"Mi abuelo Porfirio siempre me decía: 'Nunca te olvides de dónde vienes'. Y lo tengo siempre presente. Soy de un lugar muy humilde en República Dominicana. Estados Unidos era el lugar de las oportunidades. Y yo quise devolver al país lo que me había dado". El sargento Aquilino Gonell, de 43 años, sirvió en Irak año y medio antes de ser policía del Capitolio. Jamás se habría imaginado que sería en el templo de la democracia americana donde viviría la peor de sus pesadillas. Fue testigo del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. "Mis compañeros y yo evitamos una masacre aquel día", confiesa en una entrevista con El Independiente por zoom desde su casa en Virginia, a las afueras de Washington.
Perdió a un compañero en el ataque, que tuvo lugar cuando el Congreso daba luz verde a la elección de Joe Biden, con la presencia del vicepresidente saliente, Mike Pence, que ese día fue leal a las instituciones. El presidente saliente, Donald Trump, había congregado a sus seguidores en las inmediaciones y les animó a rebelarse contra lo que estaba sucediendo en el Capitolio. Trump insistía en que se había cometido fraude. Gonell confiesa que temió por su vida, como años antes le había sucedido en Irak.
El sargento Aquilino Gonell estuvo en el túnel que da acceso al Capitolio junto a varios de sus compañeros. Impidieron que pasaran los asaltantes por esa vía pero estuvieron horas sometidos a una gran presión. Gonell resultó herido por los golpes. Ha estado de baja y ahora desempeña labores administrativas. Este 6 de enero no estará en el Capitolio. Ha decidido tomarse vacaciones. Recibe tratamiento psicológico. Cuando pasa por la zona donde estuvo, aún le vienen imágenes y sonidos de aquel día aciago.
El agente Brian D. Sicknick perdió la vida como consecuencias de las heridas que le infligieron "cuando cumplía con su deber", según el comunicado del Capitolio. También murieron cuatro manifestantes aquel día: Kevin Grisson, de 55 años, que sufrió un ataque al corazón; Benjamin Philips, de 50 años, por un derrame; Ashli Babitt, de 35 años, que recibió un disparo; y Rosanne Boyland, la más joven, de 34 años, que fue atendida por una "emergencia médica", según informó la BBC.
Soldado en Irak
Aquilino Gonell llegó en 1992 a Estados Unidos con 12 años. Su familia le había precedido. Buscaban prosperidad y la encontraron. Cumplieron, en la medida de sus posibilidades, su sueño americano. Recuerda cómo al aterrizar pasó mucho frío. No se hacía a la idea de que el tiempo fuera tan diferente. Le sorprendía ver a tanta población afroamericana. "Me di cuenta de que Estados Unidos era un país muy diverso", señala. Vivió en Nueva York hasta 2007.
En 1999, con 21 años, decidió ingresar en el Ejército. Siempre le atrajo la disciplina y la capacidad para soportar el sufrimiento de los soldados. En su testimonio ante la comisión que investiga el ataque del 6 de enero de 2021, Gonell dice: "El 23 de julio de 1999, dos días antes de mi aniversario, levanté mi mano para devolver a mi país la oportunidad que me había dado... Es un acto que he vuelto a hacer varias veces en mi vida. Siempre me he tomado el juramento en serio. Como lo hice el 6 de enero de 2021 cuando defendí el Capitolio y a los miembros del Congreso que se reunieron para certificar los resultados de las elecciones presidenciales del 20 de noviembre de 2020".
Estuvo en Irak desde 2003 a 2005 en la segunda rotación de soldados que participaron en la misión. "Cuando estás en la guerra ves cosas horribles y tienes en mente que algo te puede pasar. Pero regresé sano y salvo. El trauma mental queda, pero no sufrí lesiones", indica. Del asalto al Capitolio no salió indemne. "Cuando vas a la guerra sabes que vas a una zona de peligro y ahí puedes perder la vida o tus amigos pueden morir. Pero en un lugar que consideramos como una de las áreas más seguras del mundo ese 6 de enero no sufrimos una invasión de fuerzas extranjeras, sino que fueron nuestros conciudadanos los que invadieron el Capitolio. Era difícil procesar eso".
