El año 2021 cierra con una tensión in crescendo entre Estados Unidos y Rusia. Así ha quedado claro en la última conversación telefónica entre Vladimir Putin y Joe Biden, celebrada a petición del Kremlin. Los dos han marcado sus líneas rojas sobre Ucrania. Putin ha amenazado con romper relaciones con Washington si hay más sanciones económicas contra Moscú por Ucrania. Biden ha exigido al líder ruso que inicie "una desescalada" en las fronteras de Ucrania, donde ha concentrado unos 100.000 efectivos, y ha advertido que responderá "de manera decisiva", si invade el país.
La conversación, que ha durado 50 minutos, ha terminado sin que haya quedado claro cuál será el siguiente paso sobre el terreno de Putin. En un comunicado de la Casa Blanca sí ha quedado explícito que "EEUU y sus aliados responderán de manera decisiva si Rusia invade Ucrania".
En todo caso, según informa The New York Times, desde la Administración Biden no han dado más detalles, ya que consideran que la negociación ha de llevarse a cabo de forma discreta. Lo que pretende Washington es allanar el camino para las conversaciones que tendrán lugar en Ginebra el próximo 10 de enero.
Putin ha acusado a Estados Unidos y a sus aliados de la OTAN de emplazar armas cerca de las fronteras de Rusia, lo que considera una amenaza para su seguridad. Si bien en principio Washington creía que se refería a las armas antitanque que habría suministrado a Ucrania para su defensa, después han deducido que Moscú temía que hubiera misiles de medio alcance, lo que EEUU niega y considera un punto de partida para el encuentro de enero próximo.
La soberanía de Ucrania
En su última rueda de prensa del año, el líder ruso ya se mostró a la defensiva. Entonces dijo: "La expansión de la OTAN hacia el Este es inadmisible para Rusia. Nosotros no ponemos misiles a las puertas de EEUU. ¿Es una exigencia excesiva? ¿Qué diría EEUU si pusiéramos en su frontera nuestros misiles? El problema es la seguridad de nuestro país. Nos prometieron en los años 90 que no avanzarían un metro hacia el Este. Pero nos engañaron. No estamos amenazando a nadie". Es decir, según el Kremlin, es Estados Unidos y sus aliados de la OTAN quien amenaza a Moscú al ponerse del lado de Ucrania, país que a ojos de Putin, tiene una soberanía limitada, como expuso en un artículo difundido en julio sobre la "hermandad" entre Rusia y Ucrania. A Putin no le cabe en la cabeza que Ucrania pueda decidir si quiere entrar o no en la OTAN, por ejemplo.
En todo caso, los portavoces de Washington y Moscú se han mostrado moderadamente optimistas por el tono de la conversación, la segunda entre los dos líderes en este mes de diciembre. Desde el Kremlin se ha calificado el diálogo como "constructivo". Según Moscú, "lo importante es que Washington ha demostrado que desea entender las preocupaciones rusas".
Putin parece haber dado cuerda al reloj hacia atrás 30 años, o algo más, antes de que se desmoronara la Unión Soviética. El líder ruso no quiere bajo ningún concepto que Ucrania se sume a la OTAN, y pide que se vete su admisión. Pero muchos creen que va más allá: tampoco ve con buenos ojos que Ucrania se acerque a la Unión Europea, sobre todo, a los valores democráticos sobre los que se sustenta.
Al líder ruso le inquietan las revoluciones democráticas en Ucrania y Bielorrusia, como ya demostró al anexionarse Crimea en 2014 y al amparar al bielorruso Alexander Lukashenko, al provocar una crisis humanitaria en su frontera con Polonia. En este pulso a Putin le interesa que sea Biden el único interlocutor, y ningunea a la Unión Europea. A su vez, presiona con la crisis energética: está a punto de empezar a operar el Nord Stream 2, el gasoducto que suministra gas a Alemania de forma directa. Empieza así 2022 con un cierto halo de posguerra fría.
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