"Franco había dado órdenes estrictas de hablar lo justo y necesario del enlace de la duquesa de Montoro", desvela Ana Polo Alonso en su libro Cayetana, duquesa de Alba: sus años de esplendor. Corría el año 1947 y la única hija de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó planeaba su boda con Luis Martínez de Irujo y Artázcoz. Se celebraría el 12 de octubre, día de la Hispanidad, en el Palacio de Dueñas de Sevilla y tras un cortísimo noviazgo.

La periodista explora la infancia y el primer matrimonio de Cayetana en este libro que llega con motivo del décimo aniversario de su muerte. Entre los hechos que repasa se encuentran detalles que parecen insignificantes, como dónde pasó la joven heredera del ducado de Alba la Guerra Civil, o la relación que tenía con su padre. Pero uno de los detalles más sorprendentes es la enemistad que tenían, tanto Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó mientras vivía como la propia duquesa de Montoro, con Francisco Franco. "Decretó muchas campañas contra ella", asegura Ana Polo en conversación contra este periódico.

Una boda que unió a dos familias muy monárquicas

El comienzo de estas tiranteces habría llegado gracias al entonces duque de Alba, con motivo de la boda de su hija. En julio de ese mismo año había promulgado la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado, que decretaba que el país era un reino y que solo Franco estaría al frente. Lo cual enfadó a los monárquicos, entre los que se encontraban precisamente los Alba, históricamente unidos a la realeza, y el padre del novio. Pedro de Sotomayor era una de las personas de más confianza de don Juan de Borbón, tanto que en 1941 le había nombrado su representante en España.

Jacobo ya había expresado a Franco mediante una carta firmada por cientos de personas su interés porque los Borbones volvieran a España. Una que el dictador había considerado como un ataque directo, y le había retirado el pasaporte al duque de Alba, entre otras represalias. Por eso el aristócrata utilizó la boda de su hija como una estrategia para hacer llegar a periodistas y aliados internacionales para que hablaran de la situación del país tras la guerra.

El régimen quiso dificultar y empequeñecer la boda

Pero Franco quiso contrarrestar sus planes. "Se decretó que se escribiese lo menos posible sobre el duque de Alba y que todo se ciñese a temas menores, superficiales y frívolos", cuenta Ana Polo. Tampoco se permitió dar detalles de los invitados extranjeros. Franco entendió que la cita era una manifestación masiva de apoyo a los Borbones, por eso se dificultaron los visados y se pusieron pegas a las estancias de otros.

También se les enviaron mensajes "sibilinos" para que supieran que su presencia en Sevilla no era bien recibida. Y a pesar de todo, entre los asistentes estaban algunos miembros de la realeza internacional como la infanta Isabel Alfonsa de Borbón, el príncipe Alfonso de Orleans y su mujer, Beatriz de Sajonia Coburgo-Gotha.

La imagen que todo el mundo tiene de la Duquesa de Alba dista mucho de quien era Cayetana en los años 60. | Europa Press

Su viaje por el mundo como estrellas

Tras su boda, Cayetana y Luis se fueron a recorrer el mundo. Tras pasar unos días en Londres, partieron hacia Estados Unidos. Visitaron Nueva York, donde fueron recibidos por la prensa como los "Spanish Royal Newslyweds", es decir, los recién casados de la realeza de España. También fueron a las cataratas del Niágara, Filadelfia, Washington, Chicago, San Francisco, Hollywood, Colorado, Denver y Santa Fe. Es decir, un viaje de ensueño que después continuó en México, donde fueron recibidos como estrellas para desgracia del régimen.

Volvieron a Estados Unidos para pasar las navidades y comenzaron el año en Cuba, donde la futura duquesa de Alba aseguró en declaraciones al Diario de la Marina: "Creo que interpreto los sentimiento de la mayoría del pueblo español al decir que la monarquía es el anhelo de todos". A miles de kilómetros, en España, aquella frase no pudo sentar bien. Pero los recién casados disfrutaron de sus viajes durante los primeros meses de matrimonio ajenos a todo, e incluso pudieron celebrar el primer embarazo de Cayetana.

Durante estos meses conocieron a todo tipo de estrellas, vieron incluso a Marilyn Monroe -que empezaba su carrera- y a Marlene Dietrich. Tanto Cayetana como Luis eran muy cinéfilos y esa pasión por la cultura se demostró después durante su matrimonio. El duque de Alba ya lo había sido, también por la española, y lo demostró poniendo una placa en honor a Antonio Machado en el Palacio de Dueñas. Incluso a pesar de que el régimen lo consideraba comunista, anticristiano y antipatriota.

Dio el toque de glamour a la España de los 60

A través de sus conexiones y sus viajes, Cayetana y Luis hicieron amistad con algunas de las personalidades más adineradas del mundo. Por ejemplo, con Stavros Niarchos, a quien habían conocido en St Moritz, y a quien invitaron al Palacio de Dueñas en 1957. Ese año ofrecieron también una fiesta por todo lo alto en el Palacio de Liria, recién reconstruido, dando comienzo a una década en la que el matrimonio de Alba hizo de su vida social el centro de la vida cultural española.

"Ella fue quien comenzó a hacer premieres en España, trajo un desfile de Yves Saint Laurent a Liria, invitó a Audrey Hepburn y trajo a Jackie Kennedy... incluso se codeó con Churchill", cuenta Ana Polo en conversación con el periódico. Según explica, Cayetana representó en su momento "el auge de otro tipo de aristocracia" que utilizaba sus privilegios para dar a conocer España y su cultura internacionalmente. Para traer el glamour internacional y hacer florecer el estilo de este país durante una etapa en la que el régimen permitió cierta apertura.

Pero lo que la historia ha olvidado es que muchos de estos eventos se organizaban con un interés benéfico. El de YSL era para los niños salesianos, para quienes recaudó un millón de pesetas por persona. El éxito fue tal que en los meses posteriores algunas estrellas como María Callas o Grace Kelly quisieron pasarse por Liria para visitar. Incluso los duques de Windsor -Eduardo VIII y la estadounidense Wallis Simpson- estuvieron en el elegante palacio reconstruido de la calle Princesa.