El único que sabía qué pasaría finalmente es Vladimir Vlamirovich Putin. Como buen espía, porque un espía nunca deja de serlo, no deja ver nunca sus cartas. Habría que estar en su cabeza para saber qué pretende y hasta dónde está dispuesto a llegar. Había riesgo de que la escalada se fuera de control y fuera difícil de desmontar incluso para Putin sin riesgo de parecer humillado. Y si hay algo que Putin no iba a aceptar jamás es que Rusia diera imagen de debilidad en un conflicto que parece encaminado a poner el reloj cuenta atrás 30 años, el origen de las claves del conflicto entre Rusia y Ucrania.
El camino de la diplomacia aún sigue sin despejarse pero al menos la vía sigue abierta. El encuentro entre el jefe de la diplomacia de EEUU, Antony Blinken, y el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, solo ha servido para mostrar que aún no hay una ruptura total. Pero el Kremlin se aferra a sus demandas y Estados Unidos repite las suyas. Es la escenificación de un divorcio en la que no hay acuerdo siquiera para enumerar cuáles son los bienes en común. Pero las formas de momento se respetan. Lavrov, con gran experiencia diplomática, se mueve como pez en el agua en las cumbres de esta naturaleza. Y Blinken, aunque es más joven, también está curtido en negociaciones muy duras como fue el acuerdo nuclear con Irán.
Tanto Estados Unidos como Rusia saben que la situación no se puede prolongar sine die. Lavrov ha instado a que haya una resolución la semana que viene y Estados Unidos entregue una respuesta por escrito a sus demandas. Blinken también ha reconocido que no tiene lógica esta dinámica por la que se siguen sentando a la mesa a la par que Rusia incrementa sus efectivos en la frontera con Ucrania o realiza maniobras desde el Mediterráneo al Pacífico. Veamos cómo hemos llegado hasta aquí y qué escenarios son los más probables a corto plazo.
¿Qué pretende Rusia?
El oso ruso está mostrando sus garras, su fuerza, porque siente como una amenaza la posible expansión de la OTAN hacia el Este. Putin sintió como una humillación la caída de la Unión Soviética y, si bien no pretende reconstruirla, algo que no sería beneficioso ni siquiera económicamente, sí quiere mantener sus zonas de influencia. Y uno de los territorios a los que Putin siente que Rusia está más vinculada es a Ucrania, por razones históricas. A ojos de Putin, son "hermanos".
Ucrania se independizó tras la caída de la URSS y eso no tiene marcha atrás pero ver cómo Ucrania está, según Moscú, bajo la órbita de EEUU y de sus aliados, es algo que no pueden tolerar. De ahí que exijan que Ucrania no ingrese en la OTAN, algo que por otro lado todavía no está sobre la mesa de los aliados. También demanda Moscú que se retiren las armas nucleares de suelo europeo y que no haya despliegues de tropas en países del Este como Rumanía y Bulgaria.
En realidad, lo que más preocupa a Putin son las revoluciones de colores. El Maidán, la protesta cívica que demandó a finales de 2013 más democracia en las calles de Ucrania, lo vivió como un ataque en su línea de flotación. ¿Y si pasa en Rusia? Hay que poner un muro contra esas revoluciones de colores. Y si para ello hay que atrasar el reloj tres décadas, se hace.
¿Qué quiere Ucrania?
El actual presidente, Volodymyr Zelensky, que llegó al poder en 2019, busca reforzar los lazos de su país con Occidente. Otros gobiernos ucranianos se decantaban por mantener una relación más cordial con Moscú, pero Zelensky ha hecho campaña para que Ucrania ingrese en la OTAN. De esa manera, en virtud del artículo 5, los aliados estarán obligados a defender a Ucrania en caso de invasión. Solo se ha activado una vez, en 2001, tras los ataques a las Torres Gemelas en Estados Unidos. El jefe de la diplomacia de EEUU, Antony Blinken, dijo este viernes en rueda de prensa que, si bien Ucrania no es miembro de la OTAN, Estados Unidos se comprometía a defender su soberanía y su integridad territorial. Lo llamativo es que de momento ni siquiera en la cumbre próxima de la OTAN se va a tratar el tema del ingreso de Ucrania.
Los ucranianos confían en que la crisis no derive en una nueva invasión como en 2014, pero cada vez tienen menos esperanza. En 2014 Putin se anexionó Crimea y desde entonces ejerce control sobre el Donbás. Esa modificación de las fronteras de Europa en pleno siglo XXI, que quedó impune, está en el germen del conflicto actual. Rusia lo hizo y cree que puede volverlo a hacer.
