Cuando entro en la sala, un Víctor Elías sonriente y, vestido de oscuro y con las mangas remangadas y los tatuajes visibles me saluda con cariño. Justo como cualquiera podría imaginarse a Guille de Los Serrano en versión adulta. Muchas veces, en este tipo de entrevistas, no sabes cómo saludar. Al fin y al cabo somos desconocidos, pero supongo que los dos queremos dar una imagen de cercanía, así que nos damos dos besos en vez de darnos la mano. Yo para que él se sienta cómodo conmigo y me cuente las mejores historias, incluso a pesar de que ya ha estado dando entrevistas esta semana. Él porque al fin y al cabo está promocionando su libro, #YoSostenido: Historia de un juguete casi roto.
Mientras la chica de Planeta le pregunta si quiere algo, le llaman por teléfono. Lo coge en un gesto muy tierno, intentando camuflar el sonido como si fuera mi padre cuando le suena el teléfono en misa. Le oigo decir "te amo" y me debato si preguntar o no, ¿estaba hablando con Ana Guerra? El actor y músico se ha casado con la cantante canaria el pasado día de Halloween, en una boda que tenía exclusiva en ¡Hola! Por desgracia, la portada tuvo que posponerse por la DANA, pero su felicidad y amor por haber sellado su relación aún se oye en su voz.
Ha habido algunos capítulos que solo he podido leer una vez
A pesar de que he venido a hacer una entrevista, se siente algo invasivo escuchar una conversación ajena. Pero me ha parecido tan tierno que me atrevo y le pregunto, "¿hablabas con Ana?". Me admite que sí con una cierta timidez y brillo en los ojos, así que bromeo para suavizar el momento y, posiblemente más nerviosa yo que él después de mi impertinencia, empiezo a preguntar con una fácil. Poco a poco.
El Independiente: Este libro es un ejercicio de abrirse el corazón de una manera muy vulnerable. ¿Cómo ha sido el proceso de escribirlo?
Víctor Elías: Duro, duro. Pero más que escribirlo lo que me ha resultado más duro ha sido leerlo. Ha habido algunos capítulos que solo he podido leer una vez, como el dos, sobre mis padres. Que llegó un momento en el que me dijo 'no voy a seguir pasándolo mal'. Pero bueno, ha sido un proceso gracias a tener la mano de Pablo [Díaz Morrilla], que ha estado conmigo para toda la escritura. Él le ha dado toda la poética que al final yo no hubiera sabido dar. Para eso él es escritor y ha estudiado eso, ¿no?
Creo que está contado de la manera más sincera posible y también te da la parte más bonita de mí posible. No quería que hubiera nada de odio ni rencor. Al revés, solo hay agradecimiento y gratitud.
En un momento en el que múltiples artistas sacan "libros terapia", como el propio Víctor llama al suyo, resulta difícil escoger cuál es el más sincero. Todas las historias son difíciles de leer si se escriben con vulnerabilidad, puesto que todo el mundo ha atravesado momentos duros en su vida. Sin embargo, en el caso de este actor de 33 años, que nació el 3 de marzo de 1991 en Madrid, es especial. Porque creció en escena y rodeado de música.
No quería que hubiera nada de odio ni rencor
Su padre era arpista profesional y su madre actriz, que se llevaba a Víctor a trabajar a menudo cuando era un niño. Sin embargo, tal y como desvela el artista multidisciplinar, además del talento y el amor por la profesión, el intérprete heredó la adicciones. Ambos bebían, pero él se dio a las drogas tras haber probado la cocaína con un compañero de Isabel.
EI: Una de las cosas más difíciles es mostrar esa vulnerabilidad. Dices que parte de quien te sostiene también son tus seguidores: ¿te preocupaba qué podían pensar de ti?
VE: Sí, claro. Y ahora, sobre todo, esta semana que es la de salida. Evidentemente, y como digo en el libro, yo soy una persona que quiere agradar todo el rato y hay muchas dudas sobre cómo puede calar esto en la gente. Al final es un libro hecho para normalizar los problemas, no me puedo escandalizar por los problemas y los titulares que salgan esta semana. Aunque es verdad que la primera fue como, '¡ostras! No pensé yo que iba a ser esto'. Ayer fue un día muy... 'no pensé que fueran a ir por aquí'.
