El pianista Felipe Campuzano ha muerto este martes a los 79 años de edad.

Andaluz enamorado de su tierra pero profundamente alejado de lo que consideraba clichés banales, Felipe Campuzano fue uno de los primeros pianistas que se acercaron al flamenco, sin renunciar a poner su sello a éxitos intemporales del pop orgullosamente racializado como Achilipú, informa Javier Herrero [Agencia Efe].

Nacido en Cádiz en 1945 y espoleado por una familia de músicos, cursó la carrera de piano en el Conservatorio de Cádiz y completó los estudios de piano y composición en Madrid, donde logró el Premio Nacional Fin de Carrera.

No sería la única distinción de su larga trayectoria, con otras distinciones nacionales e internacionales como el Manuel de Falla, el Sagitario de Oro de la Academia de Santa Cecilia de Roma o el primer Premio del Festival de Londres.

Chano Domínguez, Premio Nacional de Músicas Actuales, lo citaba como uno de sus referentes "en la magia de sintetizar el flamenco dentro del piano", dentro de ese grupo de artistas que a partir de los años 70 lo intentaron, como Arturo Pavón, Dorantes y Diego Amador, entre los que fue el precursor, pero sin continuidad.

Autor de piezas emblemáticas como Embrujo, Inquietud o Las salinas, buscó "sacar a Andalucía del letargo tópico y típico que han servido para presentarla como un producto finisecular y hacerla empalagosa y banal más allá de nuestras fronteras".

Chano Domínguez, Premio Nacional de Músicas Actuales, lo citaba como uno de sus referentes "en la magia de sintetizar el flamenco dentro del piano"

Ahí quedan obras dedicadas a su Cádiz natal, a Sevilla, a Jaén, que eran parte de su inconclusa Andalucía espiritual, con la que quiso rendir homenaje a cada una de las ocho provincias de la región, o a la internacionalidad de Marbella, donde estaba afincando desde hacía años.

Con más de 2.500 composiciones registradas en la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), también dejó su huella con piezas de corte mucho más popular que cantaron Perlita de Huelva y Manolo Escobar, como Achilipú o A mi novio no le gusta (la minifalda), o Te estoy amando locamente, en la voz de Las Grecas.

También él fue quien tocó el piano a finales de los años 60 en el primer disco de El Fary, Los tres maletillas (1969), integrado por bulerías y fandangos y financiado con el dinero que este había ahorrado con el taxi. Ya en los 80 y 90, se dedicó a acompañar a figuras nacionales como Joan Manuel Serrat y Rocío Jurado.

En el campo más puramente flamenco, estuvo muy vinculado a Beni de Cádiz, su compadre, con el que colaboró en el disco Así es mi cante (1990), pero también rindió homenaje a la Paquera de Jerez junto al guitarrista Manolo Sanlúcar

Siempre original en sus inspiraciones, llegó a dedicarle 8 años a componerle un álbum al buque escuela Juan Sebastián Elcano, Música y poemas para la mar (2002), en cumplimiento de una promesa que hizo al padre del rey Juan Carlos, don Juan de Borbón.

Este formó parte de la cuatrilogía Sagitario, que lanzó en 1996 tras una década de silencio, integrada a su vez por un disco recopilatorio y los discos Flamenco y El piano mundial y romántico.

Hace poco más de 10 años, después de medio siglo en los escenarios, insistía en que él se moriría componiendo cuando presentó uno de sus últimos trabajos, una pieza titulada Plasencia en homenaje a la ciudad del mismo nombre y extraña en su producción, pues se alejaba de sus "ramalazos andaluces".