Hasta que Emmanuel Macron llegara al Elíseo en 2017, sin haber cumplido los 40 años, Valéry Giscard D'Estaing, un liberal comme il faut, era el más joven en ser presidente de Francia con 48 años. Solo cumplió un mandato, entre 1974 y 1981. Derrotó a Mitterrand y Mitterrand le derrotó. Acaba de morir en un hospital de Tours a los 94 años. Su estado se agravó debido a las complicaciones cardiacas derivadas del Covid-19.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha rendido homenaje en un comunicado a su antecesor, a quien ha elogiado como "un hombre de Estado que dirigió el país en un mandato transformador".
"Las orientaciones que dio a Francia aún nos sirven de guía. Servidor del Estado, hombre político de progreso y defensor de las libertades, su muerto es un duelo para la nación francesa", ha señalado Emmanuel Macron.
El líder socialista francés, François Mitterrand, reconoció a Giscard que perdió las elecciones de 1974 cuando en el debate que mantuvieron en televisión el candidato de centroderecha le dijo: "Usted no tiene el monopolio de los corazones". Según su biógrafo Éric Roussel, se inspiró en John F. Kennedy.
Giscard sabía el relevante papel de la televisión (decía que era "el primer poder en Francia"). Fue el primer candidato en Francia que se dio cuenta del valor añadido del dominio de la comunicación política en las campañas. En esa reveladora campaña de 1974 desveló escenas de su vida privada ante los ciudadanos, que pudieron verle esquiando o jugando al fútbol.
Mitterrand aprendió la lección y se tomó la revancha en 1981, si bien el resultado fue muy ajustado: 50,8% a favor del socialista y un 49,1 con el entonces presidente. Giscard no volvió al Elíseo, y esta derrota le marcó durante tiempo.
Reconoció que el golpe de este fracaso le impactó mucho. "Al principio el traumatismo fue fuerte. Y duró tiempo. Quedó atenuado por mis funciones en el Consejo Regional de Auvergne, y desaparecieron por completo cuando presidí la Convención Europea", reconoció Valéry Giscard D'Estaing, conocido como VGE.
Condecorado en la guerra
Nacido en 1926 en Coblenza, en la Renania ocupada por las fuerzas franceses, pertenece a la generación de políticos franceses forjada en la Segunda Guerra Mundial. Participó en la liberación de París a la edad en que otros están yendo a clase. "Tenía miedo de tener miedo. Para mi sorpresa descubrí que no tenía miedo", dijo sobre su experiencia en el Ejército.
En el documental Giscard de vous à moi, reconoció que aquellos años fueron inolvidables: "Amé el ejército. Es la fraternidad absoluta".
Al terminar la guerra, condecorado, volvió al instituto. Estudió en la École National d'Administration (ENA), la cuna de políticos y diplomáticos en Francia. De forma premonitoria, su curso de la ENA recibió el nombre de Europa. Con uno de los mejores expedientes de su generación, se dedicó a la inspección de finanzas.
Mandato de avances sociales
A los 30 años, en 1956, fue elegido diputado por Puy-de-Dôme. Le habían precedido su abuelo y su bisabuelo. A los 32 años se convirtió en secretario de Estado de Hacienda. El general De Gaulle dijo de él que era su "mejor tesorero".
Sirvió varias veces como ministro con De Gaulle y también con Pompidou. Fue un auténtico liberal. En 1966 creó su propio movimiento: la Federación Nacional de Republicanos Independientes, de centro derecha.
"Decir que soy de derechas es una tontería. Lo que se denomina derecha define a gente temerosa: uno es de derechas cuando tiene miedo de lo que existe, o bien está ligado a intereses determinados. Yo no tengo miedo de lo que existe, ni estoy ligado a ningún tipo de presión o influencia. Soy un tradicionalista y un reformista", decía Giscard.
Impulsó la relajación de las reglas para el divorcio y en su mandato se aprobó la ley del aborto, gracias a la labor realizada por la ministra Simone Veil. También se aprobó la mayoría de edad a los 18 años y la ampliación del permiso de maternidad.
Como presidente mantuvo serios enfrentamientos con Jacques Chirac, que fue su primer ministro pero dimitió en 1976. Arguyó que no tenía "los medios suficientes para ejecutar su mandato". Chirac le convirtió en su objetivo.
Seis años después de resultar derrotado en las urnas, el socialista Mitterrand le demostró que había aprendido la lección. En un cara a cara, el dirigente socialista le dijo: "Usted me acusó hace siete años de ser 'un hombre del pasado'. En este tiempo usted se ha convertido en "un hombre pasivo"".
Mantuvo una excelente relación con el socialdemócrata alemán Helmut Schmidt y juntos crearon el G-7, foro formado por las potencias industriales del mundo democrático.
Su gran vocación fue Europa, de ahí su disgusto cuando Francia dijo no en referéndum en 2005 a la Constitución Europea, lo que desembocó en una grave crisis de identidad en la UE.
Había sido designado presidente de la Convención sobre el Futuro de Europa. Presentó un proyecto de Constitución europea, firmado en 2004 por los Estados miembros.
Tenía fama de mujeriego, como otros presidentes franceses. En una ocasión tuvo un accidente de coche y junto a él estaba la actriz Marlène Jobert. Su segunda novela, La princesa y el presidente, sobre un amor entre un presidente francés y una princesa de Gales dio lugar a especulaciones. "La conocí un poco, en un clima de relación de confianza", dijo Giscard.
Mucho más grave que sus amoríos, nada excepcional entre los presidentes franceses, fue el escándalo motivado por un regalo del dictador centroafricano, Jean-Bedel Bokassa. Los diamantes mancharon su imagen y acabó donando su valor a la Cruz Roja. Más de un millón de francos era el importe del valioso presente.
En España no es nada apreciado, ya que la colaboración en temas terroristas dejó mucho que desear. Además, se oponía al ingreso de España en la UE por su defensa a ultranza de los intereses de los agricultores franceses.
Cuando vino a España a la entronización de don Juan Carlos quiso que le concedieran el Toisón, pero no lo logró. Nicolás Sarkozy (2007-2012) sí lo consiguió. Con Sarkozy sí que se avanzó mucho en la lucha contra ETA.
Pidió Giscard en aquel viaje desayunar con el rey, y logró verse en privado con el monarca. En lugar del Toisón disfrutó de unos huevos fritos con el rey Juan Carlos I.
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