Venezuela ya no es país para viejos, ni para enfermos, ni para estudiantes, ni para profesionales, ni para disidentes, ni para emprendedores, y sobre todo, Venezuela no es país para jóvenes. Cada día salen de su país miles de venezolanos, pese a la ceguera y a la negación del gobierno de Maduro, con destino a Colombia, Estados Unidos y España. Viven en el exterior más de 3,3 millones de venezolanos y la cifra va en aumento. “Vinimos a España porque donde matan a muchachos como nuestro hijo Armando ya no se puede vivir”. Habla el padre de Armando Cañizales Carrillo, asesinado por disparos de la guardia nacional bolivariana, el 3 de mayo de 2017.
Israel Cañizales, su esposa Mónica Carrillo y su hijo mayor Alejandro decidieron venir a España después de la muerte de Armando, sobre todo por temor a que el primogénito, Alejandro, fuera perseguido, encarcelado o le asesinaran como a Armando. Tenía 18 años cuando empezó a ejercer su derecho político a disentir. Salía a las calles de Caracas en esa primavera convulsa del año pasado para quejarse del deterioro de la calidad de vida, porque quería un país donde poder estudiar, pasear o jugar al baloncesto sin jugarte el pellejo.
“La convocatoria de elecciones a la Asamblea Constituyente fue crucial. La mayoría estaba en desacuerdo y los jóvenes veían que empeoraría aún más el futuro. Pedíamos elecciones limpias, transparentes y con garantías”, afirma Israel Cañizales, investigador en zoología.
Armando quería decir: déjenme ser. Quiero estudiar, divertirme, caminar... No formaba parte de ningún grupo político", dice su madre
Pero Mónica Carrillo, la madre de Armando, médico, aclara; “No formaba parte de la resistencia. Defendía su futuro. Quería decir: déjenme ser. Quiero estudiar, divertirme, caminar, montar en metro… No formaba parte de ningún grupo político”. Su pasión era la música, tocaba la viola en el sistema de orquestas nacionales, y le rindieron homenaje a su muerte con todos los honores. “Eso nos dio paz”, comenta Mónica.
Incluso el director de orquesta Gustavo Dudamel, que hasta entonces había silenciado cualquier crítica al régimen chavista, estalló, tra tras enterarse de la muerte de Armando. "Contra la violencia y la represión alzo mi voz", se titulaba su llamamiento, muy difundido en Twitter.
Son los primeros padres de un asesinado en las protestas que salen de Venezuela. En España han conseguido un permiso de residencia permanente y expusieron su drama al solicitar el trámite. Aún no saben cuánto tiempo se quedarán.
“La razón básica de nuestra salida es el asesinato de nuestro hijo Armando. Teníamos la vida hecha en Venezuela. Hacíamos país. Nos considerábamos ciudadanos. Y nuestros hijos querían seguir haciendo país. Pero su asesinato nos cambió la vida”, relata Israel, investigador en zoología, quien temió por el destino de su hijo Alejandro. “Donde matan a muchachos como Armando no se puede vivir. Le dispararon a matar. Como a la mayoría de las víctimas de esas manifestaciones. ¿Cómo se explica que quien te debe proteger sea quien te mate”, añade con congoja.
En esos 122 días de protesta que comenzaron el 1 de abril de 2017 murieron 124 personas, según el Ministerio Público, 136, según el Foro Penal, 158, según estadísticas extraoficiales de los medios de comunicación. La periodista Carleth Morales Senges retrata el caso de Armando, entre otros, en su obra 26 crímenes y una crónica. Quién mató a la resistencia en Venezuela. Todos son casos abiertos.
Armando, que el día de su muerte se había matriculado en primer curso de Medicina, participaba en una manifestación en la que no había en ese momento enfrentamientos con la guardia nacional. Empezaron las ráfagas de la guardia nacional y el primer disparo le alcanzó en el cuello. Fue mortal. Ni siquiera había votado por primera vez. Nadie ha respondido por su muerte. Foro Penal está presionando a organismos internacionales para que se investigue. “No pedimos asilo, entre otras cosas, porque así nos podemos mover para litigar en instancias internacionales por su caso”, señala Israel.
Pendiente del hilo del asilo
Danny Lozada, de 33 años, es uno de los 3.960 venezolanos que solicitó asilo en España en 2016. Huyó de San Cristóbal, en Táchira, vía Colombia, después de que encarcelaran al alcalde Daniel Ceballos. Formaba parte de su equipo como responsable de Protección Civil y recibió amenazas directas de parte de Diosdado Cabello, mano derecha del presidente Nicolás Maduro. Incluso fueron a buscarle a su casa para detenerle. Desde Colombia voló a España, adonde llegó en octubre de 2016.
