Año tras año, Cristina Pedroche es protagonista de las conversaciones y las miradas por su vestido de las Campanadas. Sobre todo en los últimos años, la presentadora ha querido transmitir un mensaje de concienciación en diferentes temas. Feminismo, ecologismo o sostenibilidad, como fue en el caso de su vestido de 80% agua. Por supuesto, se trata de apuestas de alta moda que no están en ningún caso pensadas para el gran público.
Pero la pregunta es, ¿puede la moda, tan enraizada ya en el consumo rápido de las tendencias, ser sostenible? Esto es lo que opinan varios expertos.
"Una cosa es biodegradable y otra que se degrade en cuanto sudes un poquito", explica a este periódico Cristina Barba, diseñadora gráfica y de moda. Como bien han contado Pedroche y Josie, su estilista, el vestido de las Campanadas no podía mojarse. Estaba hecho de gelatina, agar, glicerina y agua, convirtiéndolo en un traje efímero, lo que va literalmente en contra de uno de los tres pilares de la sostenibilidad: reutilizar (junto con reducir y reciclar).
Sin embargo, no es lo mismo moda ecológica que moda sostenible. Para el público general lo que interesa es poder disfrutar del arte de la ropa, que es una forma más de expresión, de la manera menos contaminante posible. No hay que olvidar que, lejos de las tendencias, la moda "es un arte y una herramienta que nos ayuda a definir nuestra identidad y debería reflejar nuestra autenticidad", asegura, por ejemplo, Eva de Kalypso Retro Essentials.
"El nivel de degradación es demasiado rápido para ropa"
El primer detalle a tener en cuenta es que todos los materiales naturales son biodegradables, pero no todos lo hacen al mismo ritmo. "Si lo que interesa es la rapidez entras en terreno complicado de llevar. Si tu ropa es compostable, por ejemplo, que sería lo más directo de reciclar, significa que el nivel de degradación es demasiado rápido para ropa, no sería muy segura", añade.
Otro aspecto que quizás olvidamos cuando pensamos en sostenibilidad de moda es que no es lo mismo tejidos reciclados que tejidos orgánicos o biodegradables. Por lo tanto, hay diferentes vertientes a la hora de encontrar una tienda o un producto que sea de nuestro agrado.
Hay marcas como la de Elisa Muresan, que se califica como sostenible y ecológica. Según lo explican en su web, cuando comenzaron la firma en 2012 descubrieron el secreto a gritos: la industria textil es la segunda más contaminante del planeta. Así que decidieron encontrar otra forma de hacer moda con tejidos sostenibles certificados, hechos con materiales ecológicos e hipoalergénicos como el algodón orgánico con certificado GOTS.
¿Qué es el algodón orgánico?
A veces, el ser sostenible va más allá de las tres R que enseñan en el colegio. Porque en el caso del algodón tradicional que se utiliza en la mayoría de la ropa, los ingredientes químicos que se utilizan para procesar este material natural lo convierten en perjudicial para el medio ambiente.
En el cultivo de algodón orgánico no se han utilizado ni insecticidas, ni pesticidas ni fertilizantes químicos, así como tampoco se han usado sustancias tóxicas para hilarlo o producirlo, tal y como recuerdan en la tienda Slowcracy, también especializada en este enfoque de la moda.
El caso de los pantalones vaqueros es otro ejemplo donde se contamina (o despilfarra, en esta situación) de la manera más inesperada. Según datos de la UPM, para fabricar una de estas prendas se requieren entre 2.130 y 3.078 litros de agua.
Por eso en Capitán Denim quisieron encontrar una alternativa y desarrollaron la tecnología Greensight "tras años de investigación y mucho esfuerzo". Es un proceso de producción sostenible que consiste en trabajar con biomasa, tintar los jeans con nebulización, lavarlos con ozono y acabarlos con la tecnología laser finish, lo que termina ahorrando un 90% de agua según aseguran en su web.
También la firma Bluyins, fundada por Beatriz Rivera, persigue el objetivo de fabricar jeans "dentro de un entorno responsable social, económico y medioambiental".
Responsabilidad social
Finalmente, para ser sostenible hay que mirar la responsabilidad. No solo la de las marcas, también la de uno mismo. "Segunda mano siempre es mejor que nuevo. Por muy sostenible que sea. E incluso es mejor no comprar. Tu ropa, la que ya tienes, es más sostenible que un vestido del algodón más sostenible del mundo", dice Cristina Barba.
De ahí que marcas como IAOS centren parte de sus esfuerzos en la reparación de prendas, en su caso, de jerséis. Otras como Kalypso Retro Essentials utilizan telas conocidas como deadstock, sobrantes de la industria textil mientras mantiene ciertos tejidos continuados con certificado Oeko-tex (que verifica que no haya sustancias nocivas ni en textiles ni en las fases de producción).
En este mercado también es imprescindible tener en cuenta dónde se fabrican las prendas y en qué condiciones. Para evitar los viajes contaminantes que hace cada una de las piezas de la ropa fast fashion con tal de abaratar costes y sin importar el impacto climático, la clave final de la moda sostenible es que sea local.
Por supuesto, para estas pequeñas marcas no es fácil mantener estos estándares. Al igual que tampoco es fácil para el comprador el resistir la tentación de comprar la última tendencia de fast fashion. Para Elisa Muresan lo más complicado son los tejidos, por los precios y la poca variedad para producciones más pequeñas. Aunque no se queda atrás el conflicto con el taller y los trabajadores cualificados.
Productos hechos en España
"Soy una fiel defensora de que vestirnos viene de dentro, luego lo adaptamos a lo que nos sienta mejor y favorece y con ello creamos un fondo de armario que, combinado con los accesorios adecuados, nos da ilimitadas opciones y nos libera de la presión social. Por supuesto esta opción siempre será la más sostenible", explica Eva, de Kalypso Retro Essentials. "Y si creamos nuestro armario desde el amor propio buscaremos prendas con un valor más allá del precio, que formen parte de nuestra vida y por ende querremos que sean de buena casa y calidad. Pienso que está todo relacionado", añade.
Las firmas mencionadas en este artículo especifican que diseñan, patronean y cosen en España, la mayoría de ellas en colecciones o lotes muy reducidos para evitar los excedentes. Algunas incluso fabrican bajo pedido. Por supuesto, los precios nunca van a ser los mismos que consigue una multinacional que busca abaratar los costes al máximo para ofrecer productos low-cost. Pero aquellos que se han decidido por la moda sostenible tienen claro que lo barato termina saliendo caro, incluso cuando es el medio ambiente quien paga.
“En los últimos años hemos visto un gran cambio para bien, aunque también con mucho greenwashing por parte de grandes marcas, pero también de pequeñas marcas que quieren usar el concepto moda sostenible para abrirse hueco”, admite Elisa Muresan. Una muestra más de que es responsabilidad de todos dar el paso, pero que es imprescindible algo de conocimiento para saber identificar qué es sostenible y qué es un reclamo publicitario.
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