En Argentina todos son peronistas. Pero cada uno lo es a su manera. No es casual que el tradicional Partido Justicialista (peronista) se haya presentando en las elecciones del 27 de octubre reconvertido en el Frente de Todos. "Unidos venceremos", decía Juan Domingo Perón, el pionero, electo presidente tres veces, que da nombre a un movimiento que va más allá de lo que significa un partido político al uso.
Alberto Fernández (Buenos Aires, 1959) será presidente de Argentina el próximo 10 de diciembre tras vencer en primera vuelta al actual jefe del Estado, Mauricio Macri, que lidera Juntos por el Cambio. Fernández, quien compartía cabeza de cartel con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, ha logrado unir las diferentes tendencias del peronismo y así reconquistar el poder.
En 2015 venció Mauricio Macri, ex presidente del Boca Juniors y empresario de éxito, tras 12 años de nestorismo y kirchnerismo. Macri es el primer presidente no peronista que logra culminar su mandato. El reto ahora es conducir una transición ordenada. Su candidato a vicepresidente, Miguel Ángel Pichetto, era un peronista que se autodenomina "racional". . Ni Macri es ajeno al peronismo.
Todo indica que Alberto Fernández, presidente electo, y Mauricio Macri, quien se ve como alternativa sólida al peronismo, van a esforzarse en conseguirlo. El lunes, tras proclamarse la victoria de Fernández en las urnas, se reunieron en la Casa Rosada a primera hora con este fin. Juntos emitieron un comunicado con la intención de tranquilizar a los mercados financieros.
Ahora lo que consideramos prioritario es superar la grieta. Somos el Frente de Todos. Y todos es todos", dice Francisco D'Iuso, dirigente político sindical argentino
"Ahora lo que consideramos prioritario es superar la grieta. Somos el Frente de Todos. Y todos es todos. Hay que atender, sobre todo, a los más necesitados, a quienes más han sufrido por las medidas económicas que se han adoptado", explica Francisco D'Iuso, dirigente político sindical de la Administración Federal de Ingresos Públicos.
En Argentina fue el periodista Jorge Lanata el primero que utilizó el término "grieta" en un artículo en Página 12 en 1989. Lanata aludía entonces a quienes estaban a favor y en contra del régimen militar, que impuso el terror en el país entre 1976 y 1983.
Con Cristina Fernández de Kirchner en la Presidencia, especialmente en su segundo mandato, muy divisivo, se empleó para hablar de la ruptura entre cristinistas y anticristinistas. "Aplicado a los K el concepto se impuso, pero surgió con los milicos", decía Lanata en una entrevista.
Para D'Iuso el peronismo es la vía para conseguir justicia social y para luchar contra la desigualdad. Esa grieta pertenece al pasado, a su juicio. Hay que ser inclusivos. Su modelo, y en eso coincide con Alberto Fernández, es Néstor Kirchner, quien fuera presidente entre 2003 y 2007 y marido de la vicepresidenta electa, quien se volcó con las políticas contra la pobreza y la desigualdad.
Ahora que la crisis ha golpeado fuerte a los más débiles, con un nivel de pobreza superior al 35%, este dirigente sindical considera que el gobierno ha de volcarse con programas de ayudas sociales que permitan a las familias llegar a fin de mes. Son cada vez más los que en Argentina, un país rico en productos cárnicos y agrícolas, pasan hambre.
Desde la vuelta a la democracia, el peronismo ha gobernado en Argentina 24 de 36 años. Tras la derrota frente a Mauricio Macri en 2015, cuando se presentó fragmentado y muy desgastado por la corrupción, había mucha división. Ahora solo se ha desmarcado otro candidato, Roberto Lavagna, que apenas ha conseguido un 6% de votos.
El peronismo está siempre presente. Es un aparato de poder que se va transformando según el devenir de la sociedad", explica Anna Ayuso
"El peronismo está siempre presente. Es un aparato de poder que se va transformando según el devenir de la sociedad. Carlos Saúl Menem hizo políticas neoliberales, Cristina Kirchner más socialismo del siglo XXI. En principio Alberto Fernández es pragmático. Estuvo con Menem y con Néstor", afirma Anna Ayuso, investigadora senior para América Latina en el CIDOB de Barcelona.
