¿Puede la realidad superar a la ficción? Que se lo cuenten a los amigos, los compañeros o la pareja de Elisabeth Finch, la guionista de Anatomía de Grey que mintió sobre su vida hasta llegar a inventarse que tenía cáncer. Su maraña de mentiras comenzó en 2014, cuando, tras haber comenzado su carrera tras las cámaras en la serie True Blood y haber pasado por otras ficciones de vampiros como The Vampire Diaries, decidió ir un paso más allá en su escritura creativa. Todo hasta que perdió el control de su propia historia y fue su pareja quien decidió exponer la verdad.
Una historia absolutamente sorprendente que dio lugar a varios artículos en 2022, pero que ahora formará parte de una serie documental en la cadena estadounidense Peacock. Se llama Anatomy of Lies y aún no tiene fecha de estreno en España. A pesar de que nadie perdió dinero, técnicamente, la estafa de Elisabeth ya está siendo situada con otra de las grandes estrellas del engaño: Anna Delvey. En el caso de la guionista, al igual que en el de la supuesta heredera multimillonaria, sus propios inventos terminaron por arruinarle la vida. Y ahora forman parte de la historia de Hollywood.
¿Cómo empezaron las mentiras de Elisabeth Finch?
El incidente que, según Elisabeth, dio comienzo a las mentiras llegó en 2007. Se rompió la rodilla y tardó mucho en recuperarse, pero en ese tiempo notó cómo todo el mundo a su alrededor era atento y agradable con ella. Pero cuando todo pasó, volvió a sentirse pequeña e irrelevante, sola. Así que en 2012 comenzó a decirle a sus compañeros que le habían diagnosticado un cáncer que era muy difícil de tratar. Escogió el condrosarcoma -un tipo de tumor que suele comenzar en los huesos- precisamente por eso, porque era resistente a la quimioterapia y suficientemente raro en personas de su edad, ya que tenía 34 años por aquel entonces.
En solo dos años, la mentira alcanzó al mundo entero, porque contó su historia (inventada) en un colorido artículo para la revista ELLE. Fue entonces cuando, en 2014, alguien que leyó aquella publicación recomendó a Shonda Rhimes que la entrevistara para Anatomía de Grey. Así fue, y la conocida productora se quedó tan encantada que la contrató y sus historias comenzaron a dar color a tramas de la serie. Pero su vida se convirtió en muy poco tiempo en un auténtico drama a ojos de sus compañeros de trabajo.
Sus mentiras se hicieron cada vez mayores
Pero sus mentiras eran cada vez más grandes, y algunos amigos incluso llegaron a cuestionarla. Pero ella siguió adelante, haciendo que la bola creciera cada vez más. Durante su trabajo en Anatomía de Grey tenía "aspecto enfermizo", aseguran sus compañeros, solo comía galletas saladas y se cogía pausas para vomitar como resultado del tratamiento. Por supuesto, no tenía pelo. Ejercía su papel como enferma de cáncer a la perfección. Tenía incluso la marca de haber tenido un puerto de quimioterapia. En 2019, en una columna de The Hollywood Reporter, hablaba de cómo los médicos estaban encontrando maneras de mantener con vida a pacientes con cáncer metastásico.
Pero el cáncer no fue su única mentira. También contó que una amiga suya había sido víctima de un tiroteo, e incluso se cogió días del trabajo para ir a despedirse. En otra ocasión dijo que su hermano se había suicidado, y dejó una nota a sus compañeros pidiendo que no la compadecieran. Por supuesto, todavía a día de hoy está vivo y coleando.
Así se descubrió el pastel
La responsable de descubrir el pastel fue la que era su pareja. En la primavera de 2019 Elisabeth Finch se ingresó en un centro de Arizona que trata a mujeres con traumas. Allí conoció a Jennifer Beyer, que acababa de dejar a su marido maltratador. Las dos mujeres se enamoraron y se casaron, pero algo no terminaba de encajar para Jen, que era enfermera. Terminó dándose cuenta de que su mujer no tenía la enfermedad que aseguraba tener y exigió que se lo contara a sus amigos y familiares.
Cuando Elisabeth Finch se cansó de los resultados de sus revelaciones, Jennifer Beyer pidió el divorcio y fue a la prensa. Así se destapó el escándalo de una mujer que, desesperada por la atención de sus seres queridos, ideó toda una trama para conseguir amor. A día de hoy la guionista admite que no solo nadie la llama, sino que no le cogen el teléfono y, si la responden, es para insultarla.
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