Pero estoy normalizando parte de los problemas. Yo lo traté con normalidad y gracias a eso ya me ha llegado algún mensaje de gente que ha pasado por lo mismo, que se siente identificada. Y ese es, al final, el objetivo del libro. Romper con los estigmas y con los juicios rápidos que hacemos todos.
EI: Ayer precisamente fuiste lo más leído en los dos medios más grandes de este país. ¿Te da satisfacción o te da miedo?
VE: Hay un 70% de satisfacción y un 30% de miedo. Según van pasando los días ese miedo va bajando, hoy ya estoy a 75% y 25% y veremos mañana. Decido abrirme en canal y contar cosas que, por desgracia, no estamos acostumbrados a escuchar pero que ocurren todo el rato. Pero hasta que no pasan los días no ves cuál ha sido la repercusión. A lo mejor es ninguna, a lo mejor es mucha, a lo mejor es negativa o positiva. La cabeza siempre te pone en el peor sitio porque intenta jugártela.
EI: Hace apenas dos meses entrevisté a Ana Guerra, que sacaba nuevo disco. Me dijo que además de los preparativos estabais mudándoos. Luego os casasteis y ahora tú sacas tu libro. Son muchas cosas, ¿cómo se gestionan tantas emociones fuertes?
VE: Pues te lo digo en Navidades [bromea]. No, yendo día a día, semana a semana. Intentando no pensar en lo que viene a la larga. Porque entonces es cuando viene el agobio. Y solucionando en el día.
En el libro, Víctor Elías expresa que ha tenido muy pocas parejas en su vida. Menciona, por supuesto, a Natalia Sánchez, con quien compartió pantalla en Los Serrano. Pero a ella no quiere considerarla solo como una exnovia, puesto que han compartido mucho a lo largo de su vida. Cuenta también que salió con una psicóloga, y se ríe de sí mismo por ser tan cliché. Y, antes de Ana, también añade "una cantante", que no es otra que Chanel Terrero, que hace unos días expresaba que se alegraba mucho por su boda.
Según comparte, con la mayoría de sus parejas mantiene una muy buena relación. Lo cual, tal y como explica, es sorprendente teniendo en cuenta que alguna de esas ex han tenido que gestionar las peores etapas de su adicción.
EI: Dices en el libro que los escenarios eran para ti un lugar que te anclaba. Por cómo hablas de Ana ahora entiendo que ella también. ¿Cuál es la distribución mental que haces para evitar caer en tu confesa adicción al trabajo?
VE: Buena pregunta. Está claro que mi hogar ahora mismo es Ana porque es una familia que he elegido, familia elegida pero no salvadora, que también es importante dejarlo claro. Quizás estar con ella ha sido consecuencia de mi recuperación, pero no al revés. Porque si no la relación hubiera sido otra y bastante tormentosa, porque todo lo que depende de otra persona es tormentoso.
Pero en este caso mi hogar es mi familia, Ana, y este hogar se puede mover porque lo movemos juntos. Y luego claro, yo soy workaholic [dicto al trabajo] pero soy workaholic de mi pasión. Es la adicción "buena" de todo esto, es la que me ha salvado varias veces. Aún así lo que intento ahora es tener una introspección que quizás hace unos años no tenía y que la recuperación desde hace unos años me ha dado.
El preguntarme cómo estoy yo, cómo me siento, qué necesito, si necesito terapia o ir a más grupos de apoyo o más psicóloga. Eso es con lo que me voy equilibrando, que antes no me equilibraba, directamente la balanza se inclinaba mucho, se rompía y yo ya quería ir para el otro lado de manera drástica.
EI: En el libro se nota tu crecimiento como persona, obviamente porque empiezas en cuando eras un niño. Pero ¿crees que tienes espacio para crecer aún?
