Bombas con ramas de olivo. Mientras las tropas rusas toman posiciones en Kiev, el líder ruso, Vladimir Putin, ha ofrecido negociar en Minsk, capital de su aliada Bielorrusia, con Ucrania. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, se había declarado poco antes dispuesto a sentarse con Putin. Pero el Kremlin imponía como condición que los ucranianos dejaran las armas. Y su objetivo sigue siendo deponer al gobierno democráticamente elegido, encabezado por Zelensky. De hecho, con esas maniobras envolventes tan propias del Kremlin, Putin ha pedido al Ejército ruso que tome el poder y se rebele contra los "neonazis", como Zelensky: "Será más fácil negociar".
El portavoz de Putin, Dmytri Peskov, ha señalado a los medios rusos que Putin enviaría a la capital bielorrusa a una delegación a nivel de Ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores y de la administración presidencial para negociar con una delegación ucraniana. El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, anticipó que los ucranianos tenían que dejar de combatir.
Lavrov mantiene que no quieren "ocupar" Ucrania. En realidad, el modelo sería el de Bielorrusia: un Estado satélite que actúa a conveniencia de Moscú. Y como mínimo el Kremlin pondrá sobre la mesa la neutralidad de Ucrania.
Mapa de los ataques rusos en Ucrania
Poco antes Putin había mantenido una conversación telefónica con el líder chino, Xi Jinping, a quien ha explicado que EEUU y la OTAN han ignorado las "razonables" preocupaciones de seguridad de Rusia. Es decir, ha culpado a las potencias occidentales de la agresión que ha perpetrado contra Ucrania. China, que defiende la integridad territorial de Ucrania, pero condena las sanciones impuestas por EEUU, Reino Unido y la UE, insiste en que se vuelva a la mesa de negociaciones. La UE dará un paso más en las sanciones con la congelación de fondos de Putin y su ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, según el Financial Times.
En su propuesta de negociación, el Kremlin habla de "delegación de Ucrania". Es decir, da a entender que se sentaría con representantes de Kiev pero no especifica con quiénes. En su discurso de este viernes, Putin ha acusado al liderazgo actual de haber secuestrado al pueblo ucraniano. "Nos podremos poner de acuerdo con más facilidad con vosotros (en alusión a los militares ucranianos) que con ese grupo de neonazis que se ha atrincherado en Kiev y ha tomado como rehenes a todos los ucranianos".
Mientras tanto, las bombas siguen cayendo sobre la capital de Ucrania, de unos 2,8 millones de habitantes. Un edificio de viviendas ha quedado destruido. Zelensky ha pedido a los ciudadanos que defiendan el país, ya que no habrá tropas extranjeras que acudan para asistirlos.
La batalla de Kiev acaba de empezar. Si se prolonga, será cruenta. Miles han salido en las últimas horas y han buscado refugio cerca de las fronteras con la Unión Europea. Los que se han quedado saben que tendrán que defenderse como puedan. Incluso las autoridades les han recomendado preparar cócteles Molotov, como si fueran una guerrilla urbana. Por el norte de la capital ya se pasean los soldados rusos.
La noche ha sido infernal en la capital, donde muchos ciudadanos han dormido fuera de casa en busca de protección. Solo los de más edad podían recordar los ataques sufridos por la capital en 1941. En aquella ocasión era el régimen nazi el agresor. Ahora es el Kremlin, abanderado por Putin, que acusa a los dirigentes ucranianos de ser neonazis, aunque su presidente, Volodymyr Zelensky, sea judío.
El alcalde de Kiev, el ex boxeador Vitali Klitschko, ha confirmado que la ciudad entra "en fase defensiva debido a los saboteadores que han entrado en Kiev". En la misma línea que Zelensky, el alcalde ha hecho un llamamiento dramático: "El enemigo quiere doblegarnos y destrozarnos".
Trágico balance en los dos bandos
La invasión comenzó el jueves diez minutos antes de las seis de la mañana, cuando el líder ruso dio la orden de "desmilitarizar y desnazificar" el país vecino, Ucrania, al que considera un hermano díscolo al que hay que reconducir.
El balance de las primeras 24 horas de guerra era el siguiente: 137 soldados ucranianos muertos y al menos 25 civiles, así como un centenar de heridos civiles también. En las filas rusas han perdido a 450 efectivos, según informa el Ministerio británico de Defensa. Dada la intensidad de los combates este viernes se da por hecho que habrá muchas más víctimas.
Los dirigentes ucranianos consideran decisivos los próximos tres días para determinar el futuro del país. Los principales focos activos bélicos se encuentran en la capital, donde se ha movilizado a toda la población, y al norte de Kiev, como en Gostomel, ubicada en la misma región que la capital. En las últimas horas habría caído Sumy, según informan residentes en la zona.
Ha dolido en las filas ucranianas la pérdida del aeropuerto Antonov de Hostomel, a unos 40 kilómetros de Kiev, y la central nuclear de Chernóbil. Según los rusos, la situación está bajo control en la central y no hay riesgo de fugas.
Según fuentes ucranianas, los misiles Javelin les están sirviendo para combatir al enemigo. Los efectivos ucranianos se están empleando a fondo en la defensa. En Jarkov, segunda ciudad del país, hay combates con artillería. Los rusos han hecho prisioneros de guerra allí.
El coraje que están mostrando los militares ucranianos y muchos voluntarios que se les unen es insuficiente para combatir al ejército ruso. Desesperado, Zelensky clama a las potencias occidentales para que su ayuda vaya más allá. Con sanciones económica, cuya efectividad tarda meses, no se detiene a los carros de combate y a los misiles de Putin.
Zelensky ha hecho un llamamiento a los europeos para que se unan a las fuerzas ucranianas para combatir. "Si tienes experiencia militar, venid a Ucrania a luchar con nosotros para proteger Europa. Os necesitamos. Protegeos igual que nos protegemos nosotros", ha dicho.
El líder ruso tiene prisa por imponer su pax. Ha mostrado que es capaz de bombardear una capital europea sin tregua. A partir de ahora irá alternando la fuerza con la mano tendida para que el hermano ucraniano acabe por someterse. Ante la pasividad de Occidente. Una vez más.
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