En 2017 pidieron protección internacional 10.350 venezolanos y solo en los dos primeros meses de 2018 ya hay 6.055 solicitudes. El año pasado únicamente se aprobaron 15 de venezolanos, según datos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Los casos que se han aceptado suelen ser de perseguidos del colectivo LGTB o políticos muy relevantes.
“Empiezan a llegar más casos a partir de 2014. Primero estuvieron dormidos, no se tomaban decisiones. Ahora se aplican criterios muy restrictivos. ACNUR ha recomendado este año a los Estados que dieran algún tipo de protección a los venezolanos, al menos residencia por razones humanitarias, pero su demanda no es vinculante”, señala Elena Muñoz, abogada de CEAR.
A Danny Lozada le están asesorando en CEAR. El 8 de julio es la próxima fecha en la que pueden renovar su tarjeta roja (cédula provisional que certifica que su caso está pendiente y le permite trabajar), aceptar su demanda o rechazarla. En ese caso sellarían su pasaporte y se vería obligado a dejar España o ser ilegal. “En esos casos aconsejamos recurrir ante la Audiencia Nacional y en ese tiempo, que suele ser un año, regularizar la situación por la Ley de Extranjería”, explica la abogada, una de las 39 que se dedican a esta tarea en CEAR en toda España.
“En mi caso se trata de una persecución política real. Hemos entregado todas las pruebas donde se evidencian las amenazas y la persecución. Venezuela es una dictadura férrea. Te meten en la cárcel sin pruebas”, señala Danny Lozada, que ha encontrado trabajo como repartidor.
Pedimos a España un estatus migratorio excepcional para los venezolanos que necesitamos protección internacional", dice Danny Lozada
“Quiero hacer vida aquí hasta que pueda volver a Venezuela, cuando nos garanticen los derechos humanos, el derecho a expresarnos, el derecho a la vida. A España llegan 300 venezolanos cada día. Nos hemos visto en la necesidad de salir de Venezuela. Pedimos a España una residencia temporal, un estatus migratorio excepcional, para los venezolanos que necesitamos protección internacional”, explica Danny Lozada.
La Oficina de Asilo y Refugio (OAR), que depende del Ministerio del Interior es la que se ocupa de estas peticiones. Danny aguarda con inquietud esa próxima cita el 8 de julio. Sabe que a Venezuela no puede volver. Perdería la libertad. Y en los penales venezolanos las condiciones para los presos políticos son cada vez peores. Su antiguo jefe, Daniel Ceballos, ahora está en la protesta en el Helicoide. Denuncian malos tratos y torturas.
Un exilio sin derecho a voto
La llegada de venezolanos a España se ha multiplicado exponencialmente en los últimos dos años. “Es un ritmo que asusta”, señala el catedrático Tomás Páez, autor de La voz de la diáspora. Hace dos años había 170.000 y ahora son más de 270.000 pero se acercarían a los 400.000, teniendo en cuenta irregulares y otros con pasaporte europeo. “En todo el mundo hay unos 3,3 o 3,4 millones distribuidos en 91 países y 400 ciudades. España es el tercer destino, después de Colombia y EEUU”, afirma el investigador.
Para el gobierno venezolano la diáspora no existe, no facilita cifras. O cuando se refiere a los emigrantes es para burlarse. “Están limpiando pocetas (baños) en Miami”, llegó a decir Maduro.
También los excluyen como votantes dificultando al extremo la inscripción en el Registro Temporal. Teóricamente solo se necesita una cédula de identidad para votar en el exterior en presidenciales, pero en la práctica el registro solo se abre de forma intermitente y solicitan también una confirmación de residencia. De esta forma, solo 107.000 venezolanos de los que viven fuera en todo el mundo podrán votar este domingo.
“Este año ha crecido mucho la diáspora y los votantes excluidos del sistema. Más de un millón queda excluido del proceso electoral, lo que supone entre un 12% y un 15% del censo. Eso inclina la votación en un sentido o en otro. Su exclusión es una ganancia para el gobierno. Los que se han ido huyen del modelo socialista”, añade Tomás Páez.
En la convocatoria que organizó la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, en julio de 2017 votaron en el exterior unas 800.000 personas de un total de unos 7,5 millones.