Los críticos con el peronismo acusan a los sindicatos y gremios afines de generar conflictividad social para impedir a los opositores mantenerse en el poder. Es un hecho que Raúl Alfonsín tuvo que enfrentarse a 13 paros generales, nueve De la Rúa y Macri, cinco. Suman 27 paros generales en apenas 12 años de gobiernos no peronistas.
Sin embargo, hubo 17 huelgas generales en los 24 años en los que gobernaron peronistas, quienes argumentan que son las políticas de sus rivales, neoliberales a ultranza, las que provocan la lucha en las calles.
En esta ocasión, la estrategia de presentarse unidos los moderados y pragmáticos ligados a Alberto Fernández, quien fuera jefe de gabinete con Néstor Kirchner, y los más radicales, leales a Cristina Fernández de Kirchner, ha sido clave para la victoria frente a Macri, que ha logrado mejores resultados que en 2015. Es decir, no ha perdido Macri sino que ha ganado el peronismo unificado bajo la bandera de la doble F.
Claves de la victoria peronista
¿Cómo han logrado recuperar la confianza del electorado argentino los peronistas? Por un lado, gracias a esta estrategia de unidad. Por otro, la crisis económica juega en contra del oficialismo, que no ha conseguido que sus fórmulas dieran buenos resultados, sino la contrario. La bolsa de la compra se ha encarecido casi un 60% este año. Y la deuda con el FMI ha de renegociarse porque Argentina es incapaz de pagarla en las condiciones actuales.
Quienes han dado la victoria al Frente de Todos han sido principalmente los habitantes del llamado conurbano, la provincia de Buenos Aires, donde se concentra un 25% del padrón nacional.
En total, la ventaja de Alberto Fernández sobre el presidente Mauricio Macri ha sido de poco más de dos millones de votos. En el conurbano la ventaja ha sido de 1.630.000 votos. El sur del Gran Buenos Aires está con Alberto Fernández de forma abrumadora.
"En el conurbano se sitúan las clases más golpeadas por la pobreza. Ha sido por el efecto de la falta de resultados económicos. Es sorprendente que el oficialismo haya mantenido el 40% del voto. En Córdoba o Santa Fe han seguido votando a Macri, pese a los datos tan malos en el desempeño económico", comenta Anna Ayuso, del CIDOB.
Macri daba por perdida la batalla en estos distritos y por ello los excluyó de su gira de 30 días por 30 lugares del país. Si se excluyera el conurbano bonaerense, Alberto Fernández habría ganado también en primera vuelta pero de manera muy ajustada (47,4% frente a un 45,4%), según el cálculo realizado por La Nación.
Juntos por el Cambio ganó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y en Córdoba. También se impuso en Entre Ríos y Santa Fe.
"Los jóvenes están divididos. Los hay de los dos lados. El peronismo tiene un voto mayor, tradicional. Hay más una diferencia de clase: el sector más urbano, la burguesía, la clase media es de Cambiemos. El peronismo mantiene su tirón dentro de los sectores populares", añade Anna Ayuso.
Ha ayudado al peronismo la campaña que lleva realizando desde hace años Axel Kicillof, ex ministro de Economía de Cristina Fernández y diputado opositor durante el mandato de Macri. Es, junto a Máximo Kirchner, una de las figuras más reconocidas de La Cámpora, los jóvenes guardianes del kirchnerismo.
Con rostro juvenil a sus 48 años, Kicillof ha vuelto al contacto con la gente en las poblaciones de la provincia, lo que le ha llevado a imponerse por un 52% frente a la candidata mejor valorada del macrismo en la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.
Kicillof, apadrinado por Cristina Fernández, es la figura ascendente del peronismo. Fue quien promovió la nacionalización de YPF, propiedad de Repsol. Para el peronismo representa el presente y el futuro.
Decía Perón: "Aunque nos derriben mil veces, mil veces volveremos". Volver, volver, difícilmente vuelven los peronistas porque siempre están ahí. Como el asado, el choripán y la bandera celeste.
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