Russell Brand, Kevin Spacey, Rubiales y Gérard Depardieu. Cuatro hombres que en las últimas semanas han estado en los temas de conversación de medio mundo. Acusados de haber cometido algún tipo de delito de índole sexual, o de haberse comportado de manera inapropiada, cada uno de ellos ha escogido una manera de responder. Ninguna ha pasado desapercibida, unas han sido más virales que otras.

La más cercana a nosotros es la de Luis Rubiales. Su primera reacción a la polémica por su beso no consentido a Jenni Hermoso fue llamar "tontos e idiotas" a aquellos que le criticaban. Un comentario que, sin duda, cualquier experto le habría pedido que no hiciera viendo el camino que estaba tomando la noticia.

El presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, durante su intervención en la Asamblea General | EFE

Rápidamente la estrategia mediática tuvo que cambiar, porque la polémica iba creciendo y alcanzando una fama internacional. Llegaron los comunicados (desmentidos por la deportista) y la historia culminó con aquel "No voy a dimitir" repetido insistentemente. Todos aquellos versados en el tema le habrían dicho a Rubiales que, para proteger su reputación, tenía que tomar otro camino. Uno más comedido que, de hecho, tenía preparado y se negó a leer.

¿Qué estrategia se debe seguir para proteger la reputación?

Según Molly McPherson, experta en comunicación y gestión de crisis públicas, con más de 400.000 seguidores en Tik Tok, para redactar un comunicado que proteja tu reputación ante una amenaza hay tres pasos: "Admítelo, explícalo y haz una promesa". Rubiales siguió una estrategia de este estilo en su infame discurso ante la asamblea de la federación.

Por supuesto, hay casos en los que lo legal tiene que imperar, ya que no se puede admitir un crimen si pretendes declararte inocente en un juicio. En esas situaciones hay que sustituirlo por empatía, compasión y una muestra de los valores de la persona. Todo ello en un intento de restituir la confianza que el protagonista de la historia ha perdido con las acusaciones.

Rubiales y Depardieu usaron la misma táctica

Gérard Depardieu en una imagen de 2012 | EUROPA PRESS

La respuesta de Gérard Depardieu es, probablemente, un buen ejemplo de una estrategia que se ha pensado y planeado con tiempo y ayuda de expertos. Después de años de silencio, el actor francés ha publicado una carta abierta en Le Figaro en donde desmiente todas las acusaciones contra él. Alegaciones que están en pleno proceso legal y que van desde una violación hasta comportamientos inapropiados en un set de rodaje.

Comienza señalando su sufrimiento, tras lo que acusa a la supuesta víctima de mentir y resta importancia al resto de alegaciones en su contra. También menciona el "linchamiento" que recibe y muestra sus valores: es "provocador" y "desbordante". Pero solo quería hacer reír. Alega a la empatía y compasión hacia sí mismo, consciente de que hace un llamamiento a sus fans para que le defiendan. Como Depardieu, Rubiales también mencionó al movimiento feminista "falso" como el culpable de los ataques, a su parecer injustos, contra él.

Buscar el apoyo allá donde se encuentre

Molly McPherson señala también que a día de hoy la cancelación de una persona famosa puede ser revertida. Existe la posibilidad de salir del boicot, pero se requieren tres pasos: el primero es que lo ocurrido pueda sea relativamente excusable. Pone de ejemplo el número de víctimas o la gravedad de los hechos. El segundo es la cantidad de fans: si tienes un público que va a seguir consumiendo tu contenido es más fácil que vuelvas al candelero (como le ha pasado a Johnny Depp). Los responsables de contratarte tendrán más en cuenta el dinero que puedas generar que el factor moral. El tercero es el tiempo: "Los grandes titulares del Me Too ya no tienen tanto peso como tenían entonces". Además, el ciclo de noticias es tal que el público es más proclive a olvidar.

Russell Brand en el vídeo en el que intentaba defenderse de las acusaciones contra él antes de que salieran | Russell Brand

Para hacer un llamamiento a los fans y seguidores acérrimos, Russell Brand publicaba el viernes 16 de septiembre un vídeo en el que se defendía de unas alegaciones que aún no habían salido. "Tiene una táctica muy interesante para contraatacar", decía Molly en su análisis, compartido el día 18.

"No solo moviliza a gente que piensa como él (antivacunas, teorizadores de la conspiración, aquellos que creen que los medios van a por él) sino que crea un movimiento de gente como Elon Musk, Andrew Tate, Tucker Carlson, Alex Jones y congestiona los medios de comunicación. Los noticias se llenan de titulares sobre ellos apoyando al supuesto depredador sexual. Crea un grupo secundario de audiencia que lucha contra la narrativa original", explica la experta en comunicación de crisis.

El caos de Kevin Spacey sería quizás el ejemplo de una estrategia de comunicación vencedora. Al menos por el momento. Seis años después de ser acusado en Estados Unidos y Reino Unido parece que su reputación se está limpiando a base de juicios y una exposición pública muy limitada. En su comunicado en 2017, el actor de House of Cards admitía su posible comportamiento inapropiado (que no un crimen), se excusaba hablando del consumo de sustancias y alegaba a la empatía de sus seguidores: había vivido encerrado en el armario. Finalizaba su comunicado con la promesa que mencionaba Molly McPherson: "Quiero gestionar esto con honestidad y apertura y eso empieza por examinar mi propio comportamiento". Además, poco después de que salieran a la luz estas informaciones se informaba de que se había internado en un centro de rehabilitación, aunque no se especificaba para qué.

El resultado se ha visto reflejado en su reputación y en el veredicto alcanzado en los juicios contra él. Kevin Spacey parece tener ahora una oportunidad de recuperar su vida profesional al más alto nivel. Incluso si sus supuestas víctimas no han quedado satisfechas por la resolución.