Ni siquiera la concesión del Nobel, con el doble hito de ser la primera filipina y la primera periodista en setenta años en recibirlo, le ha proporcionado paz en la guerra sin cuartel contra su figura que lidera el gobierno de Rodrigo Duterte. Maria Ressa, galardonada junto al periodista ruso Dimitri Muratov, acaba de sumar la enésima demanda por una información que desvela una transacción ilegal efectuada por el secretario del departamento de energía filipino.
En junio de 2020 fue condenada a seis años de prisión por ciberlibelo, un cargo que ni siquiera era punible entonces en Filipinas. “El nuevo caso es una vergüenza para Filipinas solo unos días antes de que Ressa sea galardonada con el premio Nobel de la Paz por su periodismo valiente, que desafía la represión gubernamental”, denuncia Amal Clooney, una de las abogadas que integran su equipo internacional. Ressa (Manila, 1963) recibe este viernes el Nobel en Oslo, la única de las ceremonias del premio que se celebrará presencialmente.
Ressa, incansable, estará presente a pesar de las tentativas del régimen de Duterte de bloquear su viaje. La corte de casación filipina allanó el periplo desestimando las objeciones de las autoridades y su deriva autocrática. La reportera filipina, que en 2012 fundó el portal de noticias local Rappler tras décadas en la estadounidense CNN, ha arrojado luz sobre la guerra contra las drogas de Duterte, una cacería jalonada de abusos policiales que desde hace un lustro se ha cobrado miles de vidas y acompañada de una intensa campaña de noticias falsas y acoso al periodismo independiente.
“Cuando una mentira es dicha un millón de veces se convierte en verdad. Es la parte más dura y yo creo que es una nueva forma de ataque contra los periodistas. Es un ataque psicológico y físico”, señala Ressa en conversación con El Independiente.
Pregunta.- Estableció Rappler en 2012. En junio de 2020 fue condenada por ciberlibelo. ¿Qué lecciones ha aprendido en esta última década?
Respuesta.- Hay muchas lecciones. Desde 2016 hemos dicho que estamos luchando por los hechos. Cuando vivimos en un mundo en el que los hechos son susceptibles de debate y cuando el mayor distribuidor de noticias, Facebook, prioriza la difusión de mentiras mezcladas con ira y odio y lo valora más rápido y mejor que los hechos, el periodismo se vuelve activismo. Y esa es la transformación por la que hemos pasado en Rappler.
P.- ¿Es ésta una batalla solitaria?
R.- Somos cuatro fundadores en Rappler. Siempre bromeamos con que nos turnamos para tener miedo, por lo que no hay un solo día en el que todos compartamos ese temor. Estoy en mi año número 35 como periodista y eso me ha ayudado a ser ya lo suficientemente mayor para, junto al resto de fundadores, saber de antemano que haciendo lo que estábamos haciendo, comprendiendo los estándares, la ética y la misión del periodismo, estaríamos bajo ataque.
Pero realmente no existe otra alternativa. Usamos la máxima “mantén la línea”. En este lado eres bueno, en el otro malo. En Rappler decidimos que íbamos a mantener la línea. A veces resultó bastante sombrío, pero continuamos creyendo que necesitamos continuar haciendo brillar la luz y realizando un periodismo que rinda cuentas.
P.- Me pregunto si, en alguna ocasión, ha pensado en renunciar, en arrojar la toalla…
R.- No hay mejor momento para un periodista que éste que vivimos ahora. Ya sabe, cuanto más peligrosos son los tiempos, más importante se vuelve lo que hacemos.
La violencia virtual fue personal, misógina y me golpeó profesionalmente. La cosa se puso tan mal que recibía 90 mensajes de odio por hora
P.- El comité del Nobel ha dicho de usted que protagoniza “una lucha valiente por la libertad de expresión” en Filipinas. ¿Qué precio ha pagado por ello? ¿Qué sacrificios ha tenido que realizar?
R.- Mientras Rappler cubría las ejecuciones extrajudiciales de las autoridades, aumentaron los ataques gubernamentales contra Rappler. El propio presidente de Filipinas habló de Rappler en un discurso sobre el Estado de la nación. El Gobierno acabó interponiendo una serie de demandas legales, desde el supuesto incumplimiento de las leyes de propiedad extranjera hasta supuestas infracciones fiscales. En menos de dos años, el Gobierno filipino ha presentado hasta una decena de órdenes de arresto en mi contra. Me arrestaron dos veces en el transcurso de cinco semanas. Cuando publicamos un informe que mostraba cómo internet estaba siendo usado como un arma en Filipinas, granjas de trolls [una empresa que gestiona miles o decenas de miles de usuarios falsos] y operativos pagados fueron tras de mí y Rappler. La violencia virtual fue personal, misógina y me golpeó profesionalmente. La cosa se puso tan mal que recibía 90 mensajes de odio por hora.
