Alonso Caparrós es uno de esos rostros con una sonrisa perenne que ha marcado la historia reciente de la televisión. Y en estos momentos difíciles en los que uno de los programas en los que colaboraba con asiduidad, Sálvame, ha sido cancelado, la mantiene. Es una muestra de la clase de persona que es este presentador, hijo del periodista Andrés Caparrós, a pesar de los momentos oscuros que ha vivido en su vida.
"Ha habido un momento de mi vida en el que ese Alonso quedó enterrado", admite cuando le decimos que su sonrisa ha acompañado a muchos. "Y ahora ha vuelto a salir. Y yo me siento muy afortunado por eso, me da mucha paz", añade.
Hablamos con Alonso porque acaba de publicar su segundo libro, Empezar de cero, en el que arranca directamente hablando del momento más bajo de su vida para después ir encontrando el perdón. "El primer libro era muy intenso que repasaba momentos de mi vida muy duros. Era una especie de biografía con unos últimos capítulos que apuntaban qué hice para reconstruirme", en este caso, apuesta por otra fórmula, nos cuenta.
Reconstruirse tras Sálvame
Ahora tendrá que reconstruirse también, porque en Sálvame había encontrado la estabilidad que parece imposible en un programa así. "Quien me contrató y quien me ha tratado como una familia ha sido La Fábrica de la Tele", explica Alonso. Les debe mucho, y le encantaría seguir trabajando con ellos. Pero también tiene buenas palabras para Mediaset, su dilatada carrera le hace relativizar esta situación. "Esto es un negocio, son empresas y en el mundo empresarial esto ocurre todos los días", recuerda.
No le importan las razones por las que Sálvame ha caído después de 14 años en lo más alto: "Son batallas fuera de mi alcance que ni me interesan. Estoy acostumbrado, son muchos años". Y sobre las formas en las que han conocido la cancelación, tampoco le sorprenden. Está curtido en las maneras más feas y la televisión más abrasiva.
La familia de la tele
"No es la última vez que vaya a pasar. Siento mucha pena, tristeza por mí y mis compañeros, sobre todo por los compañeros de redacción, que son los que más lo van a padecer porque no son nuestros sueldos y tienen más dificultades", añade Alonso, consciente de que los que están detrás de las cámaras lo tienen peor.
Su siguiente paso está por venir, pero ya está atando cabos para ver qué acaba funcionando. "Mi futuro está abierto a todo", nos dice con rotundidad. "Es un momento en el que queda esperar a ver qué se va posando, porque al final todo cae por su propio peso".
Eso sí, se queda con la familia que ha formado en Sálvame. A pesar de que pueda parecer que las peleas son constantes en el plató, Alonso asegura que su relación va más allá de lo que se ve en la tele: "Yo quiero mucho a mis compañeros y creo que mis compañeros me quieren a mí, y somos como una familia".
La prueba está, según él, en este final. "Cómo nos hemos unido todos, cómo compartimos el mismo dolor, las mismas sensaciones y la misma tristeza. Es un programa 'muy heavy', a lo mejor te peleas y con uno no te hablas durante semanas o meses".
"Pero al final todos entendemos dónde estamos, lo que estamos haciendo, que es entretener. Ponemos toda la carne en el asador y al final todos nos caemos bien y nos queremos, sin excepción", añade.
Pero cuando empezó en el programa, Alonso tenía claro qué clase de colaborador quería ser. Y parece que en estos años lo ha logrado. "Quería encontrar el punto, que era muy complicado, que pudiese estar ahí pero que no entrase en el personaje de polémica, de pelea todo el rato, de malos gestos... a veces no he podido pero creo que en general he conseguido mantener una línea que parece que la gente acepta y le gusta y tolera".
Un libro sin "palabras mágicas"
Alonso no ha tenido miedo de expresar las dificultades que ha vivido. Tras sufrir por el abuso de las sustancias, que él califica directamente de enfermedad, consiguió volver a encontrar la paz y la salud. Con su libro, pretende dar paso al futuro y dejar atrás al pasado. "El futuro nos ha demostrado siempre una cosa: es que es muy creativo", asegura.
"Lo que a mí me pasó no es nada especial, vivimos en una sociedad en la que hay miles de tragedias. Suceden muchas cosas. Simplemente quería decir 'yo hice esto para salir de un momento complicado y ojalá os sirva'", revela. Sin embargo, su libro no es de autoayuda, "no son fórmulas mágicas" ni soluciones rápidas.
El cómo pasa por "prepararse para la tragedia y la muerte", pero sin perder de vista que la vida "con todo lo malo que tiene, es maravillosa, única e irrepetible". Su libro le aporta esa ilusión por los nuevos proyectos. Sobre todo, sabiendo cómo ha sido el proceso. Le brillan los ojos al admitir que, aunque se ha pasado un año y medio de preparación para sacarlo adelante, ha sido gratificante.
Primero lo piensa, sin ponerlo por escrito, y cuando lo tiene organizado es cuando decide plasmarlo en el papel. "Yo soy muy desorganizado y muy caótico, y luego me cuesta mucho darle orden a todo eso", confiesa. Es "más intuitivo que analítico", por lo que llegó a descartar ocho capítulos que no le acababan de convencer para, una vez más, empezar de nuevo.
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