Lejos quedan los rumores de crisis o de separación, Melania Trump (54 años) parece encantada de volver a trasladarse a la Casa Blanca. Con una sonrisa de oreja a oreja, la futura Primera Dama parece otra en comparación con la mujer triste y distante que se vio en la última etapa de Donald Trump como presidente. Nada tampoco de la esposa decepcionada con todos los escándalos sexuales que han salpicado a su marido a lo largo de los años.
Los medios estadounidenses aseguran que incluso en su autobiografía, por cuyo éxito ha recibido una felicitación pública de Donald Trump, Melania sigue siendo un misterio. "Oculta más de lo que revela", sentencia el New Yorker. Cuando la pareja se conoció en los noventa ella tenía 28 años y él 52, comenzaron una relación que aún intriga a muchos debido a la aparente distancia que hay entre ellos. A los gestos de disgusto y rechazo que se han grabado o fotografiado a lo largo de los años.
Momentos que contrastan radicalmente con esa sonrisa y visible ilusión que puede apreciar en Melania en la celebración de Florida. Tanto Barron como el propio Donald Trump parecían más retraídos e incluso cansados, mientras que al nueva Primera Dama irradiaba energía cogida de la mano de su marido.
Una apuesta seria para su estilismo
Si hay algo que no ha cambiado es su estilo, puesto que el traje gris que se ha puesto para la última aparición de Donald Trump y su familia lleva su sello. Se trata de un dos piezas estructurado que firma Dior: una sencilla falda recta y chaqueta gris de doble botón con las hombreras y la cintura marcadas, dando después el efecto visual de un reloj de arena con los bolsillos en diagonal. Un estilismo serio, formal e incluso, debido a la parte de abajo tan ancha, dando cierta sensación clásica en vez de apostar por la tendencia.
De hecho, su estilismo choca con el de las demás mujeres que se han subido al escenario en la celebración de West Palm Beach. Usha Vance, mujer de J.D. Vance se ha puesto un vestido azul marino con los hombros al descubierto. Un look favorecedor y femenino. Al igual que el que se puso Lara Trump, un cuerpo de encaje con brillos, plumas y transparencias mucho más arriesgado que combinó con pantalones. El de Melania, en contraposición, resulta estricto, masculino y duro en comparación: tanto por el color como por la estructura.
Su imagen demuestra esa dureza con la que, sin duda, pretende encarar esta segunda etapa como Primera Dama. Una dama de hierro que no quiere dejar espacio a las críticas que una vez ensombrecieron el momento.
Melania es consciente del poder de su imagen
A lo largo de su primera etapa en la Casa Blanca, Melania Trump siempre apostó por estilismos muy conservadores, pero evocando a iconos de estilo que estuvieron en su posición antes que ella. De esta manera rompía con la imagen que existía de ella previa a la victoria de su marido en 2016 y se consolidaba como un icono de moda en el mundo de la política, al igual que Brigitte Macron. Muy, muy lejos de la etapa en la que posaba para Annie Leibovitz embarazada, con un bikini dorado y taconazos en las escaleras de un jet.
Sin embargo, sus looks también reflejaron el hartazgo que se veía en su rostro en la peor etapa de la familia. En 2018 se puso una chaqueta de 39 dólares con un mensaje clarísimo en la espalda: "I really don't care, do you?". Es decir, "realmente no me importa, ¿y a ti?". Aunque su equipo de comunicación aseguró que era solo una chaqueta, Donald Trump aseguró que era un mensaje contra las "Fake News". "Era para la gente y los medios de izquierdas que me critican. Quería enseñarles que no me importa y que pueden criticarme lo que quieran pero no evitarán que haga lo que me parece correcto", aseguró en una entrevista con el canal estadounidense ABC.
Las teorías de la conspiración
Decía también entonces que le gustaría que se centraran más en sus iniciativas que en lo que lleva puesto, por lo que Melania es plenamente consciente del efecto que producen sus elecciones estilísticas. Aseguran que es tímida y que no quiere tener la presión de los medios de comunicación, lo que explicaría su "desaparición" en los años en los que Trump ha estado fuera de la Casa Blanca. Aunque también hay quienes hablan de una depresión o incluso de "clones" que sustituyen a la futura Primera Dama cuando ella no quiere asistir a algo.
De hecho, con su aparición de anoche volvieron a correr los tuits y vídeos en los que se alega que no era ella. De que había sido "sustituida" porque aparecía con unas gafas de sol que no se quitó en varias ocasiones en las que estaban en interiores. Sin embargo, aquellos que comparten este tipo de teorías locas de la conspiración no añaden las imágenes en las que sí apareció a rostro descubierto. Pero así de intrigante es Melania que basta con un simple accesorio para que el público dude de su presencia.
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