Elon Musk (53 años) ha pasado por mucho antes de convertirse en la persona más rica del mundo. Nacido en Sudáfrica en 1971, su infancia no fue un camino de rosas: repudiado por su padre y acosado en la escuela, Musk llegó a Estados Unidos dispuesto a hacer historia. Y vaya si lo ha hecho. Ahora, con la llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense, el director de Tesla, SpaceX y X (la antigua Twitter) se ha convertido también en Administrador del Departamento de Eficiencia Gubernamental de la Casa Blanca.

Para muchos, es un visionario; para otros, es una especie de bufón al que quizá se le ha dado demasiada libertad. Un genio que, desde que irrumpió en el panorama del famoseo tecnológico, no ha dejado de protagonizar escándalos y anécdotas que han hecho a más de uno querer tirarse de los pelos. El último de ellos en enero de este mismo año cuando, en la toma de posesión de Trump, Musk levantó el brazo en un movimiento que muchos compararon con el saludo fascista.

Elon Musk: emperador de Marte

El multimillonario sentenció en 2021 su próximo objetivo: Marte, porque la Luna está ya desfasada. Ahora bien, con esta meta no pretende explorar o entender el Planeta Rojo, lo que quiere es bombardearlo con nucleares.

"La idea es bombardear el cielo únicamente sobre los polos norte y sur de Marte. Así se crearía el efecto de los soles que repiten el pulso sobre estos lugares", explicó el empresario. De esta manera, el planeta se calentaría, convirtiendo el dióxido de carbono de Marte en gas, lo que aceleraría el efecto invernadero en el mismo.

Pese a las críticas suscitadas por esta afirmación, Musk llegó a autodenominarse a sí mismo como Imperator de Marte en su cuenta de Twitter. El término imperator hace referencia al uso del mismo en los tiempos de la antigua República Romana, utilizado para designar el poder militar a un magistrado en alguna de las provincias o territorios conquistados. De hecho, el tan comentado "saludo nazi" de Musk se hizo cuando este hacía referencia a la próxima llegada del hombre a Marte.

Su obsesión por la letra X y el nombre de su hijo

Equis por aquí, equis por allá... Cual hada madrina, todo lo que Musk toca a punta de varita lo convierte en una gigantesca letra que varía desde una incógnita matemática por desentrañar a un símbolo que oculta bajo sus carnes un palpable tesoro. La X orbita alrededor del magnate como una estrella que no dudará en intentar alcanzar.

Es tal su obsesión con la antepenúltima letra del abecedario que Elon Musk ha llegado a nombrar a uno de sus hijos en honor a tal complejo grafema. En 2020, el director de Tesla anunciaba en Twitter el nombre del hijo que tuvo con su ahora expareja Claire Elise Boucher, una cantante conocida profesionalmente como Grimes: X Æ A-12. El nombre es, en esencia, una fórmula matemática: 'X' es la variable a descubrir; 'Æ', los caracteres en élfico de Ai (que pude significar desde la palabra amor a las siglas en inglés de Inteligencia Artificial); y 'A-12' significa "precursor del SR-17", el avión favorito de la pareja al no tener ni armas ni defensas, solamente velocidad.

Elon Musk y su hijo X en la Casa Blanca el pasado 11 de febrero de 2025
Elon Musk y su hijo X en la Casa Blanca el pasado 11 de febrero de 2025 | EP

Sin embargo, Elon Musk y Grimes tuvieron que cambiar el nombre del pequeño porque las autoridades estadounidenses no permiten registrar un nombre que contenga caracteres no pertenecientes al alfabeto inglés. Es decir, prohibidos los números. La pareja supo cómo hacer para salirse con la suya: rebautizar al niño como X AE A-XII Musk. De puertas para dentro, el pequeño X.

Necesita de un equipo de abogados que revise sus tuits

En agosto de 2018, Musk anunció en su atípico boletín de noticias (Twitter) que estaba "considerando hacer Tesla privada a 420 dólares la acción. Financiación asegurada". Tras semejante afirmación, las acciones de la compañía subieron a ritmos inimaginables. Tal fue la popularidad que la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos lo acusó de fraude, por hacer un anuncio sin seguir los canales oficiales y, por ende, provocar alternaciones en la Bolsa.

