David Lladó lleva una semana patrullando el Mediterráneo central a bordo del Astral. Un brevísimo lapso de tiempo en el que el equipo que dirige ha rescatado a 212 náufragos, procedentes de la costa tunecina. “Ninguno de nosotros somos capaces de entender el viaje por mucho que intentemos ponernos en situación”, dice Lladó, con su mirada aún congelada en uno de los rescates más recientes. “Era una familia que venía con un niño y un bebé. Llevaban un año viajando desde Costa de Marfil. Habían tomado una patera con un recién nacido para tener un futuro mejor o morir en el intento”, murmura.

El jefe de la misión número 84 del Astral habla con El Independiente desde alta mar mientras la embarcación de la ONG Open Arms se encamina hacia un nuevo rescate. “La zona está concurrida. Hay muchos movimientos”, admite. Es última hora de la tarde y la jornada, maratoniana, desconoce tregua alguna. “De Túnez a Lampedusa hay una distancia relativamente corta aunque es un trayecto bastante traicionero. No es una ruta nueva pero la cantidad de gente que está intentando llegar desde Túnez es muy elevada comparado con el que podía ser en el pasado”, subraya.

Vidas a la deriva que el Astral, que zarpó el pasado 23 de agosto desde Badalona, ha puesto a salvo. “Patrullamos aquellas zonas en las que suelen aparecer embarcaciones, que salen principalmente de la ciudad tunecina de Sfax. Tenemos dos personas que vigilan continuamente y en algunos casos lo vemos antes de que nos llegue el aviso”,  reconoce Lladó, que lleva un lustro enrolado en las tareas de rescate de migrantes que escapan de la violencia y el hambre. Un mar de huida y de muerte. En la ruta del Mediterráneo central han perecido 1.103 personas en lo que va de año, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Uno de los últimos rescates llevados a cabo cerca de Lampedusa (Italia) por el Astral

Aumento de las llegadas de tunecinos

Una estadística volátil, a merced de los conflictos y las crisis que azotan la orilla sur. Hasta este pasado miércoles la ONU había registrado 39.422 llegadas a la costa italiana. Los ciudadanos de nacionalidad tunecina lideran la clasificación, con 7.000 personas contabilizadas; seguidos de nacionales de Bangladesh (4.196) y Egipto (2.293). “Quienes llegan de Túnez son tunecinos en su mayoría. El perfil principal es el de jóvenes varones que quieren ir a menudo hacia Francia pero es cierto que se está produciendo un cambio”, admite en conversación con este diario Flavio Di Giacomo, portavoz de la OIM en Italia.

Hasta este pasado miércoles la ONU había registrado 39.422 llegadas a la costa italiana desde enero

“Estamos viendo familias enteras y menores no acompañados llegando de Túnez, que es algo realmente nuevo”, agrega. La razón de este nuevo éxodo y la reactivación de la ruta, frente a la más conocida y documentada de la vecina Libia, es la frágil situación que atraviesa Túnez, escenario de la única primavera árabe que, aún trastabillada, salió adelante. El presidente del país, Kaïes Said, mantiene desde julio suspendido el Parlamento, al que tilda de “amenaza”, y se aferra a los poderes excepcionales que se arrogó hace un mes, entre críticas de la comunidad internacional por su deriva autoritaria.

“En los 11 rescates que llevamos hemos visto muchas familias al completo, el padre y la madre con los hijos”, confirma Lladó. “Nuestra misión es asegurar la embarcación, repartir chalecos salvavidas porque nadie los lleva y examinar si existe alguna condición médica grave”, explica el jefe de misión del buque español, demasiado pequeño para acoger a bordo a los migrantes. “Mantenemos segura la embarcación hasta que vienen las autoridades italianas y hacen el traslado definitivo a tierra, a Lampedusa”.

“Mientras llegan las patrulleras italianas, nos da tiempo a hablar con ellos y preguntarles por qué están allí y nos comentan que están saliendo por la grave situación en Túnez, agravada por el Covid-19 y la situación política. Nos dicen que se mueren de hambre, que no hay absolutamente nada”, comenta el joven, al frente de una tripulación que también examina de cerca la evolución de los flujos migratorios. También están abandonando el país migrantes africanos, víctimas del desempleo y de una creciente xenofobia. “Alrededor del 20 por ciento de las llegadas desde Túnez son refugiados africanos”, apostilla Di Giacomo.

Afganistán, la crisis migratoria que viene

La crisis en Afganistán, con el rápido avance de los talibanes y la caída de Kabul, es un terremoto que puede tener réplicas en el Mare Nostrum. “Estamos preocupados. Hacemos un análisis anual de la procedencia de los rescatados y, para entender el aumento de una nacionalidad, solo hay que remontarse unos meses atrás y leer las noticias internacionales. Suele coincidir con un tema geopolítico como lo que está sucediendo en Afganistán”, precisa Lladó. “Damos por seguro que eso va a tener una traslación a las cifras de migrantes en el Mediterráneo central. No cabe duda de que en menos de un mes empezaremos a ver la llegada de migrantes afganos”, arguye.

“La realidad es que cuando uno huye de una situación tan extrema como para arriesgar la vida en el mar, la ruta puede complicarse pero uno siempre acaba llegando”

DAVID LLADÓ, JEFE DE MISIÓN DEL ASTRAL

“La realidad es que cuando uno huye de una situación tan extrema como para arriesgar la vida en el mar, la ruta puede complicarse pero uno siempre acaba llegando”, insiste. Desde la OIM no descartan un repunte de la diáspora afgana pero matizan el itinerario. “Se ha experimentado ya un crecimiento del número de afganos llegando a Italia en los meses previos a la caída de Kabul pero no a través del Mediterráneo central. Vienen desde Turquía y Grecia a través de la ruta de los Balcanes o arriban a Apulia y Calabria en grandes barcos directamente desde Turquía. Siguen su itinerario hacia Alemania, Francia y Reino Unido”, detalla Di Giacomo.

Se ha experimentado ya un crecimiento del número de afganos llegando a Italia en los meses previos a la caída de Kabul

Flavio Di Giacomo, portavoz de la OIM en Italia

“Es muy complicado hacer un pronóstico. No creo que podamos hacer una comparación a lo que sucedió en 2015 con los sirios llegando a Grecia. La ruta es mucho más larga. Habrá un aumento pero no en los términos en los que se está hablando”, añade el portavoz de OIM, recién llegado de Lampedusa, la isla donde atracan los sueños de miles de náufragos.

Instante en el que el Astral localiza a una patera procedente de Túnez

Lladó se encuentra con ellos a diario, navegando sin rumbo cierto por el mar. En su último rescate, el Astral garantizó la llegada a puerto de 23 personas, entre ellos, tres niños de 3, 5 y 11 años y una mujer embarazada. “Habían salido de una playa de Túnez y llevaban 17 horas de navegación, toda la noche”, rememora desde el buque. “La mayoría eran antiguas embarcaciones de pesca de unos quince o dieciséis metros, con un motor pequeño de quince caballos. En el último rescate el barco iba muy poco a poco. Les entraba agua que iban achicando con una botella rota”.

La tripulación de buenos samaritanos españoles les avistaron en una jornada de cielo abierto y mar en calma. “Tuvieron suerte. El mar estaba muy tranquilo a diferencia de las noches anteriores”, apunta Lladó, prendido aún de la imagen del bebé que volvió a nacer en las aguas del Mediterráneo, donde otros hallaron la muerte. “Son situaciones que no nos tocan de cerca. Nunca estaremos en una situación remotamente cercana”, balbucea.