El jueves concluyeron sus clases de Ciencias Políticas. La universidad a la que asistía desde principios de este curso clausuró las aulas. Hasta nueva orden. Aquel mismo día Bogdan tomó la determinación de cambiar su incipiente vida académica por el destino incierto de un uniforme militar, en mitad del avance de las tropas rusas hacia Kiev. “La región de la que soy originario, Sumy, está ardiendo por la guerra. No tengo opción. Tengo que hacerlo. Es mi deber”, explica el joven en conversación con El Independiente.
Bogdan apenas tiene 19 años y es uno de los miles de voluntarios que se han sumado en los últimos días a las fuerzas armadas ucranianas, entre frenéticas llamadas a alistarse de las autoridades locales. “Mi padre es soldado y está luchando contra Rusia en la frontera”, comenta el estudiante para justificar su drástica decisión de enrolarse en un ejército que tiene como principal y agónica misión ralentizar el avance del enemigo, artífice de la invasión desde múltiples flancos que Vladimir Putin ordenó la madrugada del jueves.
“Soy un patriota y he optado por sacrificar mi vida. Si tiene que ser, moriré por mi país”, deslizó Bogdan este viernes, durante su primera jornada como recluta de las fuerzas armadas. En los últimos días, el Gobierno ucraniano ha tratado de incentivar la incorporación de voluntarios a un ejército con modestos recursos humanos y materiales frente al poderío militar del país vecino. “Proporcionaremos armas a todo aquel que quiera defender su país. Prepárense para apoyar a Ucrania en las plazas de nuestras ciudades”, declaró a primera hora del viernes el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky.
“A todos los que estén dispuestos a tomar las armas, únanse a las filas de las fuerzas de defensa territorial de las fuerzas armadas de Ucrania [los reservistas del ejército]. Hemos simplificado los procedimientos. Solo se requiere presentar el documento de identidad. ¡Entregaremos armas a todos los patriotas!”, proclamó el ministerio de Defensa a través de un tuit. Una invitación a proteger el país que Bogdan siguió a pie juntillas.
Un escenario impensable
La mañana del viernes Bogdan era uno de los entusiastas que se congregó en un cuartel de Kiev para empuñar un Kalashnikov. “Creo que mi cometido será proteger el orden en Kiev”, señaló en un receso de su primera jornada como uniformado. “Muchas familias han decidido escapar de la ciudad en dirección al oeste, pero la situación es normal y no reina el caos. Durante el día se han escuchado algunas sirenas antiaéreas”, aseveró. Hasta que el jueves su vida cambiara radicalmente, Bogdan desconfiaba de que el escenario bélico estuviera cerca. “Pensaba que era parte de la retórica de Putin. Simplemente una provocación política”.
“Pero ahora todo ha cambiado. Putin ha lanzado ataques contra las principales ciudades. Quiere ocupar el país. Se ha vuelto loco. Muchos soldados rusos y ucranianos morirán por su decisión. Muchos civiles perderán la vida. Es un dictador estúpido empeñado en destruir Ucrania, tal vez para incrementar su popularidad en casa”, arguyó este universitario que ha interrumpido “sine die” su paso por las aulas.
Una voluntad de sumarse a las filas castrenses que no resulta aislada. Conforme a la ley marcial, vigente en el país desde esta semana, los varones con edades comprendidas entre los 18 y 60 años tienen prohibido abandonar el país para, según el servicio de guardafronteras, “garantizar la defensa y la organización de la movilización”.
“Algunos alumnos más han tomado el mismo camino”, replicó a este diario Maria Shuvalova. “Son ya ocho años de conflicto y nos hemos acostumbrado a este clima. Todos comprendemos por qué se toman estas decisiones y los sacrificios que hay que hacer para vivir con libertad en nuestro país”, indicó la profesora, que imparte sus clases en una de las universidades de la capital. “En realidad, no tienen muchas más opciones. ¿Quién luchará por nosotros? Nadie. Solo los ucranianos podemos hacerlo”, opinó la académica.