Recuerda el sargento Gonell lo orgulloso que estaba de haber aportado su granito de arena para que Irak avanzara hacia la democracia. "Nos dijeron que íbamos porque tenían armas de destrucción masiva, pero luego nos aseguraron que estábamos para que tuvieran más seguridad, educación... Yo pensé que iba a hacer lo que estuviera en mi mano en ese sentido. Lo hicimos allá. Pero ahora en Estados Unidos vemos lo contrario: cada vez hay más restricciones al voto. Lo que me enviaron a hacer en otro país como soldado, no lo hacen aquí. Por eso hay mucho desencanto", explica.
¿Esto es América?
Aquilino Gonell lleva más de 15 años trabajando como policía en el Capitolio. Ha sido testigo de muchas manifestaciones en el entorno de la sede del Congreso de Estados Unidos. Pero aquel 6 de enero todo fue distinto. Estuvo 24 horas activo en el túnel y por ese acceso los manifestantes no entraron. Incluso pensaba que tampoco habían podido por otras vías. Contempló cómo el agente Daniel Hodges fue aplastado entre las dos puertas sin poder hacer nada. Hodges pudo recuperarse.
"Cuando vimos que derribaban las barreras y que habían saltado la cerca, pensamos que iba a pasar algo grande. Fue muy difícil porque, a pesar del entrenamiento, pasas miedo. Yo seguí ayudando a mantener el orden. Durante cinco horas no descansamos. Tuve miedo de perder la vida, pero hice lo que tenía que hacer. Fui golpeado en la mano, en la pierna, en el brazo, en los pies. Tenía cardenales por todo el cuerpo. He pasado por el quirófano. Por eso ahora desempeño tareas administrativas", explica el sargento Gonell.
Tanto el sargento Gonell como sus compañeros han defendido ante la comisión que investiga el ataque al Capitolio que su objetivo siempre fue proteger a los representantes de los ciudadanos, reunidos en el Capitolio en aquella jornada. Pasaron horas cara a cara con los manifestantes que los amenazaban, los insultaban y les decían que tenían en su punto de mira a las máximas autoridades de la nación.
Creo que el presidente quería provocar la imposición de la ley marcial y quedarse en el poder. Si hubiéramos empezado a disparar, nos habrían respondido"
"Hay quienes nos preguntan por qué no disparamos. ¿A quién? Había tantos. Venían, te golpeaban, y retrocedían. Nosotros estábamos rodeados. Había un policía para 200 personas. No dábamos abasto. Para arrestar a una persona en esas circunstancias se necesitan varios policías. Tampoco podíamos disparar. Creo que el presidente [Trump] quería provocar la imposición de la ley marcial y quedarse en el poder. Si hubiéramos empezado a disparar, nos habrían respondido. La mayoría llevaba mochilas y algunos portaban armas, que luego confiscamos a los arrestados. Creo que nosotros, los policías, nos dimos cuenta de que estábamos rodeados, y de que si disparábamos, se iba a provocar una masacre", cuenta el sargento Gonell.
"Nos decían que iban a ejecutar al vicepresidente y a la speaker Nancy Pelosi. Todos eran un blanco para ellos. Les daba igual el partido. Nosotros hicimos lo posible por salvarles la vida y darles tiempo para que se pusieran a salvo. Todos los congresistas resultaron indemnes. Todos llegaron a un lugar seguro mientras nosotros seguíamos enfrentándonos a los asaltantes", añade.
"Is this America? (Esto es América)", se preguntaba Harry Dunn, uno de los compañeros del sargento Gonell. En una conversación difundida en The Daily el podcast de The New York Times, Harry Dunn se contesta ahora, en el primer aniversario de aquel suceso que conmocionó al mundo, que aquello mostró "una parte de América".