Regresar a Venezuela es volver a un cementerio, alli no hay trabajo, ni comida, es un lugar donde la vida no vale nada", señala Paéz
Coincide Páez con Danny Lozada que, “si bien el gobierno español ha sido consecuente en líneas generales, y ha visto cómo Venezuela incumple con los jubilados, a los que no paga desde hace 35 meses, sería deseable una mayor comprensión del problema del exilado venezolano”.
Según Páez, “regresar a Venezuela es volver a un cementerio, es un lugar donde no hay trabajo, ni comida, ni medicinas, donde la vida no vale nada. Volver significa una probabilidad grande de muerte”. Recuerda cómo en Venezuela la criminalidad alcanza unos niveles similares a países en guerra declarada, como Siria.
Emigración de ida y vuelta
Muchos españoles después de la guerra civil y de la Segunda Guerra Mundial buscaron cobijo en Venezuela, con gran tradición de inmigrantes. Se calcula que en los años 40 unos 200.000 canarios arribaron en la denominada octava isla. Ahora es difícil calcular cuántos de los que llegan a España tienen doble nacionalidad, pero Páez estima que podría ser más de un 35% del total.
Sarai Coscojuela, de 28 años, es nieta de vascos que salieron de España en la posguerra. Gracias a su ascendencia española, ha podido establecerse en nuestro país, junto a su pareja, Manuel. Ahora son pareja de hecho para facilitarle a él los trámites.
Jamás había pensado en irme del país... Pero con cinco dólares al mes solo me daba para comer", relata Sarai Coscojuela
“Jamás había pensado en irme del país. No era una opción vivir en otro sitio. Pero mi trabajo como periodista en Tal Cual (fundada por Teodoro Petkoff) no me daba nada más que para comer. Apenas cinco dólares al cambio. Ahorrar era imposible, ni tener coche, ni viajar, ni un apartamento”, relata Sarai Coscojuela, que ha encontrado trabajo en una empresa de transportes en atención al cliente.
Lleva casi un año en Madrid y su novio está en trámites para obtener la residencia por familiar comunitario. Su ilusión sería volver a Venezuela, pero solo lo haría si hubiera un cambio.
Junto a los venezolanos con doble nacionalidad quienes lo tienen más fácil para establecerse son los que pueden acceder al permiso de residencia no lucrativa. En consultas de abogados como la de Alex Rangel llevan estos casos. Han de justificar unos depósitos de 30.000 euros y otros 7.500 por cada miembro de la familia. En el último año se han beneficiado de este tipo de permiso unas 200 familias, según Rangel, de Siespana.es.
Otra vía, como hacen algunos amigos de Sarai, es venir a estudiar a España un posgrado. Hay muchos estudiantes que prorrogan sus estudios con el fin de permanecer más tiempo a la espera de formalizar su situación.
En las elecciones del domingo Sarai no puede participar porque no pudo inscribirse, pero sí que está a favor de emitir el voto. “Por primera vez desde que puedo votar no lo haré. Siempre he creído en el voto. Como civiles y como demócratas es la mejor opción para generar el cambio”, comenta Sarai.
Sin embargo, Sarai sabe que gran parte del país se va a sentir “desesperanzada y derrotada” el día después, el 21 de mayo. “Mucha gente no va a participar por no creer en el sistema electoral, que ha demostrado no ser confiable. El sentimiento será que en Venezuela no hay nada qué hacer. Muchos más pensarán en irse. Si sigue Maduro, todo irá aún a peor. Pero si se votara abrumadoramente podría haber un cambio”, explica con cierta esperanza.
Para Danny Lozada la convocatoria es "pura farsa y Maduro solo busca autoproclamarse". Alude incluso a cómo el presidente ha prometido "un regalito", esa decir, unos dólares a quienes le apoyen. "Maduro se aprovecha del hambre para motivar el voto", añade.
La herida aún sin cicatrizar que sufre Israel Cañizales, el padre de Armando, le impide ver la convocatoria de este domingo como una posibilidad de cambio. “Si los eventos electorales hubieran sucedido como correspondía, es decir, las presidenciales se hubieran celebrado a finales de 2018, no hubiera habido Constituyente, la gente habría esperado, los muchachos no habrían salido a las calles… y tal vez ninguno de los muchachos habría muerto. Nosotros estaríamos en Venezuela”, comenta con rabia el padre de Armando.
Recuerda Israel Cañizales una caricatura de Rayma para explicar cómo ve la convocatoria de este domingo. En el dibujo se ve un hombre joven con una bandera de Venezuela ensangrentada y una urna electoral en la cabeza. “Estamos haciendo la elección sobre la cabeza de cada uno de los muchachos que murieron el año pasado. Estamos pisando a esos muchachos. Es incongruente”.
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