Carmen Lomana (76 años) es una entidad curiosa dentro del panorama de famosos español. Muchos se preguntarán, de hecho, por qué es conocida. Una socialite, it girl de las de antes aunque descubierta por el gran público en un momento televisivo viral de 2008. Es de las que visten prendas de firma que se ha comprado ella misma. De las que conocen la moda, los diseñadores y las colecciones como una profesional del medio. Por eso no es de extrañar que en su colección de ropa haya algunas de las maisons más importantes: Oscar de la Renta, Valentino, Dior, Carolina Herrera... lo que sí sorprende es que esté dispuesta a desprenderse de semejantes joyas.

El día 22 de octubre Carmen Lomana saca a subasta una pequeña colección de algunas de sus prendas. Lo hace con Durán, una de las más conocidas casas de subastas de Madrid, que acostumbra a vender prendas vintage o de diseñador. Con precios de salida que van desde los 80 hasta los 1.900 euros para algunos trajes de Oscar de la Renta, por quien la conocida colaboradora tenía una enorme admiración.

El vestido de Oscar de la Renta que Carmen Lomana subasta.
El vestido de Oscar de la Renta que Carmen Lomana subasta. | Durán

Carmen Lomana, una fashion connaisseur

Su historia y la de su vestidor está llena de anécdotas, porque desde que era muy joven aprecia la moda como un tesoro. El primer gran vestido "importante" se lo compró su madre y era un Loewe que le mandó desde Madrid a Londres porque iba a ir a Ascot. "Era maravilloso, de gasa, con un fondo amarillo muy pálido", comenta.

Otra historia de una vida de ensueño es la de cuando estando en París para la Semana de la Moda con su hermana se encontró con Oscar de la Renta a la salida de un hotel e intercambiaron cumplidos. "Desde que murió Oscar de la Renta no he vuelto a comprar su firma por una cuestión emocional y de que no me gusta. Hubiera seguido cuando pensamos que Galliano podía seguir... Oscar quería que Galliano le sucediese, pero no llegaron a un acuerdo", recuerda.

Las anécdotas de Lomana

"Este lo llevé al último desfile que fui de Valentino, que estuve con Anna Wintour, con toda la gente de la moda. Mira cómo es la chaqueta, raso de seda, el forro… en esto se nota la alta costura", dice con ilusión. Señala el lote 440, un conjunto de vestido y chaqueta en tonos marfil que toca con cariño como si fuera un bebé.

O como cuando, por desgracia, perdió su amplia colección de Yves Saint Laurent cuando vendió una casa en País Vasco y dejó todo lo que tenía dentro. Acababa de perder a su marido, el diseñador Guillermo Capdevilla, en un accidente de coche cuando tenía 51 años, y quiso. Incluido su vestido de novia.

Carmen Lomana tiene un archivo de lujo, aunque ella no se considera coleccionista. Sin embargo, dice que ha perdido el interés que tenía antes por comprar: "Me he separado, he puesto como una distancia. Yo antes no me perdía un desfile de alta costura o de prêt-à-porter de Milán, París o Londres". "Ahora estoy en otra por estar en los medios peleando y escribiendo", confesaba durante la presentación.

Ya no le gustan tanto las colecciones, aunque le fascina el nuevo empuje de Dior por el "new look" de los años 50. Durante la presentación de su subasta, lucía un conjunto de americana blanca con corte a la cintura y peplum, acompañado de una falda plisada de topos. Un look muy Lomana, siendo sinceros, a pesar de que la colaboradora se atreve con prácticamente todo.

Su crítica a la moda española

Y la prueba está en que entre las prendas seleccionadas para vender se encuentra un vestido de raso azul y detalles lenceros de Valentino. Un traje que señala una y otra vez cuando le preguntan por las piezas más preciadas de esta pequeña colección de más de 40 vestidos de diseño. De hecho, ha compartido con sus seguidores el vídeo de la ocasión en la que se lo puso, una fiesta de 2022.

@carmen_lomana

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El Museo del Traje organizó una exposición con el armario de Carmen Lomana en 2018, por lo que está clara la influencia que tiene en el panorama de moda español. Aunque señala que la industria de la alta costura en nuestro país aún tiene mucho que mejorar: "La moda española te presenta una colección preciosa pero la quieres comprar y no la han producido, solo han hecho uno para el desfile". "Tiene que haber alguien que sostenga esto para que el diseñador se dedique a diseñar, tienes que estar relajado", añadía.

Sin embargo, nada impide a Carmen Lomana continuar comprando: "No tengo ninguna mala conciencia, creo que también hay que mantener el mercado y si puedes comprar mercado de lujo, mira qué bien". Algo que no hacen las influencers, a quienes "les regalan todo", así que no tienen un estilo marcado, según las palabras de la colaboradora. Aunque admite que sí sigue a más de una creadora de contenido: entre su lista de seguidos están María Pombo o Gala González.

Carmen Lomana subasta varios vestidos de su armario.
Algunos de los vestidos de Carmen Lomana junto a los bolsos Birkin que se subastarán a la vez.

Y no tiene ningún complejo con el low cost o la segunda mano, ya sea ropa de Zara o de mercadillos de Camden. Lo que nunca ha hecho ha sido meterse en Vinted, aunque su mano derecha, Remi, se encarga de conseguir aquellas prendas que le apetecen y que no consigue. "Soy muy poco tecnológica", admite con sentido del humor.

La moda sostenible de Lomana

Si alguna vez estás en Londres y te encuentras con Carmen Lomana comprando en mercadillos de ropa vintage en Camden que no te extrañe. La socialite es habitual de este tipo de establecimientos, donde busca las pequeñas joyas que pueden haber sido pasadas por alto por otras personas.

"Lo que jamás me compraré será un abrigo de piel sintético", dice Carmen Lomana con firmeza. "No hay nada tan sostenible como la piel natural", asegura, crítica con aquellos que abogan por los tejidos sintéticos para sustituir el cuero o el pelo de animales. "Hoy en día no se mata a ningún animal en extinción, viven como los pollos, en granjas", comenta.

Carmen Lomana presenta la subasta de su armario en Durán.
Carmen Lomana presenta la subasta de su armario en Durán.

Según su opinión, un abrigo sintético tarda cientos de años en descomponerse aunque se estropee mucho antes, mientras que la piel natural tiene un resultado contrario. "Si lo tiras en mitad del bosque se funde con la naturaleza. Yo defiendo muchísimo todo lo natural, el algodón y la seda, no soy muy de fibras", comenta. "No lo iba a decir, pero ya que lo he dicho lo sostengo", añadía con sentido del humor después.