Como toda gran estrella, Julio Iglesias siempre ha cultivado el misterio. El cantante madrileño sabe que el enigma, la sugerencia, la elusión agrandan el mito, y ha jugado con ello conscientemente, administrando con sumo cuidado la información sobre su vida. Incluso en la época de sus mayores triunfos, cuando era una presencia inevitable y encarnaba el canon del artista melódico internacional, Julio se ha reservado.
En los últimos años el secreto se ha vuelto un poco en su contra. Las cancelaciones de giras y conciertos abonaron las noticias y los rumores de enfermedad. Una despedida en falso de los escenarios de este adicto al éxito, del intérprete español más importante de la historia, no podía ser voluntaria. Julio no podía estar bien.
"Estoy muy preocupado por todo lo que causa el haber elegido un pequeño tiempo de soledad", escribía Julio en mayo en su cuenta de Instagram, donde se aparece ocasionalmente, oracular pero cercano, con unos textos inconfundibles y llenos de sentido. "De una manera mal educada para aquellos que han hecho dudar de mi salud, les diría que estoy DPM [sic], pero para las gentes que me quieren de verdad por tantos años, decirles que nunca he tenido mi mente más clara, escribiendo mis memorias, y les agradezco con toda mi alma su cariño de siempre".
Las palabras de Iglesias acompañaban una foto suya en el jardín, en uno de sus jardines –¿Miami? ¿Ojén? ¿República Dominicana?–, con camisa blanca de lino y cuello mandarín, la ocurrencia de un bigotito ralo, entrecano y sentimental –"me recuerda mucho a mi padre"–, la mirada esquiva y el rictus taciturno, poco habitual en él, de quien parece estar pensando en la mala intención de los que se empeñan en decir "que estoy en una silla de ruedas, con la mente perdida y que ni siquiera recuerdo mis canciones".
¿Cómo está Julio?
Hoy, 23 de septiembre, Julio cumple 80 años alejado del ojo público, sin homenajes. Su compañía discográfica no ha preparado nada, aunque en España se le lleva días celebrando. Dará una fiesta para sus amigos en su casa de Indian Creek. Así se desprende de lo que nos cuenta Ramón Arcusa, la mitad del legendario Dúo Dinámico y su amigo y productor de tantos años, que a comienzos de los 80 se fue a vivir a Estados Unidos para respaldarle en el lanzamiento de su carrera americana.
Arcusa dedica a su peripecia con Julio una cuarta parte de su libro de memorias, Soy un truhán soy un señor (o casi), publicado en 2020 y significativamente titulado a partir de la canción que él y Manolo de la Calva escribieron para Julio en 1977. Activo usuario de la red social anteriormente conocida como Twitter, desde su perfil comenta la actualidad de España. También, en más de una ocasión, ha tenido que salir al paso de los rumores sobre la salud de su amigo.
Es lo primero que le preguntamos. ¿Cómo está Julio? "Julio está bien, hablamos a menudo, la última vez el miércoles, jovial como siempre, encantado de la vida. Nos ha invitado a mi esposa y mí este 23 de septiembre a su casa a celebrar su cumple". Han pasado los años, su relación ha ido y ha venido, pero la amistad ha prevalecido. "Te diré que mi esposa Shura estuvo muy grave este año pasado y me llamaba, bueno, por ella, casi cada día para ver cómo mejoraba. Es un gran tipo".
Se conocieron hace muchos años. Y no fue en España, como cabría sospechar. "Conocimos a Julio en Londres, en 1968". El plural se refiere a Manolo, su inseparable compañero durante tantos años en el Dúo Dinámico. Fue con ocasión del Festival de Eurovisión. Habían compuesto La, la, la, la canción que Massiel haría ganadora sobre el escenario del Royal Albert Hall de Londres. "El día antes, Julio se nos presentó como un estudiante y nos dijo que íbamos a ganar y que pronto oiríamos hablar de él. Fueron dos profecías: ganamos Eurovisión y él se presentó ese mismo año en el Festival de Benidorm con La vida sigue igual, y lo ganó".
Cinco años después, en 1973, Ramón y Manolo se retiraron de los escenarios para consagrarse, juntos o por separado, a la producción y la composición. Pero reaparecieron en 1978, cuando el editor Antonio Asensio se empeñó en que el Dúo Dinámico actuara en la fiesta de presentación de El Periódico de Cataluña. Y cuando comprobaron, recopilatorio mediante, que su público, numeroso y fiel, seguía recordándoles. Fue Julio quien les prestó a sus músicos para las primeras actuaciones de su retorno.
