Estados Unidos tiene ya una nueva juez en el Supremo: la conservadora Amy Coney Barrett, de 48 años. "Haré mi trabajo sin temor o favor, y lo haré de forma independiente tanto de las ramas políticas como de mis preferencias personales (...) Amo la Constitución y la república democrática que estableció", ha dicho tras jurar su cargo esta madrugada, hora española. Lo hace a siete días de que concluya el proceso electoral, el 3 de noviembre.
El Senado de Estados Unidos, con mayoría republicana, ha confirmado a la juez propuesta por el presidente, Donald Trump, en un tiempo récord.
Ha recibido el apoyo de 52 senadores republicanos. Han votado en contra 48, entre ellos Susan Collins, de Maine, republicana, la única disidente. El Senado cuenta ahora con 53 representantes republicanos, 45 demócratas y dos independientes.
Con Amy Coney Barrett el Tribunal Supremo se inclina claramente hacia los conservadores. De los nueve miembros, seis han sido nombrados por presidentes republicanos, entre ellos tres por Donald Trump. El cargo de juez del Supremo es vitalicio.
Amy Coney Barrett ocupa el puesto que dejó vacante la emblemática Ruth Bader Gainsburg, fallecida el 18 de septiembre a los 87 años por cáncer. RBG, como era conocida en Estados Unidos, se convirtió en un icono pop y en una figura de referencia para la juventud estadounidense por su lucha por los derechos civiles.
El último deseo de la juez Gainsburg, que se convirtió en un icono feminista y progresista, fue que su sucesión se decidiera después de las elecciones. Pero Donald Trump no ha querido perder la oportunidad de decantar claramente el Supremo hacia los conservadores.
Un tercio del Senado se renueva en las elecciones en curso que tienen su fecha final el 3 de noviembre. Es posible que la Cámara se decante hacia los demócratas, de ahí que ellos insistieran en que tenía que ser el presidente y la Cámara renovada en las urnas las que eligieran al sucesor o sucesora de Ruth Bader Gainsburg.
Consecuencias políticas
La nueva juez del Supremo, con una brillante trayectoria, es católica a ultranza, y por tanto contraria a la ley Roe versus Wade, que legalizó el aborto en Estados Unidos en los años 70. También ha expuesto sus críticas al actual sistema de protección sanitaria, por cubrir los anticonceptivos, por ejemplo. Amy Coney Barrett es madre de siete hijos, entre ellos dos adoptados de origen haitiano y un niño con Síndrome de Down.
En la corte federal de apelaciones de Chicago, Barrett adoptó posiciones que respaldan el derecho a portar armas, se oponen a la migración y rechazan el llamado Obamacare.
El Supremo tendría un papel fundamental en caso de que los resultados electorales sean muy ajustados. Nunca antes se ha procedido a tanta velocidad a aprobar a un juez del Supremo, un proceso que tras la designación del presidente suele demorarse, varios meses.
"La Historia registrará que esta mayoría republicana confirmó con fuerza política bruta, en contradicción con principios establecidos, un nombramiento vitalicio a días de una elección", ha remarcado Schumer. "Es un día negro para la Justicia en EEUU".
El líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, ha dicho que los estadounidenses sufrirán durante generaciones la confirmación de Amy Coney Barrett, a quien calificó de "extrema derecha", en el Supremo.
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