VE: Joe, claro, yo pienso que tengo mucho espacio para crecer. Pienso que este libro es como un antes y un después. Yo creo que mi vida ha empezado hace poco. Tal y como estoy ahora de bien ha empezado hace poco. Me queda toda la vida, siento que tengo veinte años [se ríe].
EI: Dicen que los 30 son los nuevos 20.
VE: Pues menos, tengo diez [se ríe].
EI: Hablas de que tienes un sponsor, una persona que te ayuda en tu sobriedad. ¿te has planteado ser ese alguien para otra persona?
VE: Sí, aunque eso es algo que no se elije, lo elije la persona. Pero sí, este proceso es así. Te dan, recibes y tienes que dar. Primero para tú seguir bien, y dos para seguir transmitiendo mensajes. Al final este libro tiene esa parte de transmitir el mensaje. De abrirlo a todas las personas que no se atrevan a decir que creen que tienen un problema.
No solo con esto. Con todo lo que menciona el libro, sobre todo alcohol. No por mí, sino porque me parece que es el problema más latente y al que menos importancia le damos. También la comida, el sexo, el deporte… todo lo que hacemos que nos saca de estar dentro de nosotros mismos de manera excesiva, al final es una adicción.
El alcohol me parece el problema más latente
EI: Entiendo que sigues yendo a un grupo de apoyo.
VE: Sí, sigo yendo.
EI: Y también vas al psicólogo, ¿dar el paso te costó? ¿Sentiste, como le pasa a tanta gente, que ir era para locos de atar?
VE: En Los Serrano teníamos una pedagoga que ejercía en parte como psicóloga pero sobre todo como profesora total. Como una tutoría constante. Y desde los 14 tenía mi psicóloga personal y es algo que no he dejado nunca. Siempre he sabido que tengo algo en la cabeza que hay que ir solucionando. Y no se soluciona ni en un año ni en tres, sino en muchos y haciendo hincapié en ellos.
Además también nos siguen pasando cosas. De repente la cosa más tonta despierta en ti la alarma que no tenías, pero por suerte ya estamos más en conciencia con la salud mental. Con catorce años la primera vez que fui yo estaba superrenegado, pero menos mal que mis tíos me incitaron a ello y rápido me di cuenta de que era la leche. Es como tu mejor amigo que te cuida y ha estudiado para recomendarte cuál es la mejor forma de actuar.
EI: La etapa que pasaste en el instituto de "malote", ¿crees que te ayudó a superar el bullying que sufrías o fue contraproducente?
VE: Creo que fue la forma más fácil de intentar protegerme. Yo no creo que haya gente mala, creo que siempre hay algo detrás. Además de la víctima del bullying hay una persona que también lo está pasando mal, no nace queriendo estar por encima de los demás, algo pasa detrás. Y quería contarlo porque creo que es un ejemplo de estar en los dos extremos por autoprotección.
EI: Precisamente por tu imagen, llena de tatuajes, cualquiera podría usar los clichés para llamarte ahora malote, pero en tu libro demuestras que eres una persona sensible. ¿Crees que también es fruto de la autoprotección?
VE: Pues no lo sé, los tatuajes es porque me gustan mucho. Hace años que no, con 20, 21 o 22 quizás, pero ahora no.
EI: Ahora no te da miedo que te vean como alguien vulnerable.
VE: Ahora ya la partida está echada [se ríe, mirando el libro].
EI: Hablas en el libro de la fama como algo negativo, pero por ejemplo tu relación con Ana es muy pública. ¿No te has planteado que a lo mejor preferías ocultarte?
VE: No, yo creo que hemos tenido suerte de ocupar ciertos puestos que te permiten una exposición pública en lo que si algo interesa, interesa. Lo que es absurdo es andar escondiéndose por las esquinas pero pretender que tu trabajo siga igual (si es público).
Luego sale el libro, después de la boda… no ha sido nada pensado pero evidentemente todo compensa, porque te vas a seguir dedicando a esto. Yo creo que firmamos un contrato, en el aire porque nadie te pone un contrato de verdad [bromea], pero que te dice que te vas a dedicar a esto 24/7. Pero le pasa igual al influencer, al artista… y encima cuando más te escondes más te buscan.
