La explosión que sacudió Beirut este martes ha dejado sin casa a más de 300.000 ciudadanos de un país que se encuentra al borde del abismo. En estos momentos, experimenta una acusada crisis económica, la mayor en décadas, pero también social, desde que el pasado mes de octubre los ciudadanos se lanzasen en masa a las calles para protestar contra la corrupción del sistema político local.
Ahora, a las dificultades para acoger enfermos que soportaban los hospitales libaneses a causa del aumento de contagios de coronavirus, se les suma la afluencia de heridos derivada de esta trágica deflagración. "Tenemos tres crisis que ya existen y, con esta explosión, la gente está abrumada con la cantidad de tragedias con las que tienen que vivir", declara para El Independiente el director de Operaciones en el Terreno de World Vision en Líbano, Rami Shamma.
"Los hospitales todavía pueden recibir pacientes, pero los suministros médicos se han visto afectados" por la crisis sanitaria generada por la pandemia, evidencia, para posteriormente afirmar que "realmente esperamos que el brote de Covid-19 no abrume el sistema médico en el momento actual, para que los heridos puedan recibir la atención que necesitan".
Shamma se encontraba a 30 kilómetros de Beirut con sus dos hijos y su mujer cuando tuvo lugar la explosión y aun así escucharon el estruendo y sintieron los temblores en el suelo que ésta provocó. "La gente estaba en shock", afirma, para posteriormente añadir que "empezamos a pensar que se trataba del asesinato de una figura política".
Sin embargo, se dieron cuenta de que esa no era la causa cuando comenzaron "a recibir grabaciones de la explosión en el puerto de Beirut", y fue entonces cuando, dice, "la imagen se hizo más clara y el nivel de destrucción siguió llegando con el tiempo". Conforme avanzaban las horas, la tragedia tomó forma. Según las últimas actualizaciones, adelantadas el miércoles por el canal de noticias libanés Al Manar TV, se han contabilizado 135 muertos y más de 5.000 heridos.
Ante este desolador balance, el Gobierno libanés, encabezado por el presidente, Michel Aoun, de confesionalidad cristiana maronita, y el primer ministro, Hassan Diab, musulmán suní, decretó el estado de emergencia durante dos semanas, otorgando así al Ejército plenos poderes en la capital.
"Puede que el número exacto de muertos no se conozca hasta dentro de varios días, pero lo que sí sabemos es que cuando tiene lugar una catástrofe como esta, los niños pueden estar heridos, conmocionados y separados de sus padres", señalaba en un comunicado emitido el día después del suceso el director de Save the Children en Líbano, Jad Sakr.
La zona del puerto, una de las más habitadas y empobrecidas de la ciudad, ha quedado reducida a escombros. "Si te mueves por Beirut, definitivamente tendrás la sensación de que es una zona de posguerra", dice el portavoz de Wolrd Vision sobre el terreno, que expone además que "actualmente, el Gobierno sigue trabajando en la evaluación del resultado de la explosión, por lo que sigue buscando víctimas y personas desaparecidas".
"He realizado una visita por Beirut y los daños pueden elevarse a entre 3.000 y 5.000 millones de dólares", explicaba Abboud a la agencia Afp, aunque todavía falta que los expertos realicen una evaluación más detallada. Varios países, entre ellos España, han ofrecido su ayuda al Ejecutivo libanés para tratar de minimizar el impacto de esta explosión en la medida de lo posible.
El Gobierno no tiene la capacidad financiera para apoyar a las personas afectadas, por lo que el apoyo internacional será crucial"
Rami Shamma (World Vision)
"El Gobierno no tiene la capacidad financiera para apoyar a las personas afectadas, por lo que el apoyo internacional será crucial para la supervivencia de las familias afectadas, especialmente con la deteriorada situación económica donde a veces una pequeña ventana rota en la casa no es reparable debido a la vulnerabilidad de la familia", asegura Rami Shamma, que recuerda que "la comunidad internacional también ha comenzado a movilizar clínicas temporales para apoyar a los heridos por la explosión".
El primer mandatario internacional que ha visitado el lugar en el que se produjo el accidente que ha conmocionado al mundo ha sido el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que ha prometido que "la ayuda llegará directamente a la población y, para ello, la ONU tendrá un papel fundamental". Macron, acompañado en todo momento por Aoun, ha anunciado que organizará una conferencia internacional en los próximos días para gestionar las ayudas financieras que recibirá el país.
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