La actriz estadounidense Blake Lively (37 años) ha presentado una demanda contra el actor Justin Baldoni (40 años), con quien protagonizó la película Romper el círculo, por acoso sexual y una campaña coordinada para destrozar su reputación. Según la demanda, publicada en el medio TMZ, el ambiente durante el rodaje era tan hostil que se necesitaron varias reuniones para tratar de abordarlo e incluso, en algunas de ellas, estuvo presente el actor de Deadpool y marido de la actriz, Ryan Reynolds. El abogado de Baldoni no ha tardado en negar todas estas acusaciones.

En la querella, presentada por la actriz el pasado viernes, Lively ha denunciado haberse visto envuelta en una campaña de odio hacia su persona tanto por Baldoni como por Jamey Heath, productor de la película. También ha declarado que ambos tuvieron malas conductas durante la grabación del filme que, precisamente, cuenta la historia de una mujer víctima de violencia doméstica.

Entre sus acusaciones, Lively ha afirmado que el actor/director hizo comentarios sexuales hacia ella y que improvisó besos no incluidos en el guion. También, ha expuesto que Heath le mostró imágenes de su mujer desnuda y que entraba en su camerino mientras ella estaba cambiándose, a pesar de que la actriz le había pedido que no lo hiciera. Ya durante la grabación de la película, Lively había expuesto sus quejas al estudio y había requerido, por contrato, un coordinador para las escenas íntimas, un productor externo y no improvisar escenas sexuales mientras estas no estuviesen en el guion.

Una campaña de odio contra la actriz

En agosto de este mismo año, la que en su día fue la princesita de la Met Gala, fue constantemente señalada por los medios por promocionar la película como si de una comedia romántica se tratase y no un drama sobre relaciones abusivas. Los fanáticos no tardaron en darse cuenta de que ni Lively ni su marido seguían a Baldoni en redes sociales, lanzando el rumor de que la actriz había propiciado un tenso ambiente de trabajo.

Blake Lively y Justin Baldoni en una imagen de 'Romper el círculo'.

Ante esto, y viendo que se enfrentaban a una campaña de marketing envuelta en odio, tanto Baldoni como Heath optaron por contratar a Melissa Nathan, una gerente de relaciones públicas para situaciones de crisis que contaba con un plan maestro: orquestar una campaña de difamación contra la actriz. Nathan ya había trabajado antes para limpiar la imagen de los polémicos Johnny Depp (cuya exmujer, Amber Heard, fue víctima de tal campaña de odio que tuvo que exiliarse a Madrid) y el rapero Drake.

Pero a Baldoni los planes de Nathan le sabían a poco. Un publicista que trabajaba para el actor, escribió a la gerente diciéndole que "él [Justin Baldoni] quiere sentir que ella [Blake Lively] puede ser enterrada". Su respuesta fue clara, casi amenazante: "tú sabes que podemos enterrar a cualquiera, pero esto no puedo decírselo a él".

Nathan logró que diversas acusaciones hacia Baldoni fueran eliminadas de distintos artículos, y reunió a un equipo con el que dominar las redes sociales, borrando cuentas de usuarios implicados y creando teorías que cambiasen la narrativa a favor del actor/director. El complot fue un éxito: en agosto todo el mundo hablaba de la película y de la inminente caída de una actriz antes querida por todos.

Blake Lively como cabeza de turco

Ahora se sabe que Sony, la empresa que distribuía la película, pidió a los actores que, al hablar de la misma, no se centrasen tanto en lo abusivo de la historia sino en el positivismo de poder salir de una relación así. Esto es lo que hizo que las declaraciones de Lively durante la promoción de Romper el círculo parecieran blanquear el abuso, al pedir a la gente ir al cine "con amigos y vestidos de flores".

El odio a la actriz de Gossip Girl le vino de perlas a Nathan, Baldoni y Heath, quienes manipularon proactivamente las redes sociales para amplificar el contenido online que repudiaba a Lively y favorecía a Baldoni. En un mensaje al publicista del actor, Nathan llegó a admitir que estos mensajes en contra de la actriz son "bastante tristes", pues "muestran que hay gente que realmente quiere odiar a las mujeres". Pese a ello, la campaña siguió adelante.

Sin apenas ser consciente de ello, Lively se había convertido en la cabeza de turco de una iniciativa que, nacida del miedo por la actriz pudiendo denunciar los malos tratos sufridos durante el rodaje, trató de acabar con su reputación. Ahora, seis meses después, la actriz ha decidido no callarse y denunciar una campaña de odio que empezó incluso antes del estreno de la propia película.

Pero, en su denuncia, Lively no sólo expone su experiencia personal con el actor/director, sino también el de todas las mujeres en el set. Ella simplemente tiene los recursos suficientes para mostrar la doble moral de un actor que había prometido ser un "aliado feminista" durante el movimiento #MeToo. En unas declaraciones a TMZ, Lively ha asegurado que espera que su acción legal "ayude a revelar estas siniestras tácticas de represalia para dañar a las personas que denuncian malas conductas y ayude a proteger a otras personas que puedan ser blanco de ataques".