Este jueves se estrena en Netflix la primera parte de la tercera temporada de Los Bridgerton. Una serie que ha cautivado a millones de personas a todo el mundo gracias a las historias que ha ideado Julia Quinn y la producción de Shonda Rhimes. En esta ocasión con el protagonismo de Colin Bridgerton (Luke Newton) y Penelope (Nicola Coughlan), cuya historia comenzó ya en la primera edición de la ficción.
Como ocurre con otras ficciones de Shonda Rhimes (Anatomía de Grey o Scandal), los detalles están cuidados al máximo. Parte del atractivo de Los Bridgerton es, precisamente, el interés estético con sus estilismos. También la modernización de un género (llamado por algunos como el de las tacitas) que cautiva en su mayoría a mujeres con un reparto diverso y música actual pero ambientada.
Históricamente incorrectos, pero inspiradores
La primera temporada la empezaron más de 63 millones de hogares, y muchos se vieron cautivados por los detalles que la diseñadora de vestuario, Ellen Mirojnick, quiso reflejar en la imagen de la familia Bridgerton. Según publicaba Vogue en 2021, en vez de ceñirse a los estilismos que se llevaban en 1813, en el Londres de la Regencia, los colores, telas y siluetas se guiarln mucho por lo que se llevaba en los años 50 y 60. No tenían que ser históricamente correctos sino inspiradores, algo que Shonda Rhimes ya había establecido al incluir a personas de diferentes etnias en la alta sociedad británica.
Se crearon más de 7.500 trajes para la primera temporada. Sophie Canale cogió el testigo para la segunda y se hicieron unos 700 solo para el reparto principal. Ahora John Glaser es el diseñador de la tercera tras haber colaborado con el equipo al comienzo de la serie, y se ha encargado del giro estético del personaje de Penelope.
A diferencia de los intereses amorosos de la primera y segunda temporadas, Penelope es un personaje al que ya conocemos y que tiene un arco personal más allá de su romance. Por eso su transición estética es mucho más compleja que la de los demás.
El secreto de los colores en Los Bridgerton
Cuando Netflix organizó un acto para presentar la tercera temporada en Madrid, algunos de los asistentes se sorprendieron al descubrir que el color que representaba a la ficción no era el rosa o el lila. En cambio, era el tono azul el que predominaba en la decoración y el que marcaba la estética. A través de esta elección Los Bridgerton ofrece pequeñas pistas sobre cómo avanza la trama.
Desde la primera temporada y en cada capítulo, al menos uno de los miembros de la familia Bridgerton va vestido de azul. Es el tono que les representa, aunque no el único que usan. También visten verdes y plateados, pero siempre en versiones pálidas y suaves, pastel, que reflejan la importancia del apellido y que tienen un subtono azulado.
En particular, la tonalidad se llama Wedgwood Blue, creada en el siglo XVIII por Josiah Wedgwood mientras desarrollaba la conocida cerámica de jaspe. La idea era reflejar una de las tendencias neo-clásicas de diseño de interiores de la época, en particular las desarrolladas por Robert Adam y James Wyatt.
La discreta evolución de los tonos
Pero no todos los personajes de la serie lucen estos tonos de azul. En la primera temporada, el duque de Hastings empieza llevando colores cálidos como rojos o beis que van poco a poco evolucionando. Para cuando se da cuenta de su amor por Daphne (Phoebe Dyvenor) su armario ya ha cambiado.
En la segunda, la familia Sharma viste principalmente de lila. Hay escenas clave en las que Kate (Simone Ashley) y Anthony (Jonathan Bailey) comienzan a entender qué pasa entre ellos y el azul empieza a coger el control del vestuario del personaje femenino. Sin embargo, nunca termina de perder su identidad ya que su tono original es, al fin y al cabo, una mezcla de colores que incluye mucho de azul.
La transformación de Penelope
La transformación de Penelope ya lleva viéndose desde la primera temporada. La familia Featherington no es bien recibida en la sociedad y eso se traduce en sus vestuarios estridentes, con colores saturados y accesorios llamativos. Portia (Polly Walker) quiere que sus hijas llamen la atención para conseguir matrimonios ventajosos, e incluso ella misma viste con exageración.
El color de Penelope Featherington es, sin lugar a dudas, el amarillo. Pero a medida que va ganando poder y dinero a través de su trabajo como Lady Whistledown, su imagen se va refinando. No quiere vestir de los tonos cítricos que caracterizan a su familia y quiere distinguirse.
Tras mostrarse de rosa en más de una ocasión en la segunda temporada, en esta empiezan a verse los verdes pastel. Una manera de reflejar esa mezcla entre el tono amarillo de Penelope y el azul de los Bridgerton.
El uso del color como herramienta
Esta estrategia de Los Bridgerton de usar el color como indicador de pertenencia o de evolución de los sentimientos es una herramienta que se utiliza con frecuencia en el cine. Un caso reciente es el de La la land: el director, Damien Chazelle, quiso utilizar el azul para representar el éxito y el amarillo para mostrar el cambio.
Se trata de una una referencia más al trabajo de Jacques Demy, director francés de la nouvelle vague de los 60, en quien Chazelle confesó inspirarse para La la land. Tanto en Los paraguas de Cheburgo como en Las señoritas de Rochefort, el cineasta utiliza el color para enfatizar emoción y dar fuerza a la diferencia de clases. Por ejemplo, los feriantes de la segunda película visten con trajes beis que representan su día a día como trabajadores. Lo bueno del color es que, por sus propiedades intrínsecas, refleja ciertos sentimientos sin que haya una educación al respecto.
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