Una de las parejas más curiosas de las redes sociales puede haber sido una estafa. José Castelo Branco es un influencer de género fluido y personalidad televisiva de Portugal, primo segundo del ex primer ministro Antonio Costa y nacido en Mozambique hace 61 años. Betty Grafstein es una nonagenaria que se identifica como dama del Imperio Británico. Los más de 30 años de diferencia que hay entre ellas no han sido un problema para el matrimonio de tres décadas que han vivido. Sin embargo, los últimos acontecimientos han hecho que su historia se convierta en un auténtico culebrón.

Entre las dos suman más de 500.000 seguidores en Instagram, donde hasta hace muy poco contaban muchos detalles de su vida juntas y de su vida supuestamente opulenta entre Lisboa, Londres y Nueva York. Sus fiestas, sus estilismos (a menudo a juego) y sus escandalosas anécdotas. Aseguraban que Betty ostentaba el título de lady y daban pistas de su posible conexión ilegítima con la familia real británica. Además, mucho se ha hablado de la millonaria herencia que Betty habría recibido de su segundo marido, a la sazón joyero.

Pero en los últimos meses todo este relato ha sido puesto en duda.

El final del sueño

José es queer y se identifica tanto con el género femenino como con el masculino. Estuvo casado con la modelo Maria Arlene Ferreira y tuvo un hijo a finales de los 80, antes de divorciarse en la siguiente década. En los últimos años ha ido adaptando una identidad más andrógina e incluso femenina, ya que actualmente su estilismo suele incluir más ropa tradicionalmente de mujer. Además, actúa de manera habitual en bares o discotecas gays, donde a veces se lleva incluso a Betty, que mantiene una vida bastante activa para tener 95 años.

Pero el sueño de esa animada vida en la tercera edad ha terminado de manera abrupta al descubrirse que José ha sido acusado de violencia contra Betty. Al parecer, según explica un perfil que ha publicado la versión estadounidense de la revista Vanity Fair, lo que realmente ocurrió se desconoce. El hijo del influencer portugués, también conocido ahora por su trabajo como entrenador personal, admitía estar en shock al conocer la noticia.

La propia versión de los hechos ofrecida por Betty ha variado sucesivamente, probablemente como consecuencia de su avanzada edad. No obstante, en las dos ocasiones en las que se ha manifestado al respecto ha asegurado que fue José quien le infligió las lesiones que la han mantenido postrada en los últimos tiempos.

Sea o no verdad, lo cierto es que el influencer está retenido en Portugal mientras que ella ha vuelto a Estados Unidos y se encuentra ingresada en un centro médico.

Una historia llena de intrigas

Roger, el hijo de Betty, lo tiene claro. Según él José lleva treinta años abusando de su madre que, pese a lo que aseguren ambos, no tiene más dinero que el valor de su vestuario y sus joyas. Recuerda un incidente ocurrido en los 90 en el que, asegura, el influencer portugués empujó a su madre y le estuvo dando patadas hasta dejarle todo el cuerpo amoratado.

Betty confirma que la violencia ha existido siempre en su relación, aunque no da tantos datos. José, por supuesto, lo niega. Al igual que ambos rechazan el resultado de la contrasada investigación de Alice Hines, la periodista de Vanity Fair que se ha ocupado de su caso. Y lo más raro de todo: mientras él continúa publicando en redes sociales sin descanso, justificándose o explicando los hechos, ella no publica nada aunque sí ha compartido hace dos días el reportaje en la mencionada revista. La historia de esta pareja es una auténtica telenovela en donde la respuesta más lógica sería asumir que todo es mentira.

Pero si así lo fuera, si su amor hubiera sido siempre mentira o por el dinero, está claro que José no habría estar los últimos 30 años cuidando de su mujer. ¿O sí? Ahora Betty quiere divorciarse y dice que el proceso legal se ha puesto en marcha.