Hubo un tiempo en el que Dajla, en el Sahara Occidental, no era Dajla para los españoles sino Villa Cisneros. Este punto costero del Atlántico sirvió durante décadas a nuestro país como pasillo para el transporte marítimo, pero, a diferencia de lo que ocurre ahora, la 'mercancía' que viajaba en esos barcos no eran personas. A finales de siglo XIX, la localización de la península de Río de Oro en la que se encuentra esta ciudad resultaba especialmente importante para dar apoyo a las tareas de la flota pesquera canaria.
Este rincón sahariano tiene una especial simbología para nuestro país, ya que se trata del lugar en el que se arrió, en 1976, la última bandera de España en la colonia. En noviembre de 1975, una semana después de que comenzase la Marcha Verde, se suscribió el Acuerdo Tripartito de Madrid, por el que España traspasaba el grueso de la colonia a Marruecos y un tercio a Mauritania, trancando así el deseo del rey Hasan II de refundar de nuevo el Gran Marruecos.
La retirada española fue rápida y en ocasiones arriesgada, pero habría que esperar hasta el 12 de enero de 1976 para ver al Ejército español abandonar el territorio de forma definitiva. Lo hizo precisamente desde Villa Cisneros, hoy Dajla, a bordo de tres buques y dos transportes aéreos, después de desalojar también El Aaiún y La Güera. No solo se iban los vivos: también los muertos civiles y militares, sacados de los cementerios y cuyos restos acompañaban a los legionarios hacia Las Palmas de Gran Canaria a bordo del Plus Ultra, el Conde del Venadito, el Ciudad de La Laguna, el Isla de Formentera o el Ciudad de Huesca.
El último destacamento en partir fue un avión que trasladó a Canarias al Gobernador general del Sahara Español, Federico Gómez de Salazar. Junto a él viajaba la última bandera española en el desierto y los militares que la arriaron y serraron el mástil del aeródromo para que no volviese a ondear allí la de ningún otro país. No tardó en lucir la de Mauritania, y no han dejado de hacerlo desde entonces ni las de Marruecos -véase la foto que ilustra este artículo- ni las del pueblo saharahui.
Mes y medio después de aquel adiós, el 26 de febrero, se emitiría la nota oficial en la que se anunciaba que "el Gobierno español ha puesto término definitivamente a la presencia de España en el Sahara Occidental" tras la reunión de la Asamblea General del Sahara.
Pero por su localización, en la costa del Sahara Occidental, Dajla también se ha convertido en un enclave estratégico de partida de migrantes hacia Canarias. Los 'negreros' se propagan a lo largo de la costa para traficar con aquellas personas que quieren llegar a Europa a través del archipiélago. Desde que la pandemia comenzó a propagarse, y con la ruta mediterránea más vigilada, se ha multiplicado el número de inmigrantes que han llegado a las costas canarias. El Aaiún está a 235 kilómetros en línea recta de Arguineguín; Dajla a 450. Otros puntos de partida como La Güera y Nuadibú (ya en Mauritania) se alejan a casi 800.
Según el último informe de inmigración irregular publicado por el Ministerio del Interior, entre el 1 de enero y el 30 de noviembre arribaron en Canarias 19.566 personas. La diferencia con respecto a la cifra del mismo periodo del año pasado es sustancial: han llegado 17.573 más, un incremento de un 881,7%. Dajla es uno de los principales puntos de partida, y de allí han salido alrededor de 300 embarcaciones de las 641 que han encallado en Canarias, tal y como indica La Vanguardia.
A pesar de que se trata de una de las zonas mejor vigiladas en la región, las autoridades permiten que los inmigrantes, en su mayoría marroquíes y subsaharianos, accedan a la patera o el cayuco previo pago de su correspondiente 'mordida'. Quienes se juegan la vida en el mar durante dos o tres días para llegar a España pagan alrededor de 2.000 euros para reservarse un sitio en el barco y dejar atrás África.
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