Nos vemos justo después del primer debate entre los candidatos de los tres principales partidos en liza en las elecciones alemanas del 26 de septiembre: el conservador Armin Laschet, de la Unión (CDU y CSU), el socialdemócrata Olaf Scholz, actual vicecanciller, y la líder verde Annalena Baerbock. El embajador alemán en España, Wolfgang Dold (Arlington, 1958) confirma la observación de que ningún candidato haya hablado sobre "los costes" de la lucha contra el cambio climático y la modernización del país. "Ha sido un debate con contenido y se mantienen las formas en general", señala el diplomático. Habrá otros dos debates más, el 12 y el 19 de septiembre. Wolfgang Dold lleva tres años en Madrid al frente de la legación alemana. Con él hablamos del fin de la era Merkel y de lo que está por llegar. Sea como sea, el día después de la marcha de la canciller Alemania seguirá ahí.
Pregunta.- ¿Cuál es el Zeitgeist en Alemania en vísperas de elecciones?
Respuesta.- Zeitgeist es una palabra muy alemana, casi filosófica. En vez de hacer una reflexión filosófica, contestaría de manera más concreta. Creo que estamos en una situación de incertidumbre, no solo en Alemania. Es incertidumbre ante el futuro. Sabemos que hay que tomar decisiones sobre el cambio climático. Va a cambiar nuestra vida cotidiana y no sabemos cómo. También necesitamos un impulso hacia la modernización; es preciso impulsar, por ejemplo, la digitalización. Ha quedado claro con la crisis del coronavirus. Y esto afectará el marco laboral. Los grandes interrogantes son qué va a cambiar para nosotros.
P.- La política alemana huye del personalismo en líneas generales, pero Angela Merkel ha atraído los focos de todo el mundo. Incluso vemos a los candidatos desde la óptica de Merkel, si son más o menos parecidos a la canciller. ¿Cómo se puede entender esta aura a su alrededor?
R.- Me parece muy normal que después de 16 años al frente del gobierno cada sucesor se compare con la canciller. Dieciséis años son toda una época. Son 16 años con muchas crisis y muchos desafíos. Han sido difíciles. Su estilo es muy distinto en comparación con otros políticos. Parece para muchos un listón para valorar a los candidatos: no solo se trata de que habrá un nuevo canciller, sino de qué rasgos son similares o diferentes. Se trata de ver cómo hacer política después de estos 16 años ante nuevos desafíos.
P.- ¿Quién es el más merkeliano de los candidatos?
R.- De eso se ocupa la prensa. Yo no.
En estos 16 años hemos visto una cadena inaudita de crisis, desde Lehman, crisis del euro, el gran desafío del Brexit, y al mismo tiempo mantener la cohesión europea, la crisis migratoria, la pandemia y ahora Afganistán"
P.- ¿Qué balance hace de lo que los medios hemos llamado como "era Merkel"? ¿Cuál diría que ha sido el mayor acierto de la canciller? ¿Algún fallo en su gestión?
R.- En estos 16 años hemos visto una cadena inaudita de crisis, desde la crisis Lehman, crisis del euro, el gran desafío del Brexit y, al mismo tiempo, mantener la cohesión europea, la crisis migratoria de 2015 y ahora la pandemia. Fueron años con una serie de desafíos fundamentales. Y por último Afganistán.
P.- La canciller Angela Merkel los afronta con un método casi científico, el llamado método Merkel. ¿En qué consiste?
R.- Yo no usaría esta palabra. No me compete a mí hacer valoraciones de la canciller. Lo que sí es cierto es que la búsqueda del término medio entre posiciones y perspectivas muy diferentes, hablar y escuchar, tomar el tiempo necesario para hacerlo, siempre ha sido una receta para llegar a resultados satisfactorios, pese a todas las diferencias y la diversidad de perspectivas. Al fin y al cabo, se trataba muchas veces de conseguir resultados en un marco donde se necesitan decisiones por unanimidad.
P.- Entre todas esas crisis destacamos la crisis del euro en 2010 y la pandemia, ¿qué diferencias ve en la manera de afrontarlas?
