Histórico. Cientos de seguidores de Donald Trump, alentados por el presidente, han irrumpido en el Capitolio de los Estados Unidos mientras se producía la sesión que debe confirmar a Joe Biden como presidente de los Estados Unidos. Al menos una mujer joven ha muerto después de recibir un disparo en el cuello dentro del Capitolio, según ha confirmado la policía a The Washington Post.
Los manifestantes, que procedían de una concentración convocada por Trump, han provocado destrozos, han roto ventanas y han ocupado los accesos al edificio, sobrepasando a la Policía. Algunos llevan uniformes de los Proud Boys, los supremacistas a los que Trump da aliento. Otros miles han rodeado las inmediaciones del Capitolio.
El vicepresidente Mike Pence ha sido evacuado del edificio, así como otros congresistas. Temen que pueda ser objeto de agresiones por no apoyar las demandas de Trump. Los agentes han utilizado gases lacrimógenos contra los que han asaltado el Capitolio. También se han escuchado disparos.
El senador republicano, Mitt Romney, ha sido claro: "Esto es lo que ha provocado Donald Trump". En una imagen sorprendente, una mujer se ha sentado en la presidencia del Senado, donde horas antes estaba el vicepresidente, Mike Pence.
"Esto es un golpe de Estado", ha sentenciado el congresista Adam Kinzinger, republicano de Illionis. Los que han asaltado el Capitolio han arrasado el despacho de la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, que acaba de ser ratificada en el cargo.
Pelosi y el jefe de los demócratas en el Senado, Mitch McDonnell, han pedido al presidente Trump que pida a sus seguidores que pongan fin al asalto al Capitolio.
Donald Trump hasta el final. Incombustible. Incendiario. Inagotable. Con actitud desafiante, el presidente saliente ha concentrado a sus seguidores cerca del Capitolio para clamar el mensaje al que se aferra para no dejar la Casa Blanca. "Nunca nos rendiremos. Nunca aceptaremos la victoria de Biden. Eso no va a pasar", ha dicho Trump a miles de sus votantes, que creen en su tesis de que los demócratas le han arrebatado las elecciones.
Trump ha exhortado a sus seguidores a que marchen hacia el Capitolio para "dar fuerza a los congresistas débiles y así tengan el valor que necesitan" para rechazar los votos electorales a favor de Biden. Según Trump, "la Constitución sí permite reenviar los votos a los estados, porque dice que hay que proteger al país, y no puedes permitir el fraude". Así han hecho.
Alentados por el propio presidente, muchos manifestantes han irrumpido en el Capitolio y han intentado romper las barreras de los agentes que impedían el acceso a las inmediaciones del Capitolio. Los policías han tenido que forcejear con la multitud para impedirles el paso. Pero muchos han roto el cerco y han entrado. Los agentes han perdido el control.
Muchos se han introducido dentro. Se ha suspendido la sesión y se ha evacuado al vicepresidente Mike Pence, al que Donald Trump atacaba en Twitter mientras todo esto sucedía diciendo que "no tiene valor para que hacer lo que debe".
La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, ha ordenado un toque de queda a partir de las 18h, medianoche en España, durante 12 horas. Unos 1.100 efectivos de la Guardia Nacional van a desplegarse en breve.
Donald Trump, que había dicho que iba a acompañar a sus seguidores al Capitolio, no lo ha hecho. En su cuenta de Twitter, ha pedido a los que se han lanzado al asalto que respeten a los agentes y sean pacíficos.
Varios legisladores le han pedido que vaya más allá. "De marcha atrás, presidente. Necesitamos que acabe con esto", ha dicho el republicano Mike Gallagher. Diga en un tuit a sus seguidores que vuelvan a casa y faciliten una transición pacífica del poder.
Presión al vicepresidente Mike Pence
Cuando se producido este asalto, en el Capitolio se celebraba una sesión conjunta del Congreso en la que estaba previsto certificar los resultados del Colegio Electoral, que dio 306 votos al demócrata Joe Biden y 232 a Donald Trump. El presidente cuestiona este resultado.
Algunos miembros del Congreso como el senador Ted Cruz, han hecho caso a Trump y han presentado objeciones a los resultados en Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin. Ted Cruz ha lanzado un discurso incendiario en el que evocaba como la mayoría de los votantes republicanos creen que hubo fraude. No ha dicho que lo creen porque lo lleva diciendo Trump incluso antes de las elecciones.
Trump había pedido al vicepresidente, Mike Pence, presente en la sesión, que impidiera que se confirmase el resultado. "He hablado con Mike. Espero que haga lo correcto. Lo espero. Si hace lo correcto, ganamos las elecciones", había dicho Trump en la marcha ante sus leales. "Si no lo hace, será un día muy triste. Nunca lo olvidaremos".
Sin embargo, el vicepresidente Mike Pence no hizo caso al presidente saliente. Sabe bien que entre sus atribuciones no está impedir que el Congreso confirme el resultado del Colegio Electoral. Habría sido un golpe en toda regla.