Sin formación castrense
Nos enfrentamos a un neurótico que ha embarcado a Europa en la guerra más grave desde la II Guerra Mundial
Otro de sus estudiantes, que exige anonimato, admitió sin titubeos sus escasas habilidades castrenses. “Soy consciente de que mi calidad como soldado deja bastante que desear y mi comandante podría hallarse en problemas por mi culpa”, dijo, martirizado por su repentino alistamiento. Una adhesión precaria que confirmó también Bogdan. “No hay suficientes uniformes. Solo han podido entregarnos el arma”, explicó al compartir una fotografía con su estrenada indumentaria. A falta de traje apropiado, el único material que puedo mostrar era un rudimentario casco y una pequeña mochila color marrón, con un kit de primeros auxilios.
Los jóvenes no son los únicos en haberse enrolado a las unidades de defensa del ejército. Sergiy es un analista político de 37 años que también ha enfilado el camino hacia el cuartel. “Entré en la página web de las unidades de defensa y busqué la dirección de la oficina de reclutamiento”, murmuró, recién llegado a casa. “Estamos preparados para resistir si las fuerzas rusas llegan a Kiev. Nos enfrentamos a un neurótico que ha embarcado a Europa en la guerra más grave desde la II Guerra Mundial”.
Sergiy cuenta con experiencia previa en las trincheras. “No como combatiente, pero sí estuve en el frente de la región del Donbás en 2015. Y he recibido formación castrense”, apostilló. “Todo el mundo debería defender el país”. El reclutamiento se ha producido en todas las coordenadas, incluso en aquellas en la que la contienda es aún un fantasma lejano salvo por la llegada de los desplazados. En Leópolis, a 550 kilómetros al oeste de Kiev, un millar de habitantes se registraron como voluntarios durante el jueves. Las cifras no han parado de crecer desde entonces. Según las autoridades, se han repartido más de 18.000 armas junto a munición a voluntarios y reservistas en los últimos días.
En su página de Facebook, el ministerio de Defensa ha suplicado con entusiasmo la colaboración ciudadana. Reclama a los residentes en el norte de la capital que permanezcan en sus hogares y se entreguen a la preparación de cócteles Molotov. El principal objetivo es ganar tiempo y comenzar una guerra de desgaste. “Los primeros días son los más difíciles porque en estos momentos el enemigo siente que juega con ventaja”, admitió Hanna Malyar, viceministro de defensa. “Es importante la movilización, que todos permanezcan fuertes. Esta es nuestra tierra y no la entregaremos”.
"Limpiar Ucrania del enemigo"
“Durante los últimos ocho años nuestros soldados han luchado por el futuro de todo el pueblo. Hoy es el momento de que todos los ucranianos que puedan, tomen las armas y protejan sus casas. No solo para ayudar a nuestro ejército sino para limpiar Ucrania del enemigo de una vez y para siempre”, instaba este viernes el ministerio de interior. En la primera jornada de ofensiva, 137 militares y civiles ucranianos murieron y 316 resultaron heridos.
Tenemos miedo a morir pero el deseo de detener a Putin y a sus terroristas es más fuerte
A la llamada han acudido incluso veteranos de guerra. Las redes sociales ucranianas, dominadas por el ardor guerrero, han difundido las imágenes de octogenarios que con un pequeño petate esperaban su turno en las colas que han rodeado las inmediaciones de los centros de reclutamiento. Desde la anexión rusa de la península de Crimea en 2014, los civiles han recibido formación militar preparándose para una coyuntura que esta semana se ha convertido en trágica realidad.
“Tenemos miedo a morir pero el deseo de detener a Putin y a los terroristas que ejecutan sus órdenes resulta más fuerte que cualquier otro temor”, declaró Sergiy. “El propósito de Moscú es romper nuestras líneas y destruir las instalaciones críticas del país pero somos más robustos de lo que se imaginan”, alegó. Para Bogdan, no existe más porvenir que el que dibujan los combates. “Me preocupa el futuro pero no hay tiempo para pensar. Tampoco para recibir entrenamiento”, manifestó. A última hora del viernes, se preparaba para resistir en un cuartel de la capital. “Estamos construyendo la protección de la base frente a un ataque ruso. Aquí todos queremos luchar”.
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