La maldición de los Grimaldi es una de las leyendas urbanas más populares de la realeza. La mala suerte que ha tenido la familia en los asuntos personales es innegable, pero una de las historias que más recuerda la gente sobre el Principado de Mónaco es la de Rainiero III y Grace Kelly. En el 74 aniversario de la coronación del soberano recordamos la tragedia que rodeó su vida, desde la muerte de la actriz hasta las dificultades de sus hijos.
La leyenda dice que en el siglo XIV una bruja maldijo a Rainiero I, el primer soberano de Mónaco, y le condenó a no encontrar la felicidad en el matrimonio. Una maldición que supuestamente se habría ido heredando a lo largo de toda la genealogía Grimaldi y que habría llegado hasta nuestros días.
La mentira de su matrimonio
Siempre nos vendieron el matrimonio de Rainiero y Grace Kelly como una gran historia de amor. Sin embargo, hay rumores de que fue todo un plan financiero para salvar la independencia económica del Principado. De hecho, fue gracias a la intervención de Aristóteles Onassis, gran amigo del príncipe.
Supuestamente habría tenido la idea de utilizar la historia de amor de cuento que se vendió como una gran herramienta de marketing que avivara el turismo e interés mediático de Mónaco.
Nadie mejor que una estrella de cine, hermosísima y ya galardonada con un Oscar, para reavivar la economía del Principado, pensaron. En un primer momento fue Marilyn Monroe la candidata, pero su estilo de vida y fama fueron demasiado. Mejor una mujer de familia rica como era Grace Kelly, que pudiera pagar la anacrónica dote de 2 millones de dólares de la época.
A pesar de que era 1956, el hablar de dotes ya era extraño. Tanto que en un primer momento el padre de Grace Kelly se negó a pagar por el matrimonio de su hija, y menos aún tal cantidad escandalosa. Sin embargo, terminó cediendo, y se dice que ese dinero salvó a Mónaco de la bancarrota.
El misterio de la muerte de Grace Kelly
En septiembre de 1982, cuando no habían pasado 30 años de su matrimonio, Grace Kelly iba conduciendo con su hija Estefanía, que tenía 17 años. Desde el principio se especuló: ¿era realmente la princesa de 52 años quien conducía? Se dijo que a la actriz no le gustaba coger el coche, e incluso se especuló con que no tuviera siquiera carné, pero el accidente ocurrió por una carretera sumamente complicada.
En la versión de Estefanía, el coche que conducía Grace no frenaba y, nerviosa, la hija agarró el freno de mano. Sin embargo, no consiguió detener el vehículo, que terminó cayendo por la ladera. La hermana menor del príncipe Alberto salió a duras penas por la puerta del conductor, ya que la suya estaba bloqueada.
"Mi madre confundió el pedal del freno con el acelerador; yo no sé qué le pasó", aseguró Estefanía unos veinte años después del accidente.
No se llegó a hacer una autopsia, ni se encontraron explicaciones para el problema de los frenos, por lo que su muerte siempre se ha considerado un misterio por resolver. Y la pobre Estefanía se ha visto obligada a lidiar con las acusaciones toda su vida. Por si no hubiera sido suficiente el ver a su madre perder la vida a su lado.
Los escándalos marcaron su vejez
Rainiero de Mónaco perdió a su esposa cuando tenía 59 años y nunca más volvió a casarse. Se dedicó a sus hijos y su Principado, que le necesitaban. Con Estefanía se enfrentó a verdaderos quebraderos de cabeza, porque tras la muerte de Grace Kelly la princesa vivió una auténtica revolución rebelde.
Se sucedieron los novios y los escarceos, con polémicas elecciones que casi nunca incluían a los hombres educados y elegantes que le hubiera gustado ver a Rainiero. Pilotos, fotógrafos, músicos, hombres mucho mayores que ella… y antes de encontrar la estabilidad en lo personal también dio tumbos en lo profesional. Sacó un álbum y participó en películas y series, comercializó un perfume…
El primer gran escándalo fue cuando, en 1991, había anunciado su boda con el empresario Jean-Yves Lefur, amigo de su padre. Entonces se conoció que tenía una aventura con su guardaespaldas, Daniel Ducruet. Tuvo dos hijos junto a él, Luis y Pauline, a pesar de que su matrimonio duró un año antes de que el mundo entero se enterara de que el marido de la princesa le era infiel.
Antes de la muerte de su padre en abril de 2005, Estefanía tuvo tiempo para seguir causando verdadero shock a su paso. Tuvo una tercera hija, Camille, con otro guardaespaldas con quien nunca se casó; y en 2002 se unió al circo, recorriendo Europa con la troupe. Pero tras el fallecimiento de Rianiero decidió centrarse en los suyos y su vida dio un giro hacia la estabilidad.
"No pasa un día que no piense en él, que algo no me lo recuerde (…) Me gustaría que estuviera orgulloso de mí y de lo que hacen mis hijos", aseguraba Estefanía en 2020, quince años después de su muerte.
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