La aventura americana
Un año antes, en 1977, se había publicado 33 años, el primer disco que Manolo y Ramón produjeron para él y que incluía Soy un truhan, soy un señor. Fue por aquella época cuando Julio le propuso irse con él a Estados Unidos. "CBS estaba negociando la compra del artista a la compañía española, Columbia. Me lo comentó, lo consulté con mi mujer, y como no teníamos ataduras, decidimos seguirle. Fue una decisión acertada".
Comenzó entonces una aventura compartida con el objetivo de conquistar el mercado norteamericano y el éxito mundial. En su libro, Arcusa da muchos detalles de aquellos primeros años en Miami: las tortillas de patata de Charo, la madre de Julio; el secuestro por ETA de su padre, el doctor Iglesias Puga, o el incendio accidental de los dos Rolls-Royce que Julio se había comprado para afianzar su estatus de estrella. "En aquellos tiempos, como europeo, era pertinente, molaba: como para marcar terreno. Hoy quizá sería un signo algo hortera, pero Julio tenía, no uno, sino dos Rolls-Royce, que se le quemaron juntos y por casualidad un día aciago. Yo estaba allí", recuerda.
Ramón también fue responsable de la grabación en Los Ángeles de 1100 Bel Air Place (1984), el mítico disco del millón de dólares que produjo y que consagró a Julio Iglesias en Estados Unidos. ¿Cómo vivió el vértigo de aquella ascensión, inédita para un artista español? "Pues debió de ser emocionante, aunque la rutina del éxito hacía que pareciera como normal. Julio era en esos momentos el niño bonito de la crema de la crema de Hollywood, y todo nos parecía fácil: un dueto con Willy Nelson, otro con Diana Ross, la colaboración haciendo los Beach Boys los coros a una canción de Albert Hammond, un solo de saxo por Stan Getz u otra colaboración de Davis Foster o de Michel Colombier… Julio conseguía lo casi imposible. Todos querían trabajar con él. Mirándolo en la distancia, pues sí, fue una epopeya".
El 'sonido Julio'
Arcusa fue el hombre en la sombra, el artífice en la cocina del característico sonido Julio, ese reconocible arreglo atmosférico que envuelve la cadencia vocal del cantante y pone en práctica la convicción de Ramón de que en la música "son tan importantes los sonidos como los silencios". "Como en los buenos oradores", explica, "la mesura entre la dicción y los silencios puede crear una atmósfera excitante. Siempre con Julio elegimos temas o hicimos canciones donde los espacios (de voz, me refiero) dejaban paso a recursos musicales que ennoblecían el resultado. Nunca hay que hacer canciones atropelladas. En algunas que escucho hoy hay tanta palabra, tanto texto, que no hay casi espacio para la música".
Pero Arcusa deja claro que "el éxito hay que apuntárselo a Julio, por su voz, su cadencia y ese saber poner en cada palabra la emoción justa. Ese flotar por encima de la música, ese arte de lo que contados artistas pueden presumir".
Su colaboración permanente como productor fijo y compositor ocasional duró hasta 1995, cuando lanzaron La carretera, su último trabajo juntos y para muchos el último gran disco de Iglesias. "Las cosas no suceden de repente. Habíamos tenido en discos anteriores diferencias y discusiones, pero íbamos tirando. En ese disco intentó colarse en la producción un autor argentino que no quiero nombrar y que fue el origen de nuestro final. Yo abandoné un día el estudio, Miranda me llamó al día siguiente, me pidió volver, terminamos el disco y nos dijimos adiós. Hasta el año 2000, cuando me volvió a llamar para organizar una gran recopilación. Luego he colaborado esporádicamente cuando me ha llamado. Y desde hace muchos años somos amigos".
Es inevitable, antes de terminar, hacer la tentativa de penetrar, al menos un poco, en el misterio de Julio de la mano de alguien tan cercano al mito. ¿Cómo es él? "Julio es Julio, y como cualquiera, que nadie es perfecto, pero te diré que, sobre todo, es muy amigo de sus amigos. En el trato cercano es único, te conquista. Está muy al corriente de todo lo que pasa en el mundo, en España, y te digo que le duele España, como a muchos. Es mucho más culto de lo que la gente piensa y es más listo que el hambre. Encima ha sido sin duda el cantante más universal que ha dado España. ¿Qué más se puede pedir?".
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