En una carta al Congreso, Mike Pence señala que su papel es "puramente ceremonial". Pence sentencia: "Es mi juicio meditado que mi juramento de apoyar y defender la Constitución me restringe de reclamar autoridad unilateral para determinar qué votos electorales deben contarse y cuáles no".
En la sesión conjunta de la Cámara de Representantes y el Senado, el jefe de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, uno de los pesos pesados del Great Old Party, se ha mostrado en contra de plantear objeciones a los resultados electorales por falta de base. Su intervención ha sido un claro golpe en la mesa, un "ya basta" dirigido a Trump.
"No es el Congreso el que determina el resultado de los comicios. Es el pueblo el que lo hace. Al final del procedimiento de hoy, se confirmará una vez más algo que es bien conocido y que ha quedado claro: el pueblo americano elegió a Joe Biden y Kamala Harris para ser presidente y vicepresidente de Estados Unidos".
"Quienes, pese a todo, van a oponerse al resultado se avergüenzan a sí mismos, avergüenzan a nuestro partido, y lo peor, avergüenzan a nuestro país", ha añadido McConnell.
"Mientras hablamos, muchos de nuestros votantes están escuchando cómo el presidente saliente dice que no cree que cuando su partido pierde los resultados son legítimos. Mientras hablamos, los ojos del mundo se fijan en esta Cámara y se cuestionan si América es todavía un ejemplo luminoso de democracia... ¿Qué mensaje les enviaremos hoy?", ha remarcado.
Se trataba de la enésima maniobra que ha intentado Donald Trump desde que perdió las elecciones presidenciales. Presentó demandas ante varios tribunales estatales, y llevó la causa del fraude hasta el Tribunal Supremo. A pesar de que está dominado por jueces elegidos por presidentes republicanos, no vieron razones para sospechar de los resultados.
Trump se apoya en considerar fraudulentos los votos por correo, que este año han batido récords por la pandemia. En general, han votado de esta forma los más temerosos de contagios, por ende demócratas, ya que Trump y sus seguidores han minusvalorado la enfermedad y sus efectos.
'Georgia on my mind'
Como cantaba Ray Charles, Donald Trump ha tenido a Georgia en su mente estos días. Antes de presionar a Pence, mantuvo una conversación telefónica el sábado 2 de enero con el secretario de Estado de Georgia, Brad Raffesperger, a quien le pidió que encontrara 11.780 votos, uno más de los logrados por los demócratas para hacerse con la victoria en este estado sureño. La derrota en Georgia ha sido especialmente dolorosa para los republicanos. No perdían allí desde 1992.
En Georgia, además, los demócratas van a lograr los dos puestos en disputa al Senado, lo que les va a permitir recuperar el control del Senado. De este modo, podrán sacar adelante nominaciones al Gobierno así como al Supremo, y parte de la legislación, si bien muchas leyes requieren una supermayoría de 60 senadores, en lugar de 51.
De forma excepcional, el 3 de noviembre estaban en juego los dos puestos al Senado que corresponden a Georgia. El senador Brian Kemp se retiró por razones de salud y le sustituyó la empresaria Kelly Loeffler. Ni ella ni el demócrata, el reverendo Raphael Warnock, lograron superar el 50% el 3 de noviembre, de modo que este 5 de enero han disputado una segunda vuelta.
El reverendo Warnock, quien es el pastor de la misma iglesia de Atlanta donde sirvieron Martin Luther King Jr, y su padre ha ganado por unos 50.000 votos. Es una victoria histórica, ya que es la primera vez que un afroamericano es elegido senador por Georgia, que fue uno de los siete estados de la Confederación.
En su discurso tras confirmarse su victoria, el reverendo Warnock ha recordado a su madre, quien pasó los veranos recogiendo algodón y tabaco en las explotaciones de terratenientes. "Las manos de esa mujer de 82 años, esas manos que una vez recogieron algodón, depositaron su voto en la urna para elegir a su hijo menor como senador estadounidense... Ese viaje improbable que me llegó a este lugar marca un momento histórico que solo puede pasar aquí", ha dicho el reverendo Warnock. Tendrá que revalidar el puesto en 2022.
También se ha atribuido la victoria el productor de documentales Jon Ossoff, quien ha obtenido unos 16.000 votos más que el republicano David Perdue. Ossoff ocupará su puesto por un mandato de seis años. La victoria de Ossoff está pendiente de confirmar.
Los demócratas recuperan así el control del Senado, ya que tendrán 50 representantes y los republicanos otros 50. Es la vicepresidenta Kamala Harris quien ejerce el voto de calidad.
Esta derrota en Georgia ha sido el último mazazo para Donald Trump, que lejos de darse cuenta de que es hora de marcharse ha alentado a sus seguidores a tomar el Capitolio. Un presidente que alienta la toma de un edificio gubernamental es, además de insólito en Estados Unidos, una clara muestra de sedición.
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