¿Cuál es la situación sobre el terreno?
Rusia ha movilizado a más de 100.000 soldados en la frontera con Ucrania. Defiende su derecho a realizar maniobras en su territorio y asegura que no pretende invadir Ucrania, sino proteger sus intereses. Los rusos denuncian a su vez que los ucranianos están concentrando fuerzas también cerca del Donbás. A su vez, Rusia ha iniciado unas maniobras con el Ejército de Bielorrusia, país aliado desde que Putin saliera en respaldo del dictador Lukashenko cuando la calle pedía su cabeza en agosto de 2020. Y también la Armada está realizando juegos de guerra desde el Mediterráneo al Pacífico.
"Es pura imaginación", dijo el ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov en Ginebra. En la rueda de prensa de final de año, Putin increpaba a EEUU, ya que considera que es la OTAN la que se moviliza en sus fronteras. ¿Para qué tantas tropas entonces? ¿Solo para exhibir poder militar?
Las fuerzas rusas están cerca de la región del Donbás, un zona rusófona en manos de separatistas aliados del Kremlin. Desde 2014 hay combates con las fuerzas ucranianas. Según estimaciones de la ONU, esta guerra soterrada ya ha costado 14.000 vidas. Mas de un millón y medio de personas se han visto obligadas a dejar sus hogares.
¿Será una guerra abierta o una incursión menor o es todo una fanfarronada?
Hay que tener en cuenta que una ofensiva militar dinamitaría el statu quo de la seguridad europea desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. La línea roja que llevaría a los aliados a dar el paso a una intervención militar sería que Putin decidiera que sus tropas avanzaran hacia Kiev. Esta opción es demasiado arriesgada para un estratega como Putin. Las consecuencias podrían ser devastadoras y revertir en su contra.
Como dice José Luis Calvo Albero, coronel de infantería del ejército de Tierra, en un artículo en Global Strategy,"en una situación de confrontación abierta, las tropas rusas podrían arrollar con relativa facilidad la primera línea de defensa del ejército ucraniano y puede que incluso consiguiesen llegar al Dniéper en algunos puntos. Otra cosa sería mantener un esfuerzo intenso mucho tiempo. Incluso en los buenos tiempos a los rusos les ha faltado fuelle logístico".
Sin embargo, sí podría tener en mente consolidar su posición en el Donbás y asegurarse de que el gobierno ucraniano no se sale del guion que marque Kiev. No solo los ataques militares son intimidantes, también los ciberataques, en especial cuando afectan a las infraestructuras básicas. Hace una semana ya sufrió Ucrania una incursión así.
Aunque se ha corregido después, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dado a entender que una incursión menor tendría una respuesta proporcionada. El presidente ucraniano salió al paso para aclararle de que no hay incursiones menores, como no hay países menores, y Biden rectificó, pero de momento todo indica a que habría una escalada de medidas.
Si es una fanfarronada, o una performance, la situación se ha agravado tanto que Putin corre el riesgo de no poder dar marcha atrás sin quedar en entredicho.
¿Hasta dónde están dispuestos a llegar EEUU y la OTAN por Ucrania?
No están siendo claros. Blinken hablaba de "una respuesta rápida, unida y contundente", en el caso de que hubiera una incursión en Ucrania. ¿A qué se refiere? En primer lugar, a una respuesta económica que dañe a Rusia. El peligro es que Rusia es una potencia energética de la que depende Europa y si la situación se agrava mucho, las consecuencias las sufriríamos los países más dependientes de las importaciones de gas. Las sanciones se llevan aplicando tiempo pero no han tenido consecuencias, y ya dijo Putin que eran una línea roja. Más sanciones y se acabarían las conversaciones de todo tipo. Pero habrá castigos que hagan que la economía rusa se resienta. Ya lo está haciendo, porque el rublo está perdiendo valor, pero aún más está afectando a los intereses ucranianos.
Es clave el gasoducto Nord Stream 2, que está pendiente de que entre en funcionamiento. Lleva el gas directamente desde Rusia a Alemania. El canciller alemán, Olaf Scholz, ha dicho de momento que no descarta poner la cuestión sobre la mesa en caso de invasión, pero de una forma muy tibia. Formaba parte del gobierno de Merkel, que siempre separó los intereses comerciales de los estratégicos. Su jefa de la diplomacia, Annalena Baerbock, es más osada, pero realmente es el canciller quien maneja la política exterior. Un hombre clave en el Nord Stream 2 ha sido el ex canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, viejo conocido de Scholz.
