Érase una vez un pequeño reino enclavado en el Himalaya donde la felicidad era el bien más preciado. Tanto es así que el rey Jigme Singye Wangchuk, en el poder hasta 2006, acuñó el término Índice de Felicidad Nacional Bruta (IFNB) para medir esa “experiencia subjetiva de bienestar” y darle más importancia que al Producto Interior Bruto (PIB).
Vestido con un gho, traje típico de los varones en Bután, Dasho Karma Ura, de 56 años, considerado el ‘ministro’ de la Felicidad de Bután, sonríe con la mirada y habla con los ojos. “La felicidad está en las cosas más sencillas”. Así que en Bután comenzaron a investigar sobre esas pequeñas cosas.
Ura habla despacio en un inglés cuidado. Estudió su licenciatura en Oxford y después cursó un Máster de Filosofía y Economía en Edimburgo. Es frágil de apariencia pero su mensaje es sólido como una roca. Lleva casi tres décadas investigando sobre la felicidad en su país de origen, Bután, donde está a cargo de las encuestas que se publican cada cuatro años sobre cómo evoluciona ese Índice de Felicidad Nacional Bruta.
Hay que tener paciencia para completar los formularios, que indagan sobre el uso del tiempo, la salud, la vida social, las relaciones familiares y afectivas, los ingresos, la carrera profesional, el medio ambiente, e incluso la capacidad analítica y de toma de conciencia, que muchos desarrollan con la meditación.
“Los gobiernos han de servir de inspiración para la felicidad de los ciudadanos. Las leyes han de reflejar ese propósito”, explicaba en su conferencia en la Cumbre de Innovación Tecnológica y Economía Circular, organizada en Madrid por la Advanced Leadership Foundation.
El actual rey Jigme Khesar Namgyel Wangchuk sigue la filosofía sobre la felicidad que promovió su padre. El primer artículo de la Constitución de Bután consagra esta misión. “Solemnemente juramos fortalecer la soberanía de Bután, asegurar la bendición de la libertad, garantizar la tranquilidad y realizar la unidad, felicidad y bienestar del pueblo eternamente”. La Declaración de Independencia de Estados Unidos también ensalza “la vida, la libertad y la consecución de la felicidad” como derechos fundamentales.
Como el mayor sabio que hay sobre la tierra acerca de qué hace felices a los hombres recurrimos a Dasho Karma Ura. “Hemos descubierto muchas cosas porque nuestras encuestas son muy minuciosas. Nos interesa mucho el uso del tiempo, es clave en la felicidad, por ejemplo”. Ura empezó la conversación precisamente lamentándose de que tenía poco tiempo para conversar.
“Hemos identificado nueve áreas muy importantes para definir este índice de felicidad. Son: bienestar psicológico, nivel de vida, sistema de gobierno, salud, educación, relaciones en la comunidad, diversidad cultural y resiliencia, uso del tiempo y diversidad ecológica”, afirma el investigador.
“En general, el bienestar de los países está mejorando, pero lo interesante es estudiar lo que no va bien. Por ejemplo, en Bután el bienestar psicológico se está deteriorando y las relaciones sociales también, pero mejora el nivel sanitario, educativo, el nivel de vida en general. También es un problema el uso del tiempo. Demasiada televisión”, añade con una carcajada.
Bután, aunque sirve de inspiración a todos los interesados en el estudio de la felicidad, dista mucho de ser el país más feliz del mundo, según el ranking que realiza anualmente la ONU. En 2018 Finlandia, Noruega y Dinamarca ocuparon los primeros tres puestos. España está en el 36 y Bután en el 97.
Hay que prestar atención a otros seres humanos, más que a la tecnología", señala Dasho Karma Ura
En Bután, donde viven unas 800.000 personas en 38.000 km2, conviven los templos milenarios con el avance de la tecnología. Como ocurre día a día a nuestro alrededor cada vez la mirada se posa más en el móvil que en el otro. “La tecnología tiene ventajas y desventajas. Pero lo cierto es que interfiere en las relaciones. Es importante prestar atención a otros seres humanos, más que a la tecnología. Además, en ocasiones hace que el trabajo sea más solitario; siempre es mejor el equipo, fomenta la solidaridad y la interdependencia. Cuando estamos solos con una máquina nos estamos perdiendo algo”, apunta Ura, presidente del Centro de Estudios de Bután y secretario del IFNB.
A Bután acuden empresarios, ministros, diputados, y líderes de todo el mundo para ver cómo funciona el Índice de la Felicidad Nacional Bruta. Otros muchos deberían peregrinar hasta allí para, cuando menos, no promover el odio ni la división. “Algunos líderes fomentan la ira y los individuos se diluyen en el grupo y dejan de lado esa búsqueda de la felicidad”, señala Ura, quien a pesar de todo considera que el mundo ahora es más feliz que antes de los 90. “Ni siquiera pensaban en muchos casos en la prosperidad, hemos progresado aunque no todos, ni en todo el mundo”.
Nada está garantizado y puede haber una vuelta atrás. Ahora se habla de la felicidad como nunca antes y eso influye en que haya avances. “En Bután comenzamos porque no hay traumas fuertes, como colonización, guerras o violencia brutal, aunque siempre hay algún problema, con minorías, por ejemplo. Conocimos la inmigración masiva hace años, en los 40, 50, 60. De origen nepalí. Ahora están integrados [Hubo deportaciones a principios de los 90]. La mayoría es consciente de lo importante que es el bienestar y se esfuerza en alcanzarlo”.
Si querían buscar un eslogan para atraer al turismo, con ese llamamiento a la felicidad pareciera que hubieran dado en la diana. No es así, según el investigador. Solo el 5% del PIB proviene del turismo y no parece que vaya a mejorar la vida de los habitantes de Bután si aumenta. De hecho, lo controlan. Interesa más al reino que haya interés en sus investigaciones para ser un referente.
A veces no apreciamos lo que somos ni lo que tenemos. Comparamos todo el tiempo", dice Ura
De haber una fórmula mágica de la felicidad, el ‘ministro’ Ura debería conocerla. ¿Qué podemos hacer para ser felices? “Son cosas simples, siempre que las condiciones económicas y sociales sean las justas. No se puede ser feliz sin unos mínimos. Ser analítico es importante. A veces no apreciamos lo que somos ni lo que tenemos. Estamos comparando todo el tiempo. Y comparamos la parte externa del otro. Comparar es importante para luchar a favor de la justicia social y para motivarse hacia la igualdad. Pero para la paz mental a veces es importante un marco independiente. No compararse siempre”, indica mientras tomamos nota.
“Es fundamental no olvidarse que las interacciones humanas estimulan la felicidad. También con otros seres vivos, con los animales. Somos libres de ser felices de diferentes maneras, pero hemos de liberarnos de nuestro yo negativo. Es necesario tomar conciencia”, concluye su reflexión.
Está convencido de que la felicidad ha de estar incluida en la agenda política, bien con ministerios o desde instituciones que se ocupen de esta misión. Es la única manera de que sea un objetivo a largo plazo. La ONU fomenta la integración de la felicidad en las políticas públicas y desde 2013 celebra el Día de la Felicidad el 20 de marzo.
Y la última lección, la más importante. ¿Es usted feliz? “En mi caso, no cuento a largo plazo. Voy día a día. Paso a paso. Hago mis ejercicios. Ahora disfruto de Madrid. No he hecho daño a nadie. Es importante. No he dormido lo suficiente. Es lo único que me falta”.
Que sean felices.
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