Frío, pobreza y guerra. Estas palabras marcan la infancia de los miles de niños sirios que han tenido que huir de sus casas para esquivar las bombas. Muchos de ellos no han podido sortearlas. Según informa la ONU, el 30% de las víctimas en la provincia de Idlib y las áreas circundantes desde el pasado abril son niños. De los 100 civiles asesinados en los 20 primeros días de febrero, al menos 35 eran niños, según destaca la organización.
"Me llega información a diario de bebés y niños pequeños muriendo de frío. Imaginen el sufrimiento de unos padres que huyen de la guerra sólo para ver a sus hijos congelarse hasta la muerte", relata Geir Pedersen, enviado especial de Naciones Unidas para Siria. Este invierno está siendo especialmente complicado para quienes han tenido que asentarse de forma improvisada en la frontera turcosiria. Según informa Ahlam, asesora de Protección Infantil para World Vision International en Idlib, "aquí hace aproximadamente siete grados bajo cero; las familias y los niños se están congelando sin un techo sobre sus cabezas".
"Las condiciones de vida en los campamentos de desplazados en el noroeste de Siria son muy difíciles. Algunas familias duermen a la intemperie, otras están en tiendas de campaña improvisadas, mientras que algunas viven en edificios a medio construir o comparten un apartamento con docenas de personas", dice desde el terreno para El Independiente Caroline Anning, la responsable de Siria de World Vision International, donde destaca que este invierno los migrantes han tenido que asentarse en suelos cubiertos de nieve y hielo. Las instalaciones sanitarias escasean o son muy precarias, tal y como señala la portavoz, ya que en muchos de los campamentos informales "no tienen agua corriente ni baños". Las ONG no llegan a ofrecer estos servicios a todos los desplazados, porque "cada día aparecen nuevos asentamientos".
La provincia de Idlib, en el noroeste del país, se ha convertido en un hervidero desde que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lanzase en octubre su ofensiva contra el último bastión del Estado Islámico en Siria. El nombre que recibió la operación, Manantial de Paz, se aleja mucho de la realidad actual de una guerra que ya supera los ocho años de duración. "Antes de que comenzara el conflicto en 2011, Idlib era el hogar de 1,5 millones de personas. Ahora, tres millones de personas viven en un espacio que se está reduciendo a medida que avanzan las líneas del frente del conflicto", asegura Caroline Anning. A las migraciones internas en la región se les unen las de las personas que llegan desde Alepo, Guta oriental y Deraa.
"Los combates en Idlib se están acercando a zonas densamente pobladas" que sirven como "corredores para la entrada de ayuda humanitaria, por lo que el potencial de una catástrofe todavía mayor es enorme", según afirma la ONU. Más de un millón de personas se han desplazado en los últimos tres meses, señala Caroline Anning. Y añade que, aunque las organizaciones sobre el terreno tratan de dotar a los migrantes de mantas y ropa de abrigo para que se protejan del frío, "la demanda es abrumadora".
"Todos aquí nos piden carpas o viviendas para buscar refugio frente al frío. Hoy mismo [este jueves] he visto a 20 niños viviendo en un sótano sin ventanas ni ventilación. Han estado andando durante tres días y están enfermos sin mantas ni colchones para dormir", relata la responsable de Siria de World Vision International. "Naciones Unidas estima que al menos 17.000 personas están durmiendo al aire libre sin ningún tipo de refugio. Muchas familias comparten una manta entre dos o tres personas, y hay niños que han muerto por el frío", asevera.
La ONU estima que al menos 17.000 personas están durmiendo al aire libre sin ningún tipo de refugio
Caroline Anning (World Vision International)
La ONU advierte del "enorme coste humano" que podría producirse en la zona "si no se alcanza un alto el fuego". Caroline Anning declara para este periódico que instan continuamente "a las partes a alcanzar un acuerdo de paz duradero para poner fin a la violencia". "Hemos visto repetidas y violentas confrontaciones entre las fuerzas de los gobiernos turco y sirio. Por su parte, Rusia está activamente involucrada en apoyar las operaciones del Gobierno sirio", señala Geir Pedersen. El jueves de esta misma semana, Erdogan y su homólogo ruso, Vladimir Putin, pactaron un cese de hostilidades entre las Fuerzas Armadas Turcas y el Ejército Árabe Sirio, al que resucitó en el verano de 2015 el apoyo armamentístico de Moscú.
Ambos mandatarios delimitaron, durante el encuentro que duró seis horas, fijar un corredor de seguridad, como ya establecieron en Sochi en septiembre de 2018, para evitar nuevos choques. Asimismo, hicieron pública su intención de facilitar el retorno de las personas desplazadas durante el conflicto. A pesar de que en los casi nueve años de guerra en el país árabe no se han cumplido los acuerdos que implicaban el alto el fuego entre las fuerzas turcas, sirias y rusas, parece que esta vez las partes intentarán alargar en el tiempo este pacto. El presidente sirio, Bashar al Asad, afirmó este viernes que el alto el fuego en Idlib podría "relanzar el proceso político" en el país árabe.
Niños sin futuro
Desde el inicio de la guerra, cinco millones de niños y niñas han tenido que huir de sus ciudades. "Algunas familias huyeron sólo con la ropa que llevaban puesta. Otras tomaron lo que podían llevar, generalmente una muda de ropa, papeles importantes y algunas mantas y colchones. Han dejado atrás sus preciadas posesiones, y los niños abandonan sus juguetes y libros de texto", dice Anning.
Me di cuenta de que mi hermano había recibido un disparo en la cabeza y el cuello. Vi cómo su alma dejaba su cuerpo
Muchos de estos menores no han conocido la paz y están acostumbrados a las armas y a la muerte. "Me di cuenta de que mi hermano había recibido un disparo en la cabeza y el cuello. Vi cómo su alma dejaba su cuerpo", narraba un niño que vio la ejecución de toda su familia en 2012 en el informe de Naciones Unidas 'Borraron los sueños de mis hijos', en el que la organización evalúa las violaciones de los derechos humanos que se han cometido contra los niños durante el conflicto armado.
"La mayoría de los niños desplazados no tienen acceso a la educación. Las escuelas están cerrando por el conflicto o están siendo utilizadas para alojar a los desplazados", dice a este periódico la portavoz de World Vision International. Con una generación de niños y adolescentes que no están recibiendo educación, Siria se encamina a convertirse, una vez acabada la guerra, en un país sin futuro.
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