ensayo clínico que no estaba funcionando. "Mamá, no sé qué sería de mí sin ti. Eres mi persona favorita desde siempre y para siempre. No lo olvides nunca. Te quiero, Aless". Fue solo unos días antes de morir, cuando según Ana se acabó la vida de su hijo y la suya propia.
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