"Vinceró!". Sonaba Nessun Dorma de Turandot en la celebración en la sede el Partido Socialista. "Es una noche muy especial para mí. Después de seis años, y una pandemia, asumo la responsabilidad que me han confiado", ha dicho António Costa. "Es una victoria de humildad, confianza y por la estabilidad". Portugal se ha encomendado a António Costa. El primer ministro socialista ha logrado una histórica mayoría absoluta en las elecciones legislativas que se han celebrado este domingo en Portugal.
El Partido Socialista ha fagocitado a sus antiguos aliados, el Bloque y el Partido Comunista, que juntos suman apenas 11 escaños. Son los que han provocado estas elecciones anticipadas y Costa ha sabido acaparar el voto útil de la izquierda y de quienes temían que la derecha gobernara con la ultraderecha de Chega. Lleva seis años en el poder y logra un mandato de otros cuatro. "Una mayoría absoluta no es el poder absoluta. No es gobernar para uno. Es una responsabilidad enorme. Es gobernar para todos los portugueses. Será una mayoría de diálogo", ha añadido Costa.
El Partido Socialista, con el 41,6%, ha logrado 117 escaños, uno por encima de la mayoría absoluta. Es el segundo líder socialista que logra la mayoría absoluta. Anteriormente lo logró José Socrates en 2005.
Su gran rival, el Partido Social Demócrata, liderado por Rui Rio, se queda por debajo de las expectativas, con el 27,8%, se queda en 71 escaños, ocho menos de los que tenía. Rio aspiraba a superar a Costa o empatar y los sondeos le dieron esperanzas.
Ha dado a entender que esta victoria tan contundente le deja fuera de juego. Rio ha dicho que no ve qué podrá aportar si el PS tiene cuatro años de gobierno por delante. Otro gran perdedor es el CDS (democristiano), que se queda fuera del Parlamento por primera vez en su historia.
A partir de ahora Costa tendrá una oposición seria en el Parlamento. Costa, voy a por ti"
andrés ventura, líder de chega
Ganadores también son Chega, que se perfila como tercera fuerza política, con más del 7,1%, y 12 escaños, también Iniciativa Liberal con un 4,98% y ocho diputados. Pueden quedarse en torno a la decena de diputados. André Ventura, líder de Chega, era el único de esta formación que se sentaba en el Parlamento hasta ahora. "La buena noticia es que Chega haya crecido mucho. La mala para el país es que Costa probablemente siga siendo el primer ministro", ha dicho Ventura en la noche electoral. "A partir de ahora Costa tendrá una oposición seria en el Parlamento. António Costa voy a por ti". A la vez, Ventura ha dicho: "La derecha no ha estado a la altura de su responsabilidad por decir que no quería nada con Chega".
Los electores han castigado al Bloque, que se queda con cinco escaños, y el Partido Comunista, con seis diputados, los aliados de Costa desde 2015. La líder del Bloque, Catarina Martins, también queda cuestionada porque ha pasado de tercera a sexta fuerza política. Pierde 14 diputados. Los líderes de estos partidos de izquierda han culpado a Costa de crear "una crisis artificial" para buscar "una mayoría absoluta". Entra en el Parlamento el ex eurodiputado Rui Tavares, por Libre.
Costa será el primer ministro socialista que más tiempo está en el poder, si logra los aliados que precise si no tiene la mayoría absoluta. Sus socios de izquierdas han tenido un severo castigo por provocar estas elecciones anticipadas.
Chega ha afectado a izquierda y derecha. La izquierda se une en Costa; la derecha se fragmenta como nunca"
Ángel rivero, profesor de ciencia política en la uam
Según Ángel Rivero, profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, "la geringonca le ha servido al Partido Socialista para abrir un camino hacia el electorado del Partido Comunista y del Bloque. Chega ha sido fundamental para animar ese movimiento. Esto es un cambio sin precedente en la izquierda portuguesa. Pero Chega también ha afectado a la derecha debilitando al PSD y hundiendo al CDS. Si la izquierda se une en Costa, la derecha se fragmenta como nunca".
Movilización de la izquierda
"Son unas elecciones decisivas y los portugueses han dado un ejemplo de civismo", decía con una amplia sonrisa António Costa antes de conocerse los primeros sondeos. Costa es el líder europeo más cercano al jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, a quien ha elogiado por su capacidad negociadora. Sánchez se ha apresurado a felicitar a su amigo Costa con un menaje en Twitter.