EI: Entonces no tienes una mala experiencia con la fama más allá de los detalles que cuentas, como la paliza que te dieron en la plaza del Dos de Mayo, en Malasaña.
VE: No. Al final, todo lo que me ocurre en la adolescencia quizás me podría haber pasado de otra manera. Son cosas que pasan entre chavales. En este caso la rabia es que fuera por un motivo que yo ni siquiera controlaba.
En un pequeño inciso que hace al comienzo de su libro, Víctor Elías explica por qué le da tanta rabia que se plantee siquiera la posibilidad de que fuera un "juguete roto". Explica los casos de varios artistas infantiles, entre ellos Joselito, Marisol o María Isabel, para intentar reflejar que no fueron ellos quienes se rompieron. Que fue la presión ejercida por la sociedad, que requería más y más de ellos, quien terminó por romperles.
Señala lo especialmente perturbador que es que María Isabel sacara un perfume con ocho años. O que Marisol tuviera una úlcera por estrés cuando era solo adolescente. Siguiendo este argumento, explica que él no se siente un juguete roto. Ha seguido su pasión y los pasos de sus padres con la música y la interpretación. Y le gustaría decirles - aunque ya no pueda, ya que ambos han fallecido- que todo iba a salir bien.
EI: Si en el futuro tenéis hijos, Ana y tú, ¿te plantearías que trabajen también desde pequeños?
VE: Sí, porque el problema no es ni la ley ni los productores ni los guionistas. Es la sociedad. Es que no aceptamos que ese niño pueda ser actor de los 8 a los 12, porque es un juego para él, como una extraescolar, y que luego se decida a estudiar lo que sea. El problema está en nosotros. De hecho, a los niños nos han tratado siempre de la hostia.
EI: Uno de los recuerdos que cuentas en el libro es que tu primera vez en el escenario fue con tu madre, Rossy de Palma y Beatriz Carvajal. ¿Has hablado con ellas alguna vez de ese momento?
VE: Sí, me lo recuerdan alguna vez. Yo no llegué a salir, pero me vieron como casi saliendo. Me contaban que me iban cuidando la una y la otra, según les tocaba salir al escenario.
EI: Es un recuerdo muy bonito que tener, como de las tías postizas de la farándula.
VE: Sí.
EI: ¿Qué es para ti el éxito?
VE: Encontrar tu sitio y tu felicidad.
EI: ¿Entonces eres una persona exitosa?
VE: Sí, soy muy exitoso. Como digo en la función [se refiere a su obra #YoSostenido, que está en Teatros Luchana desde el próximo día 5], que volvemos en diciembre, el éxito no es estar donde los demás esperan que estés sino encontrar tu lugar.
EI: Y siendo consciente de tu propio éxito, ¿cómo te tomas los cumplidos?
VE: No me gustan, la verdad [se ríe]. Me cuestan mucho trabajo, me gusta hacer mi curro... en el mundo del arte hay mucho exaltado que te dice que eres la polla. Pero yo estoy haciendo mi curro.
EI: ¿Hay un aspecto de que quizás no te lo crees?
VE: Sí, mucho. Tengo síndrome del impostor constantemente. Día sí y día también, pero se puede luchar. En el mundo del arte está muy latente.
Cuando terminamos la entrevista, que ha sido especialmente sincera, me vuelvo a sentir valiente y me atrevo a decirlo. "Debo de ser de las pocas personas de nuestra generación que no vio Los Serrano", admito. Como corresponde, me mira con cara de sorpresa y me pregunta por qué, al fin y al cabo era una de las series más vistas del momento con un 28,9% de cuota de pantalla de media. "Mis padres no me dejaban porque decíais muchas palabrotas", confieso. "¿Y la has visto ahora de adulta?", me responde. No, no la he visto -aún-, pero sin duda debería... puesto que me pierdo un montonazo de referencias culturales que no se me deberían escapar. Ahora, después de leer a Víctor y hablar con él, sin duda la vería desde otra perspectiva.
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