Lecciones de Israel. Cinco meses después de las elecciones legislativas del 9 de abril y el fracaso de los partidos para formar gobierno, sobre todo, de Benjamin Netanyahu, el primer ministro en funciones, los ciudadanos han vuelto a las urnas este martes, sin que se resuelva el bloqueo político.
Su dictamen vuelve a dejar a Netanyahu sin mayoría (el Likud y sus aliados sumarían 56 escaños, cuando necesitan 61). La salida sería un gobierno de unidad de los dos grandes partidos (Likud y Azul y Blanco con Israel Nuestra Casa como bisagra), o bien nuevas elecciones en enero.
Los dos grandes partidos, el Likud, que lidera Benjamin Netanyahu, y Azul y Blanco o Kahol Lavan, creado en febrero por el general Benny Gantz, han empatado a 32 escaños, según el escrutinio del 92 por ciento del censo electoral, informa Haaretz.
El bloque ultraconservador que encabeza Netanyahu sumaría 56 escaños, insuficiente para gobernar. En la Kneset, Parlamento israelí, hay 120 escaños.
"No queremos unidad", coreaban los seguidores de Bibi, como es conocido el primer ministro en funciones, tras conocer los primeros resultados, en Tel Aviv. Netanyahu les prometía encabezar "un fuerte gobierno sionista" sin partidos árabes. La Lista Unida de partidos árabes ha logrado 12 escaños, un gran éxito.
Benjamin Netanyahu, que ha sido el primer ministro que más tiempo se ha mantenido en el cargo, una década, hablaba como si siguiera en campaña electoral. No le salen las cuentas, como no le salieron en abril.
Ahora es el presidente de Israel, Reuven Rivlin, quien llamará a los líderes de los partidos "lo más rápido posible" y encomendará a quien crea que puede sumar más escaños que intente formar gobierno.
Plebiscito sobre 'Bibi'
Estas elecciones se planteaban como un plebiscito sobre Benjamin Netanyahu, que ha de afrontar acusaciones por fraude y soborno el próximo mes. Por ello, Netanyahu ha apostado fuerte. Ha abogado por anexionarse el Valle del Jordán, incluso parece que se planteó una intervención en Gaza, y esgrimió la carta iraní.
A ello se suma cómo ha burlado la ley al conceder entrevistas durante la jornada electoral y desde su Facebook se ha seguido enviando información electoral.
Sin embargo, las urnas reflejan un país que se decanta por un gobierno de unidad nacional para evitar un nuevo bloqueo político. Así lo interpretan el general Benny Gantz, líder de Azul y Blanco, y también Avigdor Lieberman, de Israel Nuestra Casa, clave en la formación de gobierno gracias a sus nueve diputados, cuatro más que en abril.
El general Benny Gantz, que pese a ser un novato en las lides políticas ha desafíado a Netanyahu con gran éxito, ha dicho que "más de un millón de israelíes se ha decantado por la unidad".
La reconstrucción de Israel
Gantz ha asegurado: "Ha empezado la reconstrucción de Israel". El general ha subrayado cómo su formación "ha llegado para quedarse". Según Gantz, "la sociedad israelí será más igualitaria". Sus 32 escaños, con más votos incluso que el Likud, avalan sus palabras.
Especialmente contento estaba Avigdor Lieberman, un viejo zorro de la política israelí, antiguo aliado de Netanyahu y ahora quien tiene en su mano su futuro político. Lieberman ha pedido a Netanyahu y Gantz que escuchen a los israelíes y se reúnan para evitar nuevos comicios. Su apuesta es clara: gobierno de unidad nacional.
Difícilmente sería Netanyahu el primer ministro de ese eventual gobierno de unidad nacional. No transmitiría idea de renovación, como pretenden Gantz y Lieberman. El ex ministro de Exteriores y de Defensa con Netanyahu fue quien rechazó apuntalar a su antiguo mentor por su apoyo a los ultraortodoxos en su rechazo a cumplir con el servicio militar.
El líder ultranacionalista de origen ruso se opone a que Israel acabe siendo el Israel de la Torá y quiere un Israel laico, en lo que coincide con el general Benny Gantz. En estas elecciones se ha dilucidado también qué significa ser israelí, si la religión tiene más o menos peso en la configuración del Estado.
Lo que no ha sido una cuestión de peso es el conflicto israelo-palestino. Netanyahu ha anunciado la anexión del 30% de Cisjordania y su contrincante Gantz solo replicó que eso ya lo había prometido él. Dos millones y medio de palestinos de la Cisjordania ocupada no tienen derecho al voto, aunque viven en Israel. Tampoco quienes viven en Jerusalén Este.
En declaraciones a El Independiente, Yahuda Shaul, cofundador de Breaking the Silence subrayaba cómo Netanyahu trata de ligar el reconocimiento al Estado de Israel y la aceptación de la ocupación, y más aún de la anexión. Shaul ha denunciado cómo en los últimos cinco años se ha reforzado el acoso no solo a los palestinos, sino también a los disidentes.
Netanyahu se juega mucho y no va a rendirse fácilmente. ElC momento internacional es complejo. Su gran aliado es Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, que ha decidido el traslado de la embajada de su país a Jerusalén. La tensión con Irán juega a favor de Netanyahu, feroz con el régimen de los ayatolás. Sería jugar con fuego.
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