Hay quien conoce a su media naranja durante la adolescencia, en el instituto, y permanecen juntos toda la vida hasta que la muerte les separa. Los americanos tienen una expresión para ese tipo de parejas: high school sweetheart, o sea, amor de secundaria, que no secundario. Gene Hackman tenía alrededor de 60 años cuando conoció a su segunda y última esposa. El intérprete (95) fue hallado muerto este jueves 27 de febrero, pasada la medianoche, junto a su mujer Betsy Arakawa (63) y uno de sus tres perros en su casa de Santa Fe (Nuevo México, Estados Unidos), una zona de la que se prendó hace décadas tras rodar varias películas allí. La debilidad del matrimonio, cuya muerte continúa siendo un enigma, eran los pastores alemanes.
El amor llega, como si de una película de Nora Ephron o Nancy Meyers, cuando uno menos se lo espera. Gene Hackman y Betsy Arakawa, muy reservados desde su enlace en 1991, se mudaron en 1990 a la misma casa –una mansión de los años cincuenta sobre una colina, la décima casa reformada por el actor– donde murieron tres décadas y media después. Desde allí veían las montañas del Colorado, adonde iba para pintar. Aquel mismo año, 1990, al intérprete le pusieron un stent coronario debido a una insuficiencia cardíaca.
Trabajó en Hollywood hasta 2004, momento en que decidió retirarse en Santa Fe tras rodar Bienvenido a Mooseport, donde interpreta a un expresidente de Estados Unidos candidato a la alcaldía de su pueblo. Lo dejó por estrés. Ya había tenido un susto a principios de los noventa. La mayor afición de Gene Hackman y Betsy Arakawa era ver por la noche películas de bajo presupuesto con historias sencillas. Desde entonces no se dejaron ver hasta el año pasado, cuando un medio sensacionalista publicó fotografías del matrimonio cenando en un restaurante. Hace dos años, The New York Post compartió unas imágenes del actor haciendo unos recados.
El actor californiano –nació en San Bernardino– y la pianista –natural de Hawái– se conocieron a mitad de los años ochenta en un gimnasio de California. Él, como cliente. Ella, como trabajadora (lo compaginó con la música clásica).
La versión oficial, o sea, la versión ofrecida por Gene Hackman, es que la conoció ya divorciado de su primera mujer, Faye Maltese (el apellido la delata: italoamericana), con quien estuvo casado tres décadas y de quien se separó en 1986.
La realidad, en este caso, no superó a la ficción, pues el actor negó el paralelismo con su personaje de Dos veces en una vida, un señor de cincuenta años que deja a su esposa (Ellen Burstyn) por una camarera más joven (Ann-Margret).
Lo que sí ocurrió es que la ficción se entrometió en la realidad y Gene Hackman estaba casado con su profesión. Tres hijos tuvieron, un varón (Christopher Allen) y dos mujeres (Leslie Anne y Elizabeth Jean).
Nacido en el periodo de entreguerras, Eugene Allen Hackman se alistó con 16 años a la Marina. Corrían los años 40. Mintió sobre su edad para ser aceptado; quizás su primer papel, su primera performance. Cuatro años y medio duró aquella función.
Fue, tras servir en el ejército, vivir en Nueva York (con Dustin Hoffman) y volver a California, cuando decidió apostar por la interpretación como medio de vida; una semilla que plantó Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo (1951), cuya presencia distaba mucho de lo que se esperaba de una estrella del cine de los cincuenta. Décadas después, Marlon Brando y Gene Hackman compartieron cartel en Superman (1978).
Salió Gene Hackman del cine, de ver aquella película, y verbalizó a su padre su deseo de ser actor; un progenitor que les había abandonado cuando el intérprete era un adolescente (un día que nunca olvidó). Peor suerte corrió su madre, Lydia, que murió en 1962 tras un incendio causado por uno de sus cigarrillos (Hackman, exfumador, recurrió a unos falsos cigarros para Las seductoras).
Aquel deseo por interpretar le hizo conocer a Dustin Hoffman como compañero de estudios a finales de los cincuenta. A los dos les auguraron un pobre porvenir, así que cogieron carretera y manta hacia Nueva York, donde compartieron piso de una habitación. No durmieron juntos, pues Hoffman optó por el suelo de la cocina hasta que Hackman le invitó y ayudó a mudarse. A los dos les unía su admiración por Marlon Brando, al que imitaban tocando la batería en la azotea de aquel apartamento.
En la ciudad que nunca duerme, Gene Hackman trabajó como portero de un restaurante, donde coincidió con un exprofesor de interpretación y excompañeros marines. A los dos les sonrió la suerte el mismo año, 1967, gracias a Bonnie y Clyde y El graduado. Transcurrió casi medio siglo para que ambos compartieran plano en El jurado (2003).
Si bien Gene Hackman interpretó en Hollywood a tipos duros y conservadores, su persona estaba en las antípodas de sus personajes. Muy educado, tímido y progresista, cuando le tocaba ponerse delante de una cámara, era el hombre más serio y razonable. Francis Ford Coppola (85), con quien Gene Hackman trabajó en La conversación (1974), se deshizo en halagos hacia el intérprete tras la noticia de su muerte: "La pérdida de un gran artista es siempre motivo de duelo y celebración: Gene Hackman, un gran actor, inspirador y magnífico en su trabajo y complejidad. Lamento su pérdida y celebro su existencia y aportación". Otro cineasta, Edgar Wright (50), le describió con un único adjetivo superlativo: el mejor.
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