Los portugueses han dejado de lado los recelos por la propagación del ómicron y han acudido a las urnas, motivados por la extrema polarización. La movilización de los votantes de izquierda y de derecha ha sido muy elevada. Los votantes de izquierda tenían presente las elecciones municipales de 2021 en Lisboa, cuando daban por hecho que ganarían, pero perdieron y logró la Alcaldía el conservador Carlos Moedas de PSD.
Había temor a una participación baja, ya que en 2019 la abstención fue del 51% y en las presidenciales, en enero de 2021, llegó al 60%. En esta ocasión será de un 42,3%. Baja por primera vez desde 2005. "Esta tasa de participación es una victoria", ha dicho el presidente, Marcelo Rebelo de Sousa.
Los más de 30 de debates de la campaña electoral han superado los 20 millones de telespectadores, todo un récord. Son 10,8 millones de portugueses los convocados a votar; de ellos, más de 1,5 millones viven en el exterior.
La recomendación ha sido que los confinados por el virus acudan a última hora de apertura de colegios y los demás se abstengan. Entre 671.500 u 783.600 electores están confinados, según la Dirección General de Salud de Portugal, según informa el diario Publico.
Más portugueses que nunca antes han votado de forma anticipada. Cada voto cuenta, como han trasladado los dirigentes políticos. El último en llamar a las urnas ha sido el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa.
Pagan quienes provocaron las elecciones
Fue precisamente Rebelo de Sousa quien tuvo que activar la llamada “bomba atómica”, tras escuchar el Consejo de Estado, una vez que el primer ministro, Antonio Costa, no logró que sus aliados del Bloque de Izquierdas y el Partido Comunista votaran a favor de los presupuestos. Han pagado su presión.
“No había una tercera vía para mantener el presupuesto… Hay que devolver la palabra al pueblo y así buscar la estabilidad y la certeza”, dijo entonces el presidente de Portugal. El país vecino recibirá más de 9.000 millones de euros de fondos de recuperación de la UE.
Así ha llegado Portugal a las elecciones más inciertas desde 1974, cuando empezó la democracia después de la Revolución de los Claveles. Costa empezó como claro ganador, pero fue perdiendo fuerza, debido a una campaña errática. Recuperó terreno en los últimos días. Lo que quedó claro es que los portugueses siguen confiando en él más que en cualquier otro dirigente.
Arrancó el primer ministro apelando a los electores a que le dieran una “mayoría estable” para no depender de los partidos que le habían dejado tirado en un momento tan crucial. Incluso llegó a decir que no pactaría con ellos, pero ha tenido que ir retractándose. El pragmatismo se ha ido imponiendo. Lo que sí ha prometido es que si perdía, renunciaría. Estas elecciones han puesto a prueba a Costa, el político Duracell, como lo llamó el diario Publico.
Terminaba de mala manera la geringonça (chapuza), la alianza de partidos de izquierda que puso en marcha Costa en 2015. Primero formaron coalición y cuatro años más tarde tenían un pacto por el que apoyaban al primer ministro desde fuera del gabinete. Pero el Bloque y el Partido Comunista forzaron la máquina al plantarse en la votación de presupuestos. Costa, antes de ser primer ministro, fue alcalde de Lisboa, entre 2007 y 2015.
Una decepción llamada Rio
Su principal rival, Rui Rio, que fue alcalde de Oporto entre 2002 y 2013, el líder del Partido Social Demócrata, conservador, afrontó las primarias en su partido una vez convocadas las elecciones. Ganó con un resultado ajustado, menos de 1.800 votos, a Paulo Rangel. Parecía abocado a la derrota y, sin embargo, ha realizado una campaña amable, en la que ha mostrado su lado más humano y cercano, que le ha llevado al empate técnico en los sondeos previos a la votación. Pero los sondeos fallaron. "Esta campaña es una simiente para el futuro", ha dicho Rio, que ha felicitado al primer ministro por su reelección.
Rio no ha logrado presentarse como el gran líder del centroderecha, mientras que Costa sí atrae a votantes más allá de los tradicionales fieles al socialismo. A Rio le han salido competidores por la derecha y por el centro. El auge de Chega y la Iniciativa Liberal le ha crucificado.
Los portugueses se han dado cuenta de que en estas elecciones había mucho en juego, dado que los presupuestos pendientes son los que abordarán las consecuencias de la crisis del coronavirus y han de asignarse los fondos de recuperación. Han cumplido y esperan que sus dirigentes también lo hagan. Han apostado por un gobierno estable en manos de lo ya conocido.
Su Parlamento, con las grandes diferencias que marcan sobre todo el hecho de ser un país centralista, está cada vez más fragmentado. Costa sigue pero no lo tendrá nada fácil.
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