En su primer viaje a Libia, hace una década, vivió desde dentro la revolución que derivó en la caída del dictador Muamar Gadafi. Desde entonces no sabe cuántas veces ha regresado. Ricardo García Vilanova (Barcelona, 1971) es un cronista gráfico que documenta los acontecimientos con un sello propio. Así se ve en su último libro The Lybian Crossroads. Deadly Passage to Europe (La encrucijada libia. Pasaje mortal hacia Europa, editorial Blume) en el que recorre la evolución de Libia en estos últimos 10 años.
Sus fotografías son cuadros en los que el observador puede adentrarse. Son imágenes que nos golpean en lo más íntimo porque no aceptan la indiferencia. "Una fotografía nunca refleja el horror de una tragedia, pero sin la imagen no habría pruebas documentales para nuestra memoria histórica", escribe García Vilanova en este libro, que se presenta el 29 de enero en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y el 2 de febrero en la Casa Árabe en Madrid, pero en modo online.
"Recuerdo la ilusión de lo que representó la primavera árabe que arrastró a Libia y a Siria. Ese principio fue maravilloso. Había una sociedad unida. Pero lamentablemente aquello desembocó en varias guerras. Muchos de los que conocí entonces murieron. Otros miran hacia atrás y creen que habría sido mejor quedarse como antes", explica García Vilanova, en conversación telefónica desde Barcelona.
La pandemia le ha llevado a quedarse varado más tiempo de lo que está acostumbrado. Aún así ha estado en el Mediterráneo varias veces, ese Mediterráneo en el que mueren cada año miles de desesperados que buscan ese pasaje hacia Europa. Ricardo García Vilanova es autor también de Lybia Closeup, y Fade to Black, sobre el ascenso y caída del califato del ISIS en Siria, Libia e Irak. Recientemente ha ganado el tercer premio en la categoría actualidad del World Press Photo, que difunde su obra en Twitter estos días.
Tendemos a demonizar Libia, pero una cosa son las mafias que allí operan y otra muy diferente la gente de este país sumido en el caos"
"Libia ha involucionado. Es un país sumido en el caos, con dos gobiernos, y el sur en manos de mafias. Se ha convertido en el principal puerto de entrada de la migración", afirma Vilanova, quien insiste en que hay que diferenciar entre las mafias afincadas en Libia y la población libia. "Tendemos a demonizar Libia, pero una cosa son las mafias y otra muy diferente la gente de este país sumido en el caos".
Ha visto la desesperación en los rostros de quienes empeñan hasta su alma por salir del hambre, la pobreza ola persecución. "Las vías legales son un imaginario que no funciona. Ha de ayudarse a los países de origen. Preguntar por qué salen. Habría que crear una especie de economía circular: que vengan y luego repercuta en la economía de sus países. Sobre todo, hemos de evitar que el Mediterráneo sea un cementerio enorme. Es la ruta más peligrosa que existe".
La obra, con 85 fotografías, tiene tres partes: en la primera relata el rescate en el mar. Cada historia es única y todas han dejado huella en García Vilanova. Samir, el niño de la foto de la portada del libro y que vemos como ilustración principal de este reportaje, tiene ocho años, procede de Somalia y fue rescatado por el Astral, el barco de la ONG Open Arms. Su mirada habla de una lucha por la supervivencia a una edad en la que otros solo conocen los juegos.
García Vilanova da voz a las historias humanas que hay detrás de sus imágenes. Así conocemos a una víctima de Boko Haram de 19 años, a quien retrata en el centro de detención para refugiados de Surnam, en Libia. "Vine a Libia con una amiga caminando por el desierto. Ella murió. Comencé a trabajar en Trípoli para una familia. Un día me arrestaron y me trajeron aquí. No quiero volver a Nigeria, es demasiado peligroso para mí y allí no tengo a nadie".
En la segunda parte, las imágenes reflejan el día a día de la guerra. Los milicianos a punto de actuar. Los heridos, postrados, y con el grito a flor de piel, un dolor que escuchamos. Los muertos y el llanto de los suyos. Y esos niños que nos interrogan con la mirada. ¿Por qué?
Por último, nos lleva a los países de donde proceden muchos de los que acaban en Libia como escala hacia Europa. Huyen de la pobreza, de la represión, de la guerra, buscan un mundo mejor y muchos terminan en el cementerio en el que se ha convertido el Mediterráneo. Ante nuestros ojos.
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