Con Harry Dunn intentó ayudar a una manifestante que resultó herida. "Esa es la ironía. Nos hostigaban, nos insultaban, nos golpeaban, pero nuestro deber era ayudarles si resultaban heridos. Estuvimos dando primeros auxilios pero lamentablemente esta persona murió". Es la otra América de la que hablaba Dunn, a quien le llamaron "negrata" con escarnio.
Los dos, Harry Dunn y el sargento Gonell, han comparecido ante la comisión de investigación, que trata de aclarar qué pasó y quiénes fueron los instigadores. "Necesitamos saber quién financió y quién lo ideó", dice Gonell. A juicio del sargento Gonell, los que han sido ya juzgados están recibiendo penas muy leves.
Hasta ahora la mayor pena ha sido la recibida por Robert Palmer, condenado a cinco años por agredir a varios agentes. Palmer, que se confesaba avergonzado, acusó al conocer a la sentencia de traición a Trump y sus aliados. El llamado chamán de Qanon, que se paseó por el Capitolio con el rostro pintado con la bandera de EEUU, el pecho desnudo y un gorro con cuernos, recibió una condena de 41 meses.
Dispuestos a parar la democracia
"Soy inmigrante y a veces me parece que tengo más devoción por el país que otros que nacieron en Estados Unidos. Como policía yo no pienso en si el que me necesita es de una ideología u otra, de una u otra religión... Hice lo que hice por mi devoción por el país. Lo volvería a hacer", relata Gonell. Confiesa que prefiere no estar en activo el 6 de enero porque si se repitiera algo similar se vería forzado a echar una mano.
Hay quienes dicen que allí no pasó nada... Había tres personas en la línea de la Presidencia ahí, incluido el vicepresidente... Decían que querían ahorcar al vicepresidente.. Y si hubieran llegado a él, lo habrían hecho"
"Mi conciencia está tranquila. Puedo dar cuenta de lo que hice a un juez y a Dios. Hay quienes dicen que allí no pasó nada, que no fue tan serio. Yo aún no he podido regresar a mi trabajo. Había tres personas en línea de la Presidencia ahí, incluido el vicepresidente, que tenía los códigos nucleares. Decían que querían ahorcar al vicepresidente, delante de su hija y de su esposa. Y si hubieran llegado, donde estaban, creo que lo habrían hecho", asegura el sargento.
Donald Trump trató de restar importancia a lo sucedido y decía que aquello era una multitud amorosa. El ex presidente dijo que la manifestación de aquel 6 de enero fue "una fiesta de amor" en un intento de desentenderse con lo que sucedió después, a pesar de que recriminó al vicepresidente Pence por confirmar la victoria de Biden y alentó a la multitud a que se acercara al Capitolio. "Le dijo a Mike que hay que tener coraje para no hacer nada. Porque nos quedaremos con un presidente que perdió la elección y tendremos que aguantar eso cuatro años. No dejaremos que pase", dijo ese día Trump.
Al sargento Gonell le gustaría regresar a su trabajo como policía en la sede del Congreso pero le gustaría que no fuera con un ambiente tan tóxico como el que desembocó en el ataque más grave sufrido en el Capitolio en toda la Historia.
Lamenta que muchos dirigentes republicanos han cambiado de posición. Primero aseguraban que había que buscar a los responsables. "Salvaron su vida con el tiempo que nosotros les dimos y luego nos dicen que aquello no fue tan grave. Pero fue muy grave. Y lo que se dice a la población tiene consecuencias. Querían parar la democracia".
No quiero volver a pasar por lo mismo que nos trajo el ex presidente, dice sin nombrar a Trump siquiera. "Lo hizo en los últimos años de su Presidencia. No puedo ni imaginarme lo que sería con cuatro años más. En el segundo impeachment no le hicieron responsable porque ya dejaba el cargo. ¿Y si regresa?".
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