R.- Se dice a veces que se pueden comparar estas crisis y que todos hemos aprendido la lección para afrontar la crisis económica causada por la pandemia. Yo no comparto al cien por cien esta opinión. La crisis del euro en 2010 y 2012 no fue consecuencia de una especie de desastre natural que golpea a todos sin distinción, como es el caso con la pandemia del Covid. En esos casos hubo responsabilidades por parte de los gobiernos involucrados, hubo una clara necesidad de reformas estructurales, quizá dudas sobre la gestión de la política financiera. Y, además, vimos debilidades en la arquitectura del sistema monetario del euro. La crisis económica como consecuencia de la crisis sanitaria es algo muy diferente...
P.- Y en este caso se ha reemplazado la austeridad por la solidaridad...
R.- No soy amigo de la palabra austeridad pero hemos visto en la crisis del coronavirus que urge un impulso sustancial financiero para que las economías se recuperen y sus estructuras se modernicen. En la crisis financiera se trató de alinear la gestión financiera de cada país y la gestión de las finanzas públicas era un tema importante. En lugar de austeridad, yo hablaría de responsabilidad.
P.- La gestión de la pandemia en Alemania ha pasado de un arranque ejemplar a una evolución más centrada en las diferencias entre los Länder. ¿Es una tarea pendiente ver cómo se afrontan problemas federales como la pandemia en el futuro? ¿Ha sido un obstáculo esta descentralización?
Tras unas semanas de incertidumbre, en la UE hemos tomado decisiones en común. La compra de vacunas, por ejemplo, fue un éxito del proyecto europeo. El año 2020, a pesar de la pandemia, fue un año de éxito europeo
R.- Tras un año y medio se puede decir que todos los europeos, sin distinción de su estructura estatal, han superado más o menos esta crisis. Un sistema descentralizado como el alemán o el español no es necesariamente un obstáculo ni un sistema centralizado es una receta al éxito. Cada país tiene sus estructuras políticas y así ha superado la crisis sanitaria. Hay que volver al tema de la cohesión europea porque tras unas semanas de incertidumbre hemos tomado muchas decisiones en común, la compra de las vacunas, por ejemplo, que fue en éxito del proyecto europeo. El año 2020, a pesar de la pandemia, fue un año de éxito europeo.
P.- Pero en algunos países como en Alemania ha habido resistencias. El movimiento antivacunas está en las calles. Son los llamados Querdenker, una amalgama de gente que va desde los alternativos a la ultraderecha.
R.- Según todas las encuestas, hay una gran mayoría, más del 85% de la población que tiene una actitud razonable sobre las vacunas. Un 15% tiene dudas. No son muchos pero son ruidosos, más que en España donde el movimiento negacionista no es significativo. Otro rasgo es que este movimiento se ha aliado con otras fuerzas políticas que quieren aprovecharse de la situación. Esto va a cambiar a medida que esté claro que la inmunidad de los vacunados nos permita volver a la vida normal. Va a quedar claro que la vacunación es la herramienta fundamental para volver a la vida normal.
P.- ¿Está en marcha un cambio generacional en Alemania (que se visualiza en una candidata como Annalena Baerbock, de 40 años, por ejemplo)? ¿Conlleva cambios relevantes?
R.- Annalena Baerbock efectivamente representa una generación más joven pero los otros dos principales candidatos son más o menos de la generación de la canciller. Sí hay un cambio de generaciones que se ve en los temas importantes. El debate se centra en temas de futuro: cambio climático, modernización de una economía hacia la digitalización, el uso de energías renovables... son temas de futuro, temas de la juventud.
P.- La ultraderecha no está marcando la agenda electoral. Y la clase política alemana ha marcado una clara línea roja a Alternativa para Alemania, partido descartado en cualquier coalición de gobierno a nivel federal y regional.
R.- Cada país tiene su carácter y sus tradiciones políticas. En Alemania la línea roja de no cooperación con Alternativa para Alemania (AfD) se debe a una preocupación más grande ante el auge de la ultraderecha.
P.- En el debate sí se planteó que hubiera líneas rojas a Die Linke (la izquierda a la izquierda de SPD).