¿Beneficiaría al presidente Biden una intervención contra Rusia?
Biden acaba de cumplir un año en el poder y su nivel de popularidad es el segundo peor desde que hay registros. Solo Trump le supera. No ha podido acabar con la polarización que quedó de manifiesto con el asalto al Capitolio, según explicaba en un artículo en El Independiente Xavier Peytibi. A los presidentes les suele venir bien cuando están en estas circunstancias el llamado efecto rally round the flag, un término acuñado por John Mueller en 1970. En situaciones de crisis, cuando hay un enemigo a quien culpar, el pueblo cierra filas en torno a su líder. Trump, hasta el momento, es el único presidente de las últimas década que no ha desencadenado una guerra. Sin embargo, la vergonzosa retirada de tropas de Afganistán que llevó a cabo Biden, aunque fue consecuencia de los acuerdos con los talibanes de Trump, llevan a pensar que una aventura bélica no encajaría con esta Administración demócrata. Eso sí, hay elecciones de mitad de mandato en noviembre y la perspectiva es muy sombría para los demócratas.
¿Cuál es el papel de la Unión Europea?
Según Nicolás de Pedro, investigador en The Statescraft, "Putin quiere quedarse con Ucrania y que la seguridad europea se decida como en tiempos de la guerra fría: a un lado, Estados Unidos, y al otro, Rusia. En esa ecuación no cuentan los ucranianos ni los europeos, ni muchos otros. El Kremlin quiere cambiar la arquitectura de la seguridad europea". A Putin la Unión Europea no le parece una potencia equiparable a la URSS y su defensa de los valores le encrespa. De ahí que disfrute cada vez que la UE aparece dividida y frágil. Este conflicto es una prueba de fuego para la Unión Europea en un momento en el que debate sobre su autonomía estratégica. Si bien el Alto Representante para la Política Exterior, Josep Borrell, es claro al denunciar a Moscú, desde el Kremlin prefieren escuchar directamente a Biden y a Blinken. Los ven como los que van a decidir al final qué harán los europeos.
¿Cómo afecta este conflicto a España?
A España nos afecta como miembros de la OTAN. Además, al ser sede de la próxima cumbre de la Alianza Atlántica, que se celebra el 29 y 30 de junio en Madrid, el gobierno español está intentando ganar protagonismo. Por ello el ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, tuvo audiencia con el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, justo antes de que iniciara su gira por Europa, que le llevó a Kiev, Berlín y Ginebra. Albares aseguró que España está comprometida en la defensa de la integridad territorial de Ucrania. Este jueves, la ministra española de Defensa, Margarita Robles, anunció que nuestro país enviaba la fragata Blas de Lezo al Mar Negro a unas maniobras de la OTAN en el marco de esta crisis con Rusia. El asunto ha soliviantado a Unidas Podemos y a Izquierda Unida, críticos con sus socios del PSOE por su defensa de una participación en una eventual acción aliada contra Rusia. Sin embargo, el Partido Popular, por primera vez en mucho tiempo, ha respaldado al PSOE por su disposición a cumplir con sus compromisos como miembro de la OTAN.
¿Qué papel juega China en el conflicto Rusia-Ucrania?
China está en modo wait and see. Ha realizado llamamientos a que se reconduzca la crisis por la vía pacífica. China está celebrando este febrero los Juegos Olímpicos de Invierno, a los que finalmente incluso hay representación política de Estados Unidos, a pesar del boicot inicial, según las autoridades de Pekín. A China no le interesa una conflagración en plenos Juegos. Ha sacrificado mucho para que sean un éxito. Es tradicional aliado de Rusia, pero en este caso mantiene las distancias y es probable que entre bambalinas Xi Jinping esté recomendando a Putin que aguante y no se precipite.
¿Volvemos a la guerra fría?
Todo indica que hay elementos de la guerra fría que Putin quiere recrear. Un mundo en el que esté claro quienes son los que tienen la fuerza y cómo la pueden utilizar. Con sus zonas de influencia claras y sus líneas rojas infranqueables. Es el mundo del que nunca salió en realidad. Y ahora todos los que le rodean en el Kremlin vienen de allí.
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