¿Por qué hay tanto odio en nuestra sociedad del siglo XXI? "Vamos de crisis en crisis. Primero la financiera y económica, luego la migratoria, que generó para muchos una crisis cultural, también sufrimos crisis de seguridad. Y ahora es una crisis sanitaria, la crisis del coronavirus, que se ha transformado en una crisis global. Son amenazas que determinados sectores de la sociedad perciben como ataques a su identidad. Nuestra sociedad es más vulnerable y cada vez se inclina más a la polarización". Habla Julia Ebner, una joven periodista austriaca que se ha adentrado en las redes del odio, desde supremacistas a yihadistas, y lo expone en su libro La vida secreta de los extremistas (Editorial Temas de Hoy).
El fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos, si bien con Donald Trump los supremacistas blancos han contado con un acicate en el poder. "En Europa cada vez hay más grupos identitarios, que están conectados con los estadounidenses, y ahora los conspiranoicos obran de forma similar a uno y otro lado del Atlántico. Quienes van a sus manifestaciones tienen un perfil similar en Madrid, Berlín o cualquier ciudad de EEUU", nos explica Julia Ebner, en conversación telefónica.
Cuenta Julia Ebner (Viena, 1991) cómo para entrar en ese lado oscuro de las redes sociales, donde anidan supremacistas, yihadistas y conspiranoicos, tenía que representar varios papeles. Hasta cinco diferentes, desde una joven estudiante de filosofía admiradora de Heidegger y afín a la ultraderecha tradicional (FPÖ) a una mujer deseosa de satisfacer a los hombres (trad woman, mujer tradicional) o una seguidora de las hermana del terror (yihadista).
"Me sirvieron mis clases de interpretación de la escuela", relata. Ebner es investigadora en el Institute for Strategic Dialogue de Londres, una organización fundada en 2006 con el objetivo de combatir el discurso del odio y la desinformación en las redes.
"Nadie es inmune"
Julia Ebner también se dio cuenta de que "nadie es inmune a estar radicalizado". Ni siquiera ella, que ha leído y ha investigado el tema a fondo. "Nunca había pensado que yo podría ser radicalizada también, pero me di cuenta de que tengo puntos vulnerables. Estaba en plena crisis de identidad (cuando se adentró con las trad women) y me sentía frágil. Todos somos susceptibles de ser radicalizados", dice la periodista, autora también de The Rage (La ira, 2018).
Cualquier persona puede ser utilizada en momentos de debilidad y la vulnerabilidad puede ser un concepto extremadamente temporal. La única defensa es la información"
"Nunca he creído que haya un perfil para el extremismo: ni la clase, el género o la raza, ni la opinión política o religiosa determinan si alguien puede o no ser captado por los extremistas. Cualquier persona puede ser utilizada en momentos de debilidad y la vulnerabilidad puede ser un concepto extremadamente temporal. La única defensa es la información", leemos en el libro.
Todos podemos ser adictos al odio, presas de la conspiración.
La autora de La vida secreta de los extremistas ha recibido amenazas de todo tipo (de vida, sexuales, verbales), y llegó a perder un empleo, pero cree que no es un riesgo más importante que el que corren muchos que trabajan entre bambalinas para protegernos.
Ebner se infiltra un tiempo limitado y muchas veces, como le sucede con Generación Identitaria, averiguan quién es después de que ella voluntariamente desvele tácticas del grupo a los medios, con el fin de alertar sobre sus estrategias.
¿A quién benefician estos grupos del odio? ¿Quiénes los alientan? Julia Ebner señala cómo es difícil vincularlos con grupos políticos, si bien algunos de sus mensajes son amplificados por medios rusos o por algunos seguidores de Trump y su entorno. Le preguntamos por Steve Bannon, quien fuera asesor de Donald Trump y uno de los principales estandartes de la Alt Right en Estados Unidos. "Conoce su lenguaje. Habla su idioma, eso es indudable", añade Ebner.
A esta investigadora le preocupa que Trump sea reelegido porque desde la Casa Blanca ha fomentado la polarización y ha alentado el odio. "Grupos ultraderechistas de todo el mundo lo toman como referente. También en Europa. En España está Vox. En casi todos los países europeos hay grupos políticos con aspiraciones de poder que apoyan políticas identitarias", señala Ebner.