P.- Ha sido muy crítica con el papel desempeñado por Facebook y otras redes sociales en la divulgación de mentiras y desinformación a través de sus algoritmos. Los suele denominar “sistemas de modificación de conducta”. ¿Son conscientes estas compañías del daño que están causando?
R.-Frances Haugen, la ex empleada de Facebook que denunció a la compañía, sacó a la luz documentos internos que demuestran que Facebook sabía que estaba dañando a su audiencia y que no había solucionado los problemas de su herramienta. El senador estadounidense Richard Blumenthal también dijo aquello de que era un gran momento para el tabaco. Las tabacaleras sabían que los cigarrillos podían matar, pero siguieron vendiéndolos a los menores de edad.
P.- ¿Cuáles son hoy las amenazas? ¿Cómo pueden los periodistas enfrentarse a gigantes como Facebook o Twitter?
R.- La desinformación es la mayor amenaza. Si no tienes hechos, no existe ningún esfuerzo humano real. Estamos incluso más fragmentados y aislados. No puede haber ciertamente democracia y aquí está la realidad: todas las investigaciones realizadas indican que las mentiras y los bulos aderezados con rabia y odio circulan más rápidamente y llegan más lejos que los hechos en las plataformas de las redes sociales.
El mundo debe unirse para solventar el virus de la mentira. ¿Qué hicieron las naciones en la II Guerra Mundial?
P.- ¿Cuál es entonces la solución?
R.- El virus de la mentira continúa infectando hoy a gente de carne y hueso. Es como dejar caer una bomba atómica en el ecosistema informativo. El mundo debe unirse para solventar este problema. ¿Qué hicieron las naciones en la II Guerra Mundial? Crearon las Naciones Unidas y redactaron la declaración universal de los Derechos Humanos. Es un momento similar de la Historia.
P.- Declara que estamos viviendo un momento existencial, pero, por desgracia, nuestros lectores y espectadores no parecen muy preocupados por el estado de confusión entre mentiras y hechos en el que nos movemos. ¿Qué debemos hacer? ¿Tiene un periodista capacidad para educar?
R.- Lo que nosotros hemos decidido hacer es salvaguardar los hechos, pedir cuentas al poder y ejercitar los derechos que están protegidos por la Constitución filipina. Eso es lo que hicimos en el pasado y lo que vamos a seguir haciendo.
"Lo que nosotros hemos decidido hacer es salvaguardar los hechos, pedir cuentas al poder y ejercitar los derechos protegidos por la Constitución"
P.- Rodrigo Duterte abandona el cargo el próximo año. ¿Qué espera de las próximas elecciones? ¿Cómo su legado ha afectado ya a las libertades y la democracia en su país?
R.- No tengo claro si tendremos unas elecciones íntegras si no se colocan ciertas barreras alrededor de las redes sociales. Los periodistas continuaremos haciendo nuestro trabajo, pero siempre hay repercusiones si una historia no gusta. Rappler las seguirá publicando.
Los periodistas somos, en esencia, fuerzas de mantenimiento de la paz por defender las libertades de expresión y prensa
P.- Un periodista no es, en principio, un hacedor de paz. ¿Cuál puede ser la misión del periodismo en traer o consolidar la paz?
R.- Existe un vínculo inextricable entre el periodismo y la democracia. El Comité Noruego del Nobel lo explica de esta manera: la libertad de expresión es una condición previa para la democracia y la paz duradera. En esta época, lo que dice el Nobel es que nos encontramos ante esta coyuntura de la historia en la que la paz duradera se ve amenazada por la muerte de la democracia en todo el mundo, y los periodistas somos, en esencia, fuerzas de mantenimiento de la paz por defender la libertad de expresión y la libertad de prensa.
Los profesionales hemos perdido el poder. Está en la tecnología y las redes sociales
P.- Y a pesar de todo, usted destila cierto optimismo con el futuro de los medios y la lucha contra las mentiras del poder. ¿Cuáles son sus razones para mantener la esperanza?
R.- El mayor desafío para los periodistas profesionales es darse cuenta de que ya no tenemos el poder. Lo perdimos en 2014. Es como tener un miembro fantasma, pensamos que está ahí pero no tenemos ese poder. El poder está hoy, en cambio, en manos de la tecnología y de las redes sociales. Facebook es en estos momentos el mayor distribuidor de noticias. Se llevan el dinero pero abdican de cualquier responsabilidad. Lo que estamos viendo ahora es un comportamiento realmente emergente. E. O. Wilson resumió muy bien el problema de las redes sociales: tenemos emociones paleolíticas, instituciones medievales y tecnología con el poder de una deidad.
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