Elon Musk fue obligado a abandonar la presidencia de Tesla durante tres años (pero podía seguir siendo CEO de la misma), y tuvo que pagar una multa de 40 millones de dólares: 20 millones de su cuenta personal y otros 20 millones por parte de la empresa. Desde entonces, Musk tiene la obligación de que un equipo de abogados revise sus tuits antes de publicarlos en caso de que estos tengan que ver con la financiación de Tesla u otro aspecto de sus empresas.

Los años han pasado y las masas recuerdan esta anécdota como un episodio "autista" del millonario, quien tuvo que aclarar en el programa de comedia Saturday Night Live que él no es autista, sino asperger. Una aclaración similar a la reciente de Kanye West, el rapero al que Musk apoyó cuando, en 2020, anunció querer presentarse como candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el partido republicano. "¡Tienes todo mi apoyo!", aseguró Musk en un tuit.

¿Iron Man o Lex Luthor?

Su dinero e influencia lo convierten en uno de los hombres más poderosos del planeta, pero también en un icono de la cultura pop. Ha prestado su voz en Rick y Morty, ha hecho un cameo en Los Simpson e incluso ha aparecido en algún que otro capítulo de la popular serie The Big Bang Theory. Su estrellato ha pasado incluso por el Universo Cinemático de Marvel, cuando Musk se interpretó a sí mismo en la película Iron Man 2.

No fue más que un breve cameo. Tras saludar a Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), Elon Musk acepta el cumplido de Tony Stark (Robert Downey Jr.) y le plantea "una idea para un jet eléctrico". El hombre que se esconde tras la máscara de Iron Man le asegura que "lo haremos funcionar". Cambio de escena y Musk no vuelve a aparecer, ni a ser mencionado. Sin embargo, su interacción ha dejado huella.

Son muchos los que comparan a Elon Musk con el personaje ficticio de Tony Stark: un ambicioso pero narcisista millonario que soluciona sus problemas a golpe de talonario. Pero también los hay que puntualizan que, lejos de ser el héroe que representa Stark, Musk se asemeja más al villano Lex Luthor, que utiliza su influencia para hacer de todo menos lo correcto. A Musk esto poco le debe importar. Al contrario, le hará ilusión que se relacione su persona a los personajes de los cómics que con tanto ahínco leía de pequeño, sin importar que sean héroes o villanos.

Venta de mercadillo a golpe de lanzallamas

En 2018, Elon Musk puso a la venta un lanzallamas a través de una de sus empresas, The Boring Company. Sin embargo, la meta febril del millonario se topó con un hondo bache en su camino: las aduanas. Fue en Twitter en donde Musk puso de manifiesto que las agencias de aduanas no permiten que algo llamado lanzallamas entre en su territorito o país. Fue en Twitter, también, en donde el magnate dio a conocer la solución.

Simple y conciso: Musk cambió el nombre del producto a Esto-No-Es-Un-Lanzallamas. Sorprendentemente, funcionó: se vendieron más de 20.000 unidades a precio de 500 dólares cada uno. Pero, ojo, el cambio en la denominación no fue un camino de rosas: Musk tuvo que devanarse los sesos para dar con tan complejo nombre, al que estuvo a punto de bautizar como Dispositivo de mejora de temperatura.

Una escuela privada

De ideas conservadoras, Musk se ha mostrado en numerosas ocasiones crítico con muchos ámbitos sociales de la actualidad, entre ellos, la educación. Es por eso que en 2014 fundó la exclusiva escuela Ad Astra ("hacia las estrellas" en latín), en la que sólo tienen cabida sus hijos y los de otros empleados de SpaceX. Sus entresijos y métodos de estudio, que difieren de los criticados por Musk, son un misterio.

Sin embargo, se sabe que en Ad Astra no hay cursos ni asignaturas convencionales. Los niños de entre 7 y 14 años están en la misma clase y no se imparten disciplinas comunes como educación física, música u otros idiomas, al ser consideradas por el magnate una "pérdida de tiempo". Lo que se enseña es economía, programación, ingeniería, ética y cualquier otro concepto que permita al alumno ser un buen emprendedor y formar su propia empresa. Cosechar cantidades ingentes de dinero es una meta. Sé tu propio jefe, un mantra.