Si Trump gana, los supremacistas pueden demandarle más acción. Le exigirán políticas para terminar con lo que llaman el genocidio de los blancos
Según Ebner, "si Trump gana y se queda cuatro años más, los grupos supremacistas pueden demandar más acción a Trump. Son muy extremos y le exigirán políticas para terminar con lo que consideran el genocidio que sufren los blancos".
Cuando se adentró en grupos como Generación Identitaria, Julia Ebner se dio cuenta de cómo muchos acuden por curiosidad, sin grandes convicciones políticas. Luego se quedan porque les parece divertido, recurren al sentido del humor con frecuencia, y en el grupo no se sienten solos. Cultivan el sentido de pertenencia.
El campo de batalla virtual
Hay algo que une a los actores de extrema derecha, según expone Julia Ebner en su libro: la convicción de que las nuevas tecnologías serán cruciales a la hora de expandir y cimentar su influencia política. El campo de batalla virtual es el primero, según su estrategia.
Generación Identitaria pretende captar público joven (quieren líderes veinteañeros cuando Ebner se infiltra) y con formación cultural. Su objetivo final, según los principios del grupo, es crear sociedades homogéneas "donde las diferentes razas y culturas no se mezclen".
Defienden el cierre total de fronteras y la repatriación de todos los inmigrantes. Creen que el genocidio blanco es resultado de la inmigración, el aborto y la homosexualidad. Hungría es su modelo. Serían la versión paneuropea de la Alt Right.
Para ellos las nuevas tecnologías son plataformas que ayudan a su expansión y pretenden captar la atención de los medios de comunicación con lo que llaman "acciones estratégicas" (cualquier actividad sorprendente con la que dan a conocer sus eslóganes). Dicen oponerse al uso de la violencia, pero flirtean con ella hasta en los cuestionarios de captación.
Creen en la doctrina Breitbart: es necesario cambiar la cultura para luego cambiar la política. Para ello buscan crear contraculturas provocadoras que atraigan a los jóvenes. Es lo que llaman la "provocación controlada".
Cubren una estatua famosa de la ciudad con un burka, por ejemplo, para escenificar el dominio creciente de la cultura musulmana con un lema "Stop islamización". Uno de los dirigentes de Generación Identitaria, Edwin Hintsteiner, confiesa a quien cree que es una nueva adepta (Julia como Jennifer): "En los grandes medios solo hay noticias falsas. Pero los necesitamos porque son publicidad gratis para nosotros".
Según describe Whitney Philips, "cuando una historia se extiende más allá de los intereses de la comunidad en la que se debate, los medios no tienen otra elección que darle cobertura. El objetivo es difundir contenido divisivo que obligue a las personas que están al margen a escoger bando". Es lo que llaman "polarización estratégica".
El mundo según 'Matrix'
Una escena de la película Matrix sirve de referente a grupos como Generación Identitaria, que aspira a ser paneuropeo. Hablan de como su misión es darle "la pastillita roja" a la gente. En Matrix Morpheus le dice a Neo, el protagonista: "Si tomas la pastilla azul, se acaba la historia. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creerte. Si te tomas la roja, te quedarás en el País de las Maravillas y yo te guiaré hasta dónde llega la madriguera del conejo".
Es una escena de culto para la Alt Right internacional. Su tesis es que el establishment global nos ha hecho creer un mundo de ilusiones y solo si tomamos sus pastillas rojas (creemos sus mensajes, sus teorías de la conspiración) saldremos del engaño. Así dice Ebner en el libro: "Si tomarse la pastilla roja se percibe como un eufemismo de la radicalización, gran parte de internet se ha convertido en fábricas de pastillas rojas".
Una de estas pastillas rojas sería la teoría del gran reemplazo (Replacement Theory), según la cual la raza blanca corre el riesgo de ser sustituida por otras. Depende del lugar del mundo negros, asiáticos o árabes son una amenaza. Es una teoría que acuñó el escritor francés Renaud Camus, de acuerdo con publicaciones de Thomas Chatterton Williams, según cita The New York Times.
Terroristas como quien perpetró la mayor matanza vivida en Nueva Zelanda, en dos mezquitas de Christchurch, o el autor del ataque en El Paso la invocaron.
En Charlottesville, en los disturbios de 2017, los supremacistas blancos gritaban: "¡No nos vais a reemplazar!" a los afroamericanos. Ebner ha observado en las redes como algunos seguidores de Vox la defienden, más desde el punto de vista de la amenaza migratoria que racial.
La pastilla roja definitiva para los supremacistas blancos es su convicción de que el Holocausto nunca ocurrió.
Hace años Ebner pensaba que Alemania sería un ejemplo de país donde se había logrado combatir adecuadamente el discurso del odio. El Holocausto les habría marcado y de alguna manera se creía que les había inmunizado, gracias a la educación y la responsabilidad política, contra los radicalismos. Pero no es así.
"No ha funcionado. No hay más que ver la presencia de Alternativa por Alemania en el Parlamento (93 escaños). Y manifestaciones como la que vimos en Berlín recientemente" (donde un grupo de ultraderechistas quiso entrar por la fuerza en el Reichstag)", comenta Julia Ebner.
A pesar de la presencia de los ultraderechistas del Partido de la Libertad, Ebner cree que los Países Bajos son más resilientes porque cuentan con una red de apoyo público (sanidad, educación, servicios sociales) más sólida.
La Q de la Qonspiración
Julia Ebner también se adentra en "el extraño mundo de los conspiranoicos". Penetra en Qanon. En octubre un usuario anónimo identificado como Q hizo circular en el foro de Internet 4chan una teoría de la conspiración llamada Pizzagate, según la cual una red de pornografía infantil estaría operando desde una pizzería en Washington en la que estaría involucrada Hillary Clinton.
Jakob Guhl, que trabaja como Ebner en el Institute for Strategic Dialogue, decía a la Deutsche Welle: "QAnon es el tofu de los movimientos en línea. Puede tener diferentes sabores dependiendo de con qué lo mezcles".
Qanon ha encontrado su caldo de cultivo ideal en la pandemia. Alientan las teorías que mantienen que el virus es un invento para manipularnos con vacunas y que las medidas son un intento de controlarnos.
Los anon (anónimos, partidarios de Qanon) son quienes preparan a la sociedad para el "gran despertar", una especie de periodo de iluminación en el que por fin encontraremos "la verdad". ¿En qué consiste esa "verdad", según Qanon? Los banqueros orquestan guerras. Nos espían a todos. El gobierno es una corporación. El único terrorismo viene de la élite que la mayoría de la gente ignora. Crean atentados terroristas falsos. Te mantienen enfermo para beneficiarse contigo. Las vacunas tienen rellenos tóxicos. Y así un largo etcétera.
Ebner señala en el libro cómo los anon investigan la genealogía de cualquiera de quien sospechen: los Clinton, los Kennedy, los Rockefeller. Según Qanon, el mundo está en manos de los Saud (la familia real saudí), George Soros y los Rothschild. El espacio informativo está dominado por seis compañías: GE, News Corp, Disney, Viacom, Time Warner y CBS.
Los anon han encontrado "un modo de conectar la CIA y el MI6 con los Rothschild, el Vaticano, Hollywood, Facebook, los nazis, los illuminati y los alienígenas para explicar no solo las guerras mundiales, el cambio climático y los atentados terroristas, sino también la vacunas, la pedofilia y el canibalismo", señala Ebner en La vida secreta de los extremistas.
Qanon ha pasado en apenas tres años de limitarse a foros marginales como 4chan y 8chan a transformarse en un movimiento masivo que circula en medios sociales mayoritarios. Son flexibles ideológicamente: pueden aplaudir a los chalecos amarillos y a los pro Brexit. Son negacionistas sobre el coronavirus.
"En esta crisis del coronavirus estamos viendo cómo nos afecta la desigualdad. La gente más golpeada por la pandemia, y por las medidas de los respectivos gobiernos, son los que más van a las calles y se aferran con más fuerza a las teorías de la conspiración. Necesitan salidas y esas tesis se las ofrecen", afirma Julia Ebner. "Si no lo hacemos bien en esta crisis, serán millones los que se sumarán a estas teorías de la conspiración y tenderán a la radicalización".
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