No se puede comparar a Die Linke con AfD. Con AfD hay acuerdo de no cooperación. Existe un debate en estas elecciones sobre si también debería establecerse una 'línea roja' respecto a Die Linke pero no hay ni mucho menos el mismo consenso
R.- Sí, pero no se puede comparar a Die Linke con AfD. También existe un debate en estas elecciones sobre si también debería ser necesario establecer una línea roja respecto a Die Linke. Sin embargo, no hay, ni mucho menos, el mismo consenso entre los partidos que en relación a AfD. En este sentido, hay diferencias.
P.- La canciller Merkel ha marcado su huella también en la UE. Su antecesor se inclinó hacia Rusia, ella ha reforzado el papel europeo de Alemania. ¿Cuál es ahora el reto para la diplomacia alemana? ¿Hay nuevos horizontes?
R.- Al principio en las fotos de familia veremos un hueco porque no estará la canciller. Será llamativo ver otra cara. Pero lo que creo que es importante es tener en cuenta que la política europea de Alemania está marcada por la constancia. Hay unas líneas fundamentales: en primer lugar, el compromiso con el proyecto europeo y en su núcleo el eje franco-alemán o la amistad franco-alemana; en segundo lugar, el multilateralismo como la idea de que necesitamos reglas para todos y hay que ponerse de acuerdo sobre esas reglas para evitar la polarización; en tercer lugar, el compromiso transatlántico con los socios de EEUU y la OTAN. En cuarto lugar, el compromiso con los países desfavorecidos que necesitan nuestra solidaridad . Esas líneas no van a cambiar con el próximo canciller o la próxima canciller.
P.- ¿Qué papel tiene España en la agenda alemana?
R.- Compartimos muchos valores y el compromiso con el proyecto europeo. Hay un potencial enorme en nuestras relaciones en el sentido de crear un puente entre lo que llamamos Norte y Sur de Europa. En Europa tenemos esa forma de regionalismo: Visegrado, Norte, Sur… lo que es normal pero necesitamos también elementos y actores de unidad. Las relaciones de España y Alemania pueden impulsar ese sentido de unidad en Europa.
No hay duda de que en la UE necesitamos una política de seguridad en asuntos exteriores más independiente. Hablamos de la soberanía o autonomía estratégica, no en contra de EEUU sino como una forma de mantener un papel importante en el mundo
P.- En Afganistán los europeos hemos ido a la zaga de EEUU. ¿Hemos de plantearnos los europeos de una vez por todas que hemos de desarrollar una política de seguridad propia?
R.- No hay duda de que necesitamos una política de seguridad en asuntos exteriores más independiente. Hablamos de la soberanía o autonomía estratégica, no en contra de EEUU sino como una forma de mantener un papel importante en el mundo. No se trata solo de la política de seguridad, sino también de la economía, de las capacidades científicas. Como dijo la canciller hace años, no queremos convertir a Europa en un museo a cielo abierto.
P.- Ahora que menciona esta cita de la canciller he visto que usted evoca sus mejores discursos en su cuenta de Twitter. ¿Con qué palabras de Merkel se quedaría como testimonio de su legado?
R.- “Wir schaffen das!” Vamos a conseguirlo. Son sus palabras en una rueda de prensa en 2015 con la ola de refugiados que provenía de Siria. Fue su respuesta al desafío enorme de integrar a esas personas en su sociedad. Son sus tres palabras más citadas.
P.- ¿Echaremos de menos a Merkel tanto como imaginamos?
R.- El cambio es normal en el sistema democrático. Dieciséis años son muchos años en nuestro mundo democrático donde el pueblo tiene la oportunidad de decidir por sí mismo. Pero veremos cómo Alemania continuará el 27 de septiembre igual que el 26 de septiembre, a pesar del cambio de liderazgo.
P.- ¿Cómo se imagina a Merkel después de estos años en el poder? ¿Qué hará?
R.- La canciller no habla mucho de qué hará. Pero en una rueda de prensa en su última visita a EEUU dijo: “Un día voy a levantarme, voy a escuchar las noticias y veré que hay problemas. Pensaré en soluciones pero entonces me daré cuenta de que hay otra persona a cargo. Y esa idea me gustará mucho”. Con eso está todo dicho.
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