En la era de las redes sociales y los influencers, la imagen lo es todo. Y mientras muchos banalizan la importancia de una buena iluminación o una buena pose, determinados políticos han sabido identificar la oportunidad. A través de sus fotógrafos de cabecera, como es el caso de Soazig de Moissonnière para Emmanuel Macron, quieren transmitir lo que no dicen. Además, son conscientes de que hay un cierto morbo en ver a hombres de poder cuando nadie les ve.

Las fotografías de Soazig muestran el lado más humano y espontáneo de Macron, pero a la vez le retratan como un líder épico, serio y reflexivo. Muy comentadas fueron las imágenes del líder francés descamisado en un sofá, o sus múltiples instantáneas concentrado después de una reunión importante.

Esta misma tarea de acercar al líder a su pueblo sin perder el aspecto más heroico la llevó a cabo Pete Souza en Estados Unidos. De esta manera consiguió convertir a Barack Obama en lo que aún es: el presidente más pop de la historia reciente de Norteamérica.

Tanto Obama como Macron pasarán a la historia por su manejo de su imagen pública, en parte gracias a sus fotógrafos, seleccionados por ellos mismos. Si algo tienen en común son el claroscuro y el gran angular para reflejar escenas que casi recuerdan a un cuadro, según nos señala un fotógrafo profesional. "Mezcla el cómo se retrataría un suceso noticiable como fotoperiodista con el día a día del político", explica.

Son encuadres cinematográficos que se suman a los elementos presentes en cada toma. "Hay un montón de símbolos en esas fotos que no dejan de representar poder: despachos enormes, banderas, guardaespaldas, aeropuertos...", añade. Todo ello suma para esta imagen cuidadosamente labrada que, sin embargo, pretende transmitir espontaneidad. Pero no siempre lo consiguen.

Críticas de los fotoperiodistas

Las fotografías que Pete Souza tomaba de Obama nos mostraba a un líder carismático, en ocasiones con instantáneas de sus encuentros con niños o famosos, a veces también con gestos divertidos. "Sus imágenes muestran espacios y situaciones que no son públicas o abiertas a las masas", nos cuenta Olga Rodríguez, experta en Estudios Norteamericanos y corresponsal económica en este periódico.

El presidente Obama tras un evento de campaña en 2012 en el que había llovido. | Pete Souza/Casa Blanca

"Prueba de ello es una de sus imágenes más conocidas en la Situation Room, durante la noche en que el ejército estadounidense acabó con la vida de Osama Bin Laden. Es una fotografía en la que incluso hubo que pixelar documentos que estaban encima de la mesa y que eran confidenciales", añade.

Y sin embargo, algunas asociaciones de periodistas "acusaron a Souza de controlar en exceso las imágenes" que se hacían públicas del presidente Obama. Les habían privado del acceso a los eventos que llevaba a cabo para reducir las instantáneas a las que hacía el fotógrafo oficial. La única narrativa posible era la que transmitía y hacía pública la propia Casa Blanca. Una versión visual de lo que también puede considerarse un tipo de censura.

Obama en una imagen de 2009, trabajando en su discurso inaugural con el director, actor, guionista y productor Jon Favreau. | @petesouza

Las polémicas de Macron y su imagen

A pesar de lo que pueda parecer por las fotografías de su mandato, la imagen de Macron y su interés por una estética cuidada han sido criticados en Francia. En 2017 saltó la polémica de que el presidente había pagado 26.000 euros en maquillaje en sus tres primeros meses en la presidencia.

Según publicaba L'Express en 2017, Soazig de la Moissonnière y su salario fueron también muy comentados. Las imágenes presidenciales de ese año habrían supuesto un sueldo de unos 22.000 euros, mientras que por la campaña del mismo año se habría llevado otros 10.000. Sin embargo, no se conoce el dinero que recibe de manera mensual por su trabajo diario desde que el presidente fue elegido. Un alto precio para la naturalidad.

Un arma más en la guerra

Cuando en febrero de 2022 comenzó la invasión rusa, nadie confiaba en que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, pudiera resistir más que unas pocas semanas ante el empuje de Putin. Sin embargo, este actor reconvertido en político ha conseguido situarse en el imaginario colectivo como un luchador comprometido y valiente. Y lo ha hecho, en parte, gracias a una importante campaña de imagen.

"Explota su figura de manera profesional, y combina estratégicamente una puesta en escena muy cuidada con aspectos más amateur", según explica un estudio de Maite Plazas-Olmedo y Pablo López-Rabadán, investigadores del departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Jaume I.

Tal y como han estudiado en este trabajo, en la primera etapa de la guerra los vídeos institucionales eran los más habituales. Sin embargo, en fases posteriores predominan enfoques más coloquiales y los vídeos tomados con la cámara selfie al aire libre. Muchos de ellos con subtítulos en inglés para que el público internacional pueda acceder al contenido creado por el presidente de un país en guerra.

Este nuevo enfoque le ha valido para mandar sus mensajes en algunos de los escenarios más populares del mundo, como son los Grammy. También le hemos visto junto a su mujer posando para Vogue, inmortalizados por la fotógrafa de las estrellas Annie Leibovitz. Su estilo indumentario de campaña, con ceñidas camisetas verde militar, forman parte del operativo iconográfico diseñado alrededor del presidete ucraniano. Y a pesar de que no faltan las críticas, la campaña ha logrado consolidar la implicación política y emocional de Occidente.

¿Por qué en España no funciona?

Tal y como nos cuenta la experta en comunicación política Catalina Abell, en España también se intentó este enfoque cuando Pedro Sánchez llegó al poder, con imágenes como la del Falcon con gafas de sol Ray Ban aviador o el vídeo del presidente corriendo por los exteriores de Moncloa.

"Es un salto muy americano para una sociedad que no está acostumbrada", cuenta Catalina. "Se le echaron encima", añade. El porqué es que en España no hay un sistema presidencialista, sino que se escoge a un partido. Además, todavía se mantiene esa imagen de que el presidente del Gobierno tiene que ser más parecido a un funcionario que a un personaje de relevancia internacional.

Una de las críticas más habituales a Pedro Sánchez es cómo, supuestamente, explota su físico como una herramienta más de campaña. A ciertos grupos de población les molesta este enfoque. Mientras tanto, otros hacen humor y crean contenido viral a costa de ello. Cuentas en redes sociales como la de Mr. Handsome (@pdrsnche en Twitter) repostean sus vídeos y fotografías más llamativas, siempre resaltando su belleza y simpatía.

Es un tema que poco a poco se ha ido asumiendo por los distintos partidos. La mayoría ya cuentan con la ayuda de showrooms, por ejemplo, para escoger sus estilismos. "Ahora hay más exposición de la imagen de los políticos, porque además de entrevistas también se produce mucho contenido propio", añade la mencionada experta en comunicación política.

Según explica, esta evolución inevitablemente lleva a una profesionalización de la imagen. Antes considerado un aspecto banal o secundario, de menor importancia e incluso una muestra de superficialidad, empieza a ser visto de otra manera. Pero todavía cuesta imaginar en nuestro país que fotógrafos como Souza o Moissonnière se atrevan a mostrar sin complejos y con todos los recursos estéticos a su alcance la otra cara de nuestros políticos.