Desde la madrugada la calle Serrano de Madrid estaba patas arriba con el dispositivo de seguridad para la boda de su alcalde, José Luis Martínez-Almeida. Los curiosos y la prensa han empezado a llegar a primera hora de la mañana esperando tener la oportunidad de sacar unas palabras de los invitados. Antes de las once las vallas colocadas por la policía estaban ya llenas de gente que, ansiosa, no permitía que nadie se interpusiera en su campo de visión.
El desfile de pamelas y tocados ha comenzado entorno a las 11 de la mañana y se empezaban a oír los gritos de la gente con la llegada de los distintos rostros ilustres. “Cuca, guapa”, exclamaban ante la aparición de Cuca Gamarra. Se crea una camaradería entre los presentes, no hay tanta diferencia entre los que esperan aquí y los fans de cualquier artista que causa auténtica pasión entre sus seguidores.
El termómetro del público entregado
Algunos se saben los nombres de todos los invitados que van haciendo el paseíllo y los aclaran para aquellos que están más perdidos, aunque a veces hay cierta duda sobre los nombres completos. “Viva Murcia”, exclaman ante la llegada del presidente de la comunidad autónoma, cuyo nombre (Fernando López Miras) tarda en llegar a la punta de la lengua.
“Ahí viene, el alcalde”, gritan cuando José Luis Martínez-Almeida se baja del coche frente a la iglesia. El público irrumpe en aplausos y pequeños gritos de emoción entre los que se oye “qué guapo” y “alcalde perpetuo”.
Las conversaciones que siguen cuando termina esa primera explosión de sentimientos son para elogiarle como político y persona. Ante la prensa, Almeida ha asegurado que era sin duda el mejor día de su vida, aunque se confesaba nervioso. Además, cuando pasaba el tiempo y la novia no llegaba decía al público: “A ver si ha cambiado de opinión”.
Gritos de “presidente, presidente” reciben a Alberto Núñez-Feijóo y su mujer, de quien el público comenta su elegancia. También José María Aznar y Ana Botella se llevan los aplausos, a pesar de que apenas se han parado.
La esperada llegada del rey Juan Carlos
Los presentes tienen especial interés por la llegada del rey Juan Carlos, de quien se congratulan que, como camina despacio, hay más tiempo para verle bien. Lo dicen porque presidente del Partido Popular y el expresidente han entrado corriendo y apenas han saludado al público tras posar para los fotógrafos apostados a un lado de la Iglesia y, por tanto, de espaldas a los curiosos al lado contrario.
Y en efecto, la llegada del emérito cumple con las expectativas. Los presentes, emocionados, empiezan a gritar su nombre desde que se baja del coche y cuando alcanza la escalinata, donde espera Almeida. Tras saludar cariñosamente al alcalde y a sus familiares, Juan Carlos ha posado para los fotógrafos haciendo un gesto cariñoso de abrazo con el político.
Pero es Isabel Díaz Ayuso la única de los invitados que acepta las peticiones de los curiosos y se acerca a saludar y mandar besos a los que corean su nombre. “Presidenta, presidenta”, cantan los presentes entre aplausos, y emocionados por la llegada de la líder política.
Vestida con un conjunto color fucsia y tocado, muchos de los comentarios alagan su elegancia, aunque también suena la pregunta algo jocosa: “¿No ha venido con su novio?”.
Cuando tocan las campanas y se cumplen las 12 se bajan de un coche la infanta Elena con sus hijos, Froilán y Victoria Federica. Rumores críticos comentan que es tarde para que lleguen, sólo siete minutos antes de que aparezca la novia.
Teresa Urquijo luce un impresionante traje hecho con las telas que lucieron su madre y su abuela en los días de sus respectivos enlaces. De cuello alto y manga larga y con una espectacular cola, la novia sonríe al público y entra con ilusión a la Iglesia, donde le espera el que será su marido en solo unos minutos.
Ya son marido y mujer
La salida ha sido más discreta. Hasta el punto de que no ha habido pétalos ni otros gestos, solo un periodista ha lanzado algo de arroz a los recién casados. Ante la petición de los presentes, Almeida y Teresa han compartido dos castos besos en la mejilla antes de meterse en el coche.
La novia, con la ayuda de los escoltas, ha metido su larga cola en el mismo coche en el que llegó, un Mercedes Benz que era una VTC.
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