La canciller y yo. Es la fórmula del socialdemócrata Olaf Scholz para vencer las elecciones legislativas en Alemania del 26 de septiembre, las más inciertas en décadas. El vicecanciller y ministro de Finanzas ha sido el ganador del primer debate entre los tres principales aspirantes a suceder a Angela Merkel, que tras 16 años dejará el poder cuando concluyan las negociaciones para formar gobierno.
"El deseo de la canciller y el mío..." dijo Scholz en alguna de sus respuestas. Su imagen más conocida en esta campaña electoral es la que ilustró la portada del Süddeutsche Zeitung este verano. En la foto reproduce con las manos el gesto del corazón que se identifica con Merkel. Es el espectro de la canciller quien tiene a día de hoy más posibilidades de ganar.
En la primera encuesta de Forsa, el vicecanciller socialdemócrata se impone con un 36% a la candidata de los Verdes, Annalena Baerbock, con un 30%, y se queda relegado el aspirante de la Unión, Armin Laschet, con un 25%. De acuerdo con este sondeo fue el más competente y el más confiable.
Sin embargo, en el Triell (el duelo es de tres por primera vez) Scholz no brilló sino que estuvo "como ausente". Intentó que sus rivales se pelearon entre ellos y, sobre todo, no equivocarse. Apenas tuvo ocasión porque abrió la boca lo estricto y necesario. Tuvo la suerte de que la candidata de los Verdes no sacara a la luz sus trapos sucios, escándalos como el llamado Cum-Ex, de fraude fiscal, o Wirecard.
Scholz, en la estela de Merkel
Como decía Raúl Gil Benito, coautor del podcast El fin de la era Merkel, Scholz está deseando que pasen a toda velocidad estos 27 días que faltan para las elecciones. Su estilo a la Merkel le está dando la ventaja suficiente como para que pueda soñar con ser canciller. De hecho, ahora es su mano derecha en el gobierno y ocupa la decisiva cartera de Finanzas.
El último sondeo, dado a conocer este fin de semana, es favorable a Scholz. Los socialdemócratas están a tres puntos de ventaja de la Unión (CDU y CSU). Hacia más de tres lustros que el SPD no tenía opciones de victoria. Los Verdes se quedan por debajo del 20% en tercer puesto.
En elección directa (el 26 de septiembre se celebran elecciones legislativas, no se elige directamente al canciller) está claramente en cabeza con un 31%, seguido de Baerbock con un 14%. Sin embargo, solo el 6% de los alemanes confía en los socialdemócratas para resolver sus problemas.
En el debate no participa el cuarto en liza, el liberal Christian Lindner, que claramente aspira a ser ministro de Finanzas. Solo tendría esta opción si Scholz, que ahora ocupa este puesto tras suceder al mítico Wolfgang Schäuble, es el futuro canciller.
Los liberales serán clave en la formación de gobierno, que será de coalición a tres, si los sondeos no van desencaminados. Tanto la Unión como los Verdes descartaron pactar con Die Linke, la izquierda a la izquierda del SPD. Llamó la atención que la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) ni siquiera fuera mencionada en el debate. El errático Laschet equiparó la violencia de los extremistas de izquierda y derecha, cuando es la ultraderecha la que la Oficina de Protección de la Constitución considera un peligro.
Pero si Armin Laschet sigue como en la campaña este verano, y como en el debate, la Unión va camino del desastre. Laschet fue el claro perdedor de este encuentro a tres bandas. No aprovechó que es el candidato del partido de Merkel, salvo en la despedida final. Su argumentación fue muy débil y su puesta en escena, lamentable. En ocasiones miraba con condescendencia a la ecopacifista, Annalena Baerbock, que cumple 41 años en diciembre, y otras veces se apoyaba en el atril como si estuviera en una Kneipe de Aquisgrán.
La candidata de los Verdes, la única sin experiencia de gobierno, se defendió bien en líneas generales, sobre todo hizo bien al apropiarse del relato sobre justicia social, pero le faltó colmillo para poner contra las cuerdas a Scholz y Laschet. Y no lo tenía difícil porque Laschet se basta solo para meter la pata y Scholz no se equivoca porque no habla apenas y cuando lo hace dice poco.
El mensaje de Baerbock quedó claro: la lucha contra el cambio climático será fundamental en sus negociaciones para formar gobierno. Y asoció a sus rivales, cuyos partidos forman parte de la coalición de gobierno en la capital federal, con el pasado, mientras ella representa un salto adelante.
No parece que este debate vaya a cambiar las tendencias de voto. Aún quedan otros dos encuentros a tres: el 12 y el 19 de septiembre. Tratarán, sobre todo, de evitar errores mayúsculos. En estas cuatro semanas los tres partidos tratarán de arañar votos para quedar mejor situados que sus rivales para